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REPORTAJE | Nuevos Pueblos Mágicos, un problema para municipios

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Aunque Nuevo León tiene ahora tres pueblos mágicos más, para contar con un total de cinco, investigadores sobre el tema advierten que los nombramientos deben ir acompañados de políticas de protección al medio ambiente para evitar que se conviertan en pueblos fantasma

Monterrey, Nuevo León. Si bien fueron distinguidos con el nombramiento de los nuevos Pueblos Mágicos de Nuevo León, los municipios de General Zaragoza y General Terán no están en condiciones de albergar a miles de turistas que pudieran llegar mes a mes a estas localidades, para conocer y disfrutar los parajes y zonas naturales.

Los municipios que se suman a Bustamante, Linares y Santiago, como pueblos mágicos, mantienen su cultura, tradiciones y costumbres arraigadas.

Alejados de la zona metropolitana de Monterrey, también los municipios de General Zaragoza y General Terán enfrentan problemáticas y carencias en servicios, apoyos y recursos económicos.

De acuerdo con cifras oficiales General Terán cuenta con 14 mil 109 habitantes.

Mientras que General Zaragoza tiene un índice poblacional de 6 mil 282 personas.

Sin dar a conocer los beneficios que tendrán ambos municipios con el nombramiento de los nuevos “Pueblos Mágicos”, la secretaria de Turismo de Nuevo León, Maricarmen Martínez, recibió la distinción de manos del secretario de Turismo Federal, Miguel Torruco Marqués.

“Nuevo León tenía tres pueblos mágicos: Bustamante, Santiago y Linares. Después de un año de arduo trabajo hace una hora en CDMX logramos dos pueblos mágicos más: Terán y Zaragoza… ya somos cinco, que implica más lana, más dinero para turismo… patrullaje federal y de Fuerza Civil”, dijo el gobernador Samuel García.

En medio de la celebración, tanto las autoridades federales como del estado omitieron las problemáticas de seguridad, infraestructura, carreteras, alimentos, medicinas, de salud, educación, desarrollo social y servicios básicos, que tienen las familias de General Zaragoza y General Terán.

Por este motivo, y ante el creciente número de población que se registra en todos los municipios del estado, es indispensable que se informen las acciones y programas que se implementarán para que se garanticen estos apoyos a las familias de los pueblos mágicos de Nuevo León y se evite que la llegada de turistas y paseantes se conviertan en un problema para su tranquilidad y seguridad.

Lo anterior, debido a que en municipios como Santiago, que se encuentra entre los principales pueblos mágicos, se han registrado problemas de seguridad, falta de agua, apoyo sociales e infraestructura.

Aunque el Programa de Pueblos Mágicos (PPM), iniciado por el gobierno federal hace 18 años, tiene como objetivo convertir a los municipios en zonas atractivas para el turismo, las afectaciones pueden ser mayores, ya que no solo se invaden los espacios de los pueblos originarios, sino que además se detonan actividades que generan contaminación, daños ecológicos, ambientales y de seguridad.

Estudios de especialistas indican que además de la transformación territorial, basada en las exigencias de los turistas, más que en el rescate y la preservación, los Pueblos Mágicos se enfrentan al desarrollo de espacios y riquezas que se queda en unas cuantas manos y no benefician a sus habitantes.

Con base en el estudio Pueblos mágicos. Una visión interdisciplinaria, se establece que en desde sus inicios en 2001, el programa de los Pueblos Mágicos ha carecido de visión y política para proteger, realmente, al medio ambiente.

El estudio coordinado por Liliana López Levi, profesora investigadora de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como por Liliana López Levi y María Elena Figueroa Díaz, profesoras e investigadoras del Departamento de Política y Cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Xochimilco, destaca que el análisis advierte que si se mantiene el programa de Pueblos Mágicos sin revisión a fondo y ajustes necesarios, los viajes y el turismo dejarán de ser viables.

María Elena Figueroa Díaz detalla que con estos programas se presenta un tipo de autoboicot o suicidio turístico, ya que la afluencia masiva de personas termina dañando los recursos que son el motivo por los que se aprecian esos municipios.

Con esto, “los paisajes, selvas, bosques, playas, flora y fauna, formaciones rocosas, entre otros, que son parte del atractivo turístico de dichos lugares, se transforman, se cubren con edificios, por ejemplo, o desaparecen”.

Con todos estos excesos, agregó que emerge la presencia de desechos sólidos, contaminación, construcciones que crecen cubriendo los paisajes, exceso de automóviles, problemas de tráfico y ruido ambiental, entre otros factores de afectación.

Por este motivo, los especialistas insisten en que el nombramiento de Pueblos Mágicos debe venir acompañado de un esquema de protección y blindaje, para evitar que los municipios terminen convirtiéndose en pueblos fantasma o representen un problema para sus habitantes.

Es, por tanto, que en nada o en muy poco cambian los pueblos con dichos nombramientos, no se necesita distinguirlos con nombre, sino que se necesitan acciones verdaderas para transformar la vida de las personas que habitan en estos lugares. Tenemos un gobierno federal de discursos huecos y de mentiras, todo se queda ahí en el discurso, así está el tema de seguridad, con su estrategia, así operan en el tema de salud y también operan de la misma manera en la educación pública.

En muchos casos en vez de ser una solución a los problemas que han padecido de siempre, son un problema, se debería hacer un plan serio de desarrollo para las localidades marginadas, no solo para las que tiene algún atractivo turístico, sino también para todas, un plan de desarrollo con estrategias que funcionen y desarrollen verdaderamente a situación de precariedad en la que viven.

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