La CNDH dice que los "… derechos humanos de niñas, niños y adolescentes están previstos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en los tratados internacionales y en las demás leyes aplicables, esencialmente en la Convención sobre los Derechos del Niño y en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (publicada el 4 de diciembre de 2014), la cual reconoce a niñas, niños y adolescentes como titulares de derechos y, en su artículo 13, de manera enunciativa y no limitativa".
De los 20 derechos que señala la ficha de la Comisión, quiero resaltar los siguientes: "derecho a la vida, a la supervivencia y el desarrollo, derecho a vivir en condiciones de bienestar y un sano desarrollo integral, derecho a la protección de la salud y a la seguridad social, derecho a la educación". Ha pasado poco más de un mes del trágico paso del huracán “Otis” por las costas de Guerrero y es preocupante que se estén pasando por alto los derechos de cientos de niños.
El 9 de noviembre, a escasos quince días de la devastación, el Gobierno federal dio por terminada la emergencia en Acapulco. Es evidente que en tan poco tiempo no se puede dar por concluida una situación de esa magnitud, y más cuando no se han destinado los recursos humanos y económicos necesarios para ayudar a la población. "Las cámaras empresariales previeron dos años y hasta 300 mil mdp para la reconstrucción de Acapulco, la ciudad más dañada en Guerrero" (Forbes, 3 de noviembre). ¿Qué le espera al resto de la población?
¿Y qué ha pasado con toda la niñez afectada? Sabemos que perdieron sus hogares y sus pertenencias; algunos a algún familiar o padres, y a comunidades enteras la ayuda no ha llegado ni llegará. Sus escuelas también quedaron destruidas.
Para muchos niños la escuela es un escape de la dinámica familiar que en ocasiones es complicada y ahora tampoco pueden refugiarse en ellas y no se tiene el dato real del número de escuelas dañadas: "la SEP reporta 445 planteles afectados, mientras que la UNPF registra 1.200" (El País, 17 de noviembre).
Pero independientemente del número que sea, son preocupantes las consecuencias que esto traerá si no se habla de un plan de reconstrucción de las mismas. Lo poco que se ha hecho ha sido por la iniciativa de padres de familia y maestros, y bien sabemos que el rezago educativo derivado de la pandemia ya era un problema; ahora se agilizará en la costa de Guerrero.
¿Qué hay de las enfermedades psicológicas que puede desencadenar en un pequeño o adolescente el vivir una situación como la que vivieron en un par de horas con “Otis”?
Por otro lado, las consecuencias en la salud de los niños, y no me refiero únicamente de manera física, que de igual forma no se ha dado la atención necesaria ni a la niñez ni a la población en general. La calidad de enfermedades infecciosas por falta de alimentación y de sanidad a las que se están enfrentado y no vemos es una realidad, pero ¿qué hay de las enfermedades psicológicas que puede desencadenar en un pequeño o adolescente el vivir una situación como la que vivieron en un par de horas? Si no se hace nada por lo que es más que evidente, menos se hará por lo que no se ve.
No nos olvidemos de la población en general, pero exijamos al Gobierno que ponga atención en niños y jóvenes que tuvieron que pasar por esto: exijamos que no se violenten sus derechos y se actúe de manera inmediata para que las consecuencias no sean tan crueles.
Como sociedad debemos seguir aportando nuestro granito de arena en los próximos meses; unirnos para seguir enviando ayuda. Si a los empresarios les costará dos años con una inversión millonaria, eso me hace pensar que para la población en general será imposible, y más si se les deja en el olvido.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario