Con este impactante título la organización no gubernamental Oxfam publicó este 17 de enero un informe producto de sus investigaciones globales y fue ampliamente difundido. En un trabajo de 46 páginas aborda temas esencialmente relacionados con la extraordinaria concentración de la riqueza en el mundo y el correlativo aumento de la pobreza entre los 7,921 millones de habitantes que respiramos sobre la tierra. Su principal autor: Nabil Ahmed y cinco especialistas más, demuestran con sólidos datos la tesis que soporta el título de este trabajo: “Las desigualdades matan”. Y, ciertamente las desigualdades económicas matan a millones de personas anualmente.
Los fenómenos socioeconómicos que se abordan en este informe ya existían en forma grave antes de la pandemia impulsados por las leyes de la acumulación capitalista y la ambición desmedida de ganancia de los grandes capitales globales. Sin embargo, los datos que destaca Oxfam después de más de dos años de pandemia al finalizar el año 2021, son muy actuales y nuevamente reveladores, pues, acusan el grado de agudización que provocó la pandemia en los grandes problemas que azotan a la humanidad. Me permito reproducir algunos fragmentos y hacer algunos comentarios sobre temas que aborda el informe. Comenzamos:
“Durante la pandemia la riqueza de los diez hombres más ricos del mundo se ha duplicado, mientras que los ingresos del 99 % de la humanidad se habrían deteriorado a causa de la COVID-19, esto ha provocado que los 10 hombres más ricos del mundo poseen más riqueza que los 3,100 millones de personas más pobres” (pág.18).
“Se trata del mayor incremento anual de la riqueza de los milmillonarios desde que se tienen registros, y está sucediendo en todos los continentes del planeta. Este incremento es el resultado del aumento desorbitado de los precios de los mercados de valores, el apogeo de las entidades no reguladas, el auge del poder monopolístico y la privatización, junto a la erosión de las normativas impositivas… las de los derechos laborales y los salarios” (ídem).
Esto lo sabemos, pero la pandemia dinamizó la concentración de la riqueza y el incremento de la pobreza que son un mismo fenómeno económico, cuyas dos consecuencias principales se desarrollan en sentido opuesto: a mayor velocidad en la concentración de la riqueza, más agresivamente aumenta la pobreza. La combinación neoliberalismo y pandemia han sido atroces. Sigamos:
“El hambre mata, como mínimo, a 2,1 millones de personas al año en un mundo de abundancia. La pobreza no solo genera un sufrimiento inmenso. La pobreza mata. Es un tipo de violencia económica que se ejerce cada día contra miles de millones de personas de todo el mundo. En todos los países del mundo, las personas en situación de pobreza viven menos y sufren muertes prematuras en mayor medida que quienes no lo son. No obstante, se trata de una estimación conservadora; nuestro cálculo más elevado es de 14,916 muertes al día (5.4 millones al año), que atribuimos a las desigualdades. En un mundo de abundancia, nadie debería morir por falta de alimentos. Los niños y niñas también sufren la violencia económica. Las muertes por hambre llevan décadas siendo una de las principales consecuencias de la pobreza” (pág.37). Esta objetiva y trágica conclusión es históricamente conocida, pero no deja de ser alarmante y actual por que se agrava a todo galope.
Otro aspecto del informe relacionado con la concentración de la riqueza y su manifestación en el aspecto de la salud publica global dice: “La pandemia ha enriquecido principalmente a las grandes empresas y ha permitido la aparición de nuevos milmillonarios del monopolio farmacéutico, como el director ejecutivo de Moderna, Stéphane Bancel, junto a U?ur ?ahin y Özlem Türeci, director ejecutivo y directora médica de BioNTech, respectivamente. BioNTech se asoció con Pfizer, logrando beneficios sin precedentes con la vacuna contra la COVID-19” (pág.20).
“Se estima que, en los países de renta media y baja, mueren 5,6 millones de personas al año debido a la falta de acceso a atención médica, o a la mala calidad de dicha atención. Se estima que las desigualdades contribuyen actualmente a la muerte de cerca de 21,300 personas al día; dicho de otra manera, a la muerte de una persona cada cuatro segundos” (pág. 26).
“Las tasas de letalidad por COVID-19 son más elevadas en aquellos países que han aplicado políticas de austeridad. Dicho de otra manera: la austeridad mata a millones (como en el caso de México). Esto se debe al monopolio que ejercen las empresas farmacéuticas, que está limitando artificialmente el suministro de vacunas e incrementando su precio; empresas como Pfizer/BioNTech y Moderna venden cada dosis de sus vacunas a un precio 24 veces superior al de su coste de producción” (pag.20).
Esta afirmación aplicada al mundo entero, es cierta para México, los millonarios de nuestro país han visto incrementadas sus fortunas considerablemente, mientras 15 millones de mexicanos perdieron, durante la pandemia, el acceso a servicios de salud, a la par, la demencial política de austeridad que pregona y practica el presidente López Obrador, provocó la muerte por pandemia a más de 600 mil mexicanos (en cifras no oficiales), principalmente de la clase trabajadora. Continuemos con el informe Oxfam:
“Esto no es fruto del azar, sino el resultado de decisiones políticas y económicas adoptadas para proteger los intereses de una pequeña minoría” (pag.24).
“Elon Musk, el hombre más rico del mundo, ha recibido miles de millones de dólares en subvenciones públicas, mientras infringe la legislación laboral y socava los esfuerzos de los trabajadores y trabajadoras para organizarse sindicalmente. En 2018 no pagó impuestos federales sobre la renta. Musk, pagó un “tipo impositivo real” del 3,27 % entre 2014 y 2018” (pag.19).
“En términos de recaudación, México está por debajo de otros países del mismo nivel de ingresos (con 13%). En 2019, Brasil, Argentina y Sudáfrica recaudaron 33.1%, 28.7% y 26.2% de su PIB, respectivamente, subrayó el documento, que calificó esto de "anomalía"(Oxfam México, pagina virtual).
Ciertamente, Oxfam dice la verdad al afirmar que los gobiernos de los países neoliberales, viven y sirven como Estados Políticos para defender los intereses de los grandes capitales, creándoles paraísos fiscales o cobrándoles bajísimos impuestos a las grandes ganancias o manteniendo bajos salarios obreros. Ilustra mucho el caso del hombre más rico del mundo, Elon Musk, cuya fortuna se ha multiplicado en el periodo de pandemia, llegando a los 300 mil millones de dólares y quien paga bajísimos impuestos en su país, en el imperio neoliberal de los Estados Unidos de Norte América, como revela Oxfam.
Lo mismo sucede en México, los multimillonarios mexicanos pagan impuestos de risa: 13% en promedio, protegidos por la Cuarta Transformación quien mantiene salarios de hambre en pandemia y ante la galopante inflación que azota al país. López Obrador dirige un gobierno de austeridad al servicio de los poderosos capitales mexicanos y norteamericanos.
Para concluir este artículo citaré un dato más del informe referido. Oxfam identifica la relación que existe entre la veloz concentración de la riqueza y la desigualdad económica con las reacciones en las masas humanas que sufren la pobreza: “Recientes investigaciones revelan que los movimientos de protesta se han triplicado en todo el mundo durante los últimos 15 años, un incremento que se ha producido en todas las regiones; en algunos casos, como en el de la manifestación de agricultores y agricultoras en India, se han convertido en los mayores movimientos de protesta desde que hay registros” (pag.39).
Esto último es una novedad en los informes de Oxfam, y aunque no entran al estudio de fondo del tema y no lo correlacionan directamente con el empobrecimiento de las grandes masas, es evidente que la inconformidad en los que sufren la pobreza se hace visible por sí misma y escala a grados de movilización considerables, y ya no se puede ocultar por nadie.
Que lo registre Oxfam institución fundada directamente en el seno de Oxford University catedral de ciencia e ideología capitalista para el mundo, es relevante para los análisis sociales y económicos que se resisten a reconocer que el capitalismo se hunde en contradicciones cada vez mayores, insalvables. Oxfam obtiene de sus análisis algunas conclusiones acertadas, como la afirmación de que la pandemia agudizó las desigualdades del mundo, también que las desigualdades matan o en proponer el cobro progresivo de impuestos a las grandes fortunas que, redistribuidas en políticas sociales productivas y de servicios puedan reducir desigualdades.
Sin embargo, ingenuamente concluye que con voluntad política se podrán enderezar el sistema del capitalismo neoliberal y las conciencias ambiciosas de los multimillonarios para distribuir equitativamente la riqueza, como se lee en su apartado de “soluciones”. En esto no podemos estar de acuerdo, es una conclusión no científica, fuera de las leyes de la estructura capitalista, que puede servir solo para adormecer conciencias. La solución de fondo para detener el avance de la pobreza está en manos de las masas trabajadoras y en dar rumbo científico a sus inconformidades, en su educación política y en su organización partidaria. No hay más.
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