Muy lastimosa ha sido la vida de la gran mayoría de los mexicanos en las últimas décadas desde la instauración del modelo económico neoliberal, el cual continúa a pesar de que la 4T lo desapareció por decreto.
Los Gobiernos han contribuido a ahondar la brecha entre los que tienen de más y las clases empobrecidas, utilizadas para generar riqueza para unos cuantos. Esta situación ha empeorado de manera significativa con la llegada del “antineoliberal” gobierno morenista en aspectos económicos, generación de empleos bien remunerados, educación, salud y, de manera especial, en seguridad y servicios públicos.
Los ciudadanos mexicanos debemos reflexionar bien al momento de emitir nuestro voto: quiénes son los candidatos y qué intereses representan.
Como sabemos, el próximo domingo 2 de junio se llevará a cabo la elección más grande en la historia de México. Candidatos de diez partidos políticos nacionales, locales e independientes se disputarán más de 20 mil 700 puestos de elección popular, que incluyen presidente de la república, Jefatura de Gobierno en la Ciudad de México, ocho gubernaturas, 500 Diputados Federales, 128 Senadurías y mil 800 presidencias municipales.
Aunque los contendientes para ocupar el puesto de Jefe de Estado y de Gobierno son tres: Claudia Sheinbaum de la alianza “Sigamos Haciendo Historia”, Xóchitl Gálvez de la coalición electoral “Fuerza y Corazón por México” y Jorge Álvarez Máynez de Movimiento Ciudadano (MC), no hay duda que la competencia real es entre las dos primeras.
Estas candidatas, por el origen de sus partidos, la clase social a la que representan y sus proyectos de Gobierno, presentados en los debates organizados por el INE, se perfilan como las principales opciones.
Usar los foros, que por cierto mucho dinero nos cuestan a todos los mexicanos, para acusarse de “mentirosa, narcocandidata o corrupta” entre las principales contendientes, en lugar de utilizarlos para exhibir educación, cultura y conocimiento de los grandes problemas de México, y para la exposición de ideas, proyectos y propuestas de gobierno que garanticen un mejor país, las pinta de cuerpo entero.
Los ciudadanos mexicanos debemos reflexionar bien al momento de emitir nuestro voto: quiénes son los candidatos y qué intereses representan.
Lo que sucede a nivel nacional, acontece en cada entidad del país, como en Querétaro, sólo que de una manera más burda y más tosca, con el ingrediente positivo, a mi juicio, de que hay más competencia política que obliga a los contendientes a prepararse más, a buscar mejores propuestas o a elaborar mejor sus promesas y en no pocos casos, hasta sus mentiras para convencer al electorado.
Por eso, tienen razón muchos de mis compañeros antorchistas y ciudadanos en general de los pueblos y colonias que se acercan, entre preocupados y molestos, para comentarnos que odian a los políticos corruptos y mentirosos.
En forma de pregunta y respuesta contundente expresan: “¿Qué nos espera a los mexicanos después de la elección del 2 de junio?” Y su conclusión inmediata y natural es: nada nuevo, pues en las campañas lo más que ganan, en los lugares donde la competencia entre los candidatos es más cerrada, es una estufa ecológica, una lavadora o un calentador solar.
En otros lugares, cuando mucho, una despensa o un tinaco azul aunque sin agua. Y a partir de allí a batallar otros tres años, sin servicio de agua potable o con contratos de 40 mil pesos, sin luz eléctrica, con calles sin pavimento y sin alcantarillado, sin escuelas, sin clínicas, ni seguridad pública. Y para rematar, la burla nacida de lo más profundo de su corazón materializada en el eslogan: “Que siga lo bueno”… pero para ellos.
Por eso, lo interesante es su convicción de trabajar en la creación de un partido de nuevo tipo, para echar a los de siempre, a los dueños del estado. Y no me parece mal.
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