MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Orgullosamente antorchistas en el oriente mexiquense

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El orgullo de ser antorchista vuelve a manifestarse públicamente en el Estado de México, ahora en las calles del municipio de Ixtapaluca, donde un numeroso grupo de jóvenes activistas del Movimiento Antorchista, de amas de casa y trabajadores residentes de las colonias Cerro de El Tejolote y de la Melchor Ocampo van casa por casa para ponerse de acuerdo en el cumplimiento de las tareas que cada uno tiene para hacer de su fiesta de aniversario un gran acontecimiento.

En efecto, este 21 de abril, en el deportivo La Antorcha del cerro de El Tejolote, se congregarán miles de antorchistas de las colonias mencionadas para festejar que hace 38 años –el 27 de marzo de 1986– en El Tejolote se fundó el primer grupo de Antorcha Popular del país y, a partir de ahí, ese cerro inhóspito, lleno de piedras filosas y de tierra; sin agua, sin drenaje y sin alumbrado público, empezó a transformarse en lo que es hoy: un asentamiento popular modelo, que ofrece a sus habitantes, y también a sus visitantes, un lugar amable para vivir, con todas las comodidades de la vida moderna.

El Gobierno federal “de la esperanza”, con el presidente López Obrador, no hace obras públicas porque el dinero público lo atomiza mediante el reparto de apoyos directos.

Además, algo muy importante y valorado en los tiempos que vivimos, cuenta con un ambiente tranquilo y sano, que ofrece a niños, jóvenes y adultos, actividades académicas, deportivas, culturales y recreativas, las cuales contribuyen a tener una vida digna.

Los habitantes de la colonia Melchor Ocampo ese día también festejarán que hace 31 años, guiados por los activistas de Antorcha, fundaron ese asentamiento popular en donde cientos de mexiquenses fincaron sus casas y el patrimonio de sus familias.

Hace poco más de 33 años, el 27 de marzo de 1986, a tan sólo un mes de llegar a residir a la Ciudad de México, fui a una colonia popular que ni siquiera sabía que existía: después de hora y media de traslado, por fin llegamos a un cerro llamado El Tejolote, donde se reunió un grupo de amas de casa y trabajadores dispuestos voluntariamente a formar el primer grupo de Antorcha Popular del país.

Como testigo especial de dicho acontecimiento, los colonos y el grupo de activistas invitaron al dirigente nacional del Movimiento Antorchista, Aquiles Córdova Morán, quien contaba con la experiencia que le habían dado doce años de trabajo de gestoría y mejoramiento de las condiciones en que vivían miles de campesinos adheridos a la organización social conocida como Antorcha Campesina.

El éxito alcanzado en la gestoría y transformación de comunidades campesinas llegó a oídos de dos trabajadores residentes de El Tejolote, quienes invitaron a los activistas antorchistas para que ayudaran a sacar a su colonia del atraso en que estaba: inmediatamente realizaron gestiones a fin de conseguir obras básicas que requerían como agua potable, drenaje, electrificación, pavimentación de calles, banquetas y todos los modernos servicios urbanos.

Gracias a la organización y la lucha conjunta de todos los habitantes de El Tejolote, en poco tiempo consiguieron los servicios básicos y hoy cuentan con todas las comodidades modernas, incluidos espacios deportivos, culturales y educativos. Año con año han aprendido que el secreto para que su asentamiento popular siga progresando es la lucha colectiva y constante.

El trabajo realizado por los jóvenes activistas y colonos de ese primer grupo de Antorcha Popular fue ejemplo de lucha y progreso para muchos porque no se conformó con llevar progreso y desarrollo a su propia comunidad, sino que también trabajó tenazmente para que otros mexiquenses alcanzaran una mejor vida: siete años dirigieron la lucha de los habitantes de la colonia Melchor Ocampo, primero para obtener los permisos para que su asentamiento popular fuera permitido por el Gobierno del Estado de México y luego para gozar de servicios básicos.

El ejemplo de la Melchor Ocampo influyó para la creación de otros asentamientos populares como Wenceslao Victoria Soto, Marco Antonio Sosa, Ricardo Calva, Humberto Gutiérrez y otras no formadas por los antorchistas, que se sumaron a las filas de la organización social que ya había conducido las gestiones y luchas de miles de mexiquenses que carecían de servicios básicos o de alguna otra obra pública.

En una época en que la falta de vivienda popular entró en crisis derivada de la salida de miles de personas del entonces Distrito Federal, fenómeno que provocó el terremoto de 1985 dado que la gente llegó a vivir a municipios del oriente mexiquense, Antorcha Popular auxilió a miles de mexicanos a comprar legalmente un terreno barato en donde asentaron sus viviendas, y poco a poco, con arduo trabajo, se hicieron de las suyas, hechas con materiales aptos para la construcción, con lo que también construyeron un patrimonio para sus hijos.

La lucha organizada, ahora tan despreciada y prácticamente anulada por el presidente de México, llevó grandes mejoras a las comunidades campesinas y populares, quienes por años fueron marginados por los Gobiernos de todos los niveles, quienes sólo los escuchaban y daban solución a las necesidades que les planteaban los trabajadores a través de gestiones, mítines y marchas.

Hasta el año 2018 así funcionaron los tres niveles de gobierno: invertían en obras públicas para los asentamientos populares, aunque sólo fuera después de manifestaciones públicas de protesta y denuncias, pero algo hacían para beneficio de la gente.

Ahora, todos sabemos que con la llegada del Gobierno federal “de la esperanza”, eso cambió: el presidente López Obrador no hace obras públicas porque el dinero público lo atomiza mediante el reparto de apoyos directos.

Bien porque se apoye económicamente a adultos mayores y a estudiantes para que no deserten de las aulas (los cuales, por cierto, no deben influir en el voto de nadie porque son apoyos constitucionales que nadie les puede quitar), pero por mucho que le dé apoyos directos a 100, 500 o mil personas de un asentamiento popular, ni la suma de todos ellos –suponiendo que los beneficiarios estuvieran dispuestos a aportarlos a la comunidad– servirá para construir una plaza pública para recreación de las familias o una clínica de salud en donde toda la población pueda restablecerse o redes de agua potable o drenaje.

Lo que realmente serviría es inversión gubernamental para obras públicas, pero eso es lo que no quiere hacer el presidente de México.

Una y otra vez se ha dicho que Antorcha invade terrenos e ilegalmente se los entrega a precaristas, pero esto es absoluta mentira, pues todos los terrenos se han comprado a particulares, se han conseguido los permisos para fundar una colonia nueva y, posteriormente, se gestiona y lucha para que la gente acceda a servicios urbanos básicos y de todo tipo. 

De ello no sólo tenemos por testigos los contratos de compraventa establecidos con los dueños de esos terrenos, sino también sus propios testimonios.

Los habitantes del cerro de El Tejolote y de la Melchor Ocampo, orgullosamente festejarán el domingo 21 de abril, no sólo los años cumplidos en sus asentamientos populares, sino que lo harán con la frente en alto porque su trabajo cotidiano ha llevado a esos grupos humanos a alcanzar una vida digna, por lo menos en los lugares que habitan. ¡Felicidades antorchistas! Disfruten su celebración: se la merecen.

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