Desde 1849, año en que se fundó el estado de Guerrero con el general Juan N. Álvarez a la cabeza, muchas han sido las administraciones que han estado al frente del poder ejecutivo estatal. Una más terminará a mediados de octubre y dará paso a una nueva, encabezada por una mujer que procede del partido gobernante del país. Como casi la mayoría de los gobiernos que lo antecedieron, el gobierno saliente poco hizo para sacar del atraso histórico en que está inmerso el estado de Guerrero. Los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), indican que a un año antes de la toma de las riendas del actual gobierno estatal, es decir en el año 2014, la población en pobreza en el estado era del 65.2%, para el año 2018 había ascendido al 67.9%, quedando al final del periodo gubernamental en el 66.4%, esto, con los últimos datos proporcionados por el Coneval en días recientes. La cantidad de guerrerenses en pobreza aumentó en 1.2% en el sexenio que está concluyendo. La pobreza extrema resiste también todas las acciones emprendidas y pasa de 24.5 % al 25.5, este porcentaje indica que más de 800 mil guerrerenses, se enfrentan diariamente a situaciones muy difíciles para sobrevivir, muestran que no cuentan con una vivienda segura, que no cuentan con servicios básicos, que no pueden curar sus enfermedades, que no tienen empleo, y que se alimentan muy mal. Para estos miles de ciudadanos, vivir es un tormento continuo. El balance es malo, por lo que no existe sorpresa en el relevo gubernamental.
Para los pobres en extremo, no es ninguna extrañeza en esta temporada de lluvias y sismos, ver inundadas sus viviendas, verlas derrumbarse o quedarse sin techos. Esta suerte han corrido los habitantes de muchas comunidades de Acapulco, como Apalani, Las Cruces, El campanario, Pueblo Madero; de San Juan El Grande y de San Juan El Chico de San Marcos, a quienes el sismo les destruyó sus frágiles viviendas. A muchas familias de las colonias de Acapulco, como las de la colonia Obrera, Héroes de Guerrero, Narciso Mendoza, Los Mangos, Leyes de Reforma y de una parte de Pie de la Cuesta, el temor ante las grietas de sus casas y las 726 réplicas del sismo dadas a conocer este domingo 12 de junio a las 5 de la tarde por el servicio sismológico nacional, los han hecho salir a vivir en sus patios bajo las inclemencias del sol y la lluvia. Hasta este domingo, el gobernador del estado reconoció a más de 15 mil afectados, a quienes ninguna autoridad ha prestado alguna ayuda. Pesada carga para los mexicanos en desgracia en este tiempo. Pero en el reconocimiento de la desgracia está también la solución a este infortunio. Como en todo Estado, parte de la nación mexicana, existe una población que el Coneval la distingue como no vulnerable, que no tiene carencias y a quienes, en medio de millones de pobres, les va muy bien porque concentran la riqueza, y que en Guerrero representan el 7.9% de la población, es decir, alrededor de unos 270 mil ciudadanos. ¿Cómo puede darse este milagro? ¿Acaso solo este número de ciudadanos se esfuerza para vivir sin privaciones y sin constantes riesgos, y el resto de guerrerenses, algo así como 3 y medio millones no lo hacen? Aquí hay un absurdo, porque nos consta que la mayoría de los guerrerenses trabaja diariamente en el campo, en las ciudades y empleándose como jornaleros en los grandes campos agrícolas del norte del país, ¿Cómo se explica entonces que la inmensa mayoría viva en la pobreza?. Y no es por gusto el atribuirles un alto grado de responsabilidad a los gobiernos presentes y pasados, porque cada que han solicitado el voto de los ciudadanos para convertirse en gobernantes, han prometido siempre que con sus acciones acabarán con el fenómeno de la pobreza, y esto no ha sucedido, es más, la siguen profundizando.
Podemos concluir que la preocupación de las autoridades hasta hoy, para acabar con la pobreza y sus calamidades, no ha estado presente a pesar de sus discursos. Como en todas sus desgracias el pueblo está desamparado y solo puede lograr conseguir algún alivio a sus necesidades si se organiza y exige que sus derechos sean respetados. Aunque la gravedad de la pandemia ha impedido temporalmente al pueblo usar la fuerza de su número para hacerse escuchar, es necesario estar atentos, para que con la ayuda de los remedios científicos se proteja y en un tiempo prudente salgan a las calles y exijan que sus problemas sean atendidos y resueltos, acompañados desde luego, como desde hace muchos años, por su organización, el Movimiento Antorchista Nacional.
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