Las elecciones que tendrán verificativo el próximo 6 de junio en nuestro país, serán, por la cantidad de cargos por los que se competirán, las más grandes de la historia: se renovará completamente la Cámara de Diputados, 15 gubernaturas, 30 congresos locales, mil 910 ayuntamientos y juntas municipales. En estas elecciones se prevé la participación de 94 millones 800 mil ciudadanos inscritos en el padrón electoral; sin embargo, no es solamente la cantidad de cargos lo que destaca, sino el contexto en el que se desarrollará la elección.
Vivimos tiempos complicados, agobiados por una pandemia sanitaria que ha ocasionado la muerte de 160 mil mexicanos, una economía postrada y un ambiente social y político descompuesto, en donde el Ejecutivo ha centralizado el poder y, auxiliado por el Poder Legislativo, ha logrado desmoronar las instituciones. Se aprovecha de que el Congreso de la Unión está compuesto en su mayoría por gente de su Partido (Morena) para hacer leyes a modo. Tan bien le ha salido el experimento, que cual cuello de ganso, Mario Delgado Carrillo, dirigente nacional de Morena, convocó a los diputados federales de su partido a reelegirse en este proceso electoral "porque se lo han ganado” y porque "han sido leales al presidente de la república y al proyecto de la "Cuarta Transformación&rdquo, como si el compromiso fuera con el presidente y no con el pueblo que los eligió.
Así, 448 de 500 diputados federales (90%) buscarán la reelección; de estos, 232 son del partido del presidente y 76 de sus aliados (43 del Partido del Trabajo, 22 del Partido Encuentro Social y los 11 diputados del Partido Verde Ecologista de México), por tanto, se pretende que las cosas continúen como hasta ahora. Pero ¿qué de bueno ha traído a los mexicanos este estado de cosas? Tenemos un presidente de la República que ha reducido a su gabinete a la inutilidad, que no toma decisiones, que no aporta a la construcción de un país mejor; los funcionarios se han convertido en meros espectadores y seguidores. En dos años de administración morenista el Poder Legislativo ha jugado el nada honroso papel de simple oficializador de las iniciativas del Poder Ejecutivo, aun cuando estas nada tengan de beneficioso para los mexicanos, por el contrario, son en perjuicio de estos; a título de ejemplos podemos señalar el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2021 que no contempló ni un peso para la adquisición de vacunas anti Covid-19 a pesar de la urgencia por detener la enfermedad y reactivar la economía, la desaparición de los fideicomisos entre ellos el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), los recortes al presupuesto de estados y municipios, la eliminación del ramo 23 que dejó sin obras y sin programas de desarrollo a municipios y zonas marginadas en todo el país, la desaparición de los organismos autónomos como el INAI y el Ifetel; ni qué decir de las leyes a modo que han creado.
Todo esto ha dado como resultado un país que se desmorona, representantes populares que se han olvidado del compromiso hecho a sus electores: es decir, velar por el interés de todos los ciudadanos y mejorar las condiciones de vida de los mexicanos; siguen aplicando políticas equivocadas que lejos encaminar a México a la salida de sus problemas, lo hunden más en la crisis. Los gobiernos y diputados morenistas se empecinan en repetir necedades, pronunciando un discurso y haciendo en la realidad cosas totalmente distintas a las que se necesitan. Esa es la política adoptada por la mayoría de los diputados morenistas y sus aliados en el Congreso de la Unión, que ninguno de nosotros lo olvide a la hora de votar.
Las elecciones en puerta son una oportunidad inmejorable para enrumbar a nuestro país; hoy más que nunca se hace necesario un contrapeso real que evite los excesos que se cometen en detrimento de la estabilidad social, económica y política de nuestra Patria; se necesita de hombres y mujeres verdaderamente comprometidos con su país, que lo saquen del estancamiento y que eviten su hundimiento; pero sobre todo, es indispensable que el pueblo se organice y elija a aquellos que en los hechos, y no en el discurso, le han demostrado estar de su lado.
En Yucatán, se elegirán diputados federales, se renovará el Congreso local y 106 ayuntamientos; por tanto, los yucatecos debemos disponernos también a tomar las mejores decisiones, hacer un voto razonado y exigir desde ahora a quienes buscan un puesto de representación popular que cumplan la palabra que están empeñando; el pueblo ya no está para promesas, el hartazgo social crece día a día y la sumisión va desapareciendo; bien harían esos personajes que pedirán nuestro voto, estar sabedores que de incumplir su palabra, los electores les pasarán la factura antes de lo que imaginan; pero para eso necesitamos estar unidos y organizados.
Hoy en todos los niveles de gobierno se ha puesto de moda seguir a pie juntillas la política federal de desconocer la necesidad de la organización de los ciudadanos, les molesta que los ciudadanos expongan y exijan soluciones a la problemática en la que viven, pero bien harían en reconsiderar esa política porque una sociedad dividida siempre será pobre en sus resultados profundizando las niveles de pobreza y desigualdad en que viven millones de hombres, mujeres, niños y adultos mayores de nuestro estado y del país.
En este contexto, los antorchistas llamamos al pueblo a que se una, se organice, se eduque y también exija ser tomado en cuenta en los puestos de representación popular; porque solamente el pueblo sabe sus dolores y necesidades que requieren ser resueltas so pena de abonar a un ambiente fétido lleno de inconformidad social. En este proceso electoral el pueblo no debe olvidar que los pobres formamos una masa social muy amplia que debe aprovechar en forma organizada la fuerza de su número para detener la caída al precipicio al que nos lleva el actual Gobierno Federal y sus diputados. El pueblo trabajador tiene la palabra.
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