Si la sequía se extiende por más tiempo, ¿qué pasará con los cultivos y nuestra economía? Son palabras que en días pasados un par de productores de limón persa y de plátano señalaban, preocupados por lo que están padeciendo y lo que se avecina para los productores de San Rafael y Martínez de la Torre.
Los productores referían que, si la sequía se extiende por más tiempo, la cosecha de limón persa, de plátano y otros cultivos importantes será escasa y de mala calidad; se secarán los árboles y el limón será liso (para las terceras, que es el de menor costo); las matas de plátano se empezarán a doblar y no engrosará el dedo de la mano de plátano.
Lo anterior provocará además que los frutos no tengan buena demanda en el mercado y que bajen los precios de los productos, afectando a muchas familias que viven de estos cultivos; dejando sin trabajo a un centenar de jornaleros y trabajadores que maquilan la cosecha.
El cambio climático ya tocó a la puerta del mundo entero y, por supuesto, de los mexicanos y veracruzanos. Ya es una realidad y debemos reconocer el peligro y combatirlo.
Pero, ¿es algo fortuito lo que hoy pasa en el campo y sus efectos? No. En un reciente artículo de Marc Vandepitte en www.rebelion.org se señala que “un economista alerta de que el capitalismo sufre una grave crisis”, y cuando un jefe de la clase dirigente declara las cosas así, va en serio y el susto está servido.
Martin Wolf, acérrimo defensor del sistema capitalista, economista que trabajó en el Banco Mundial, hoy es el comentarista económico jefe del diario Financial Times y miembro del Foro Económico Mundial, que reúne a la élite mundial, describe la actual situación de crisis: “hay ‘desplazamientos fundamentales en el poder global’, hay grandes crisis (gripe, hiperinflación, guerras mundiales, la Gran Depresión) y el ‘desmoronamiento de las democracias y un auge del autoritarismo’. Además, hoy nos enfrentamos a ‘los riesgos de una guerra nuclear y a un cambio climático galopante’.
El cambio climático ya tocó a la puerta del mundo entero y, por supuesto, de los mexicanos y veracruzanos. Ya es una realidad y debemos reconocer el peligro y combatirlo.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) señaló que “el periodo de 2022-2027 será el más caluroso jamás registrado; tan solo la temperatura mundial, en el año 2022, se ubicó en 1.15 °C por encima de la temperatura media del período 1850-1900”.
Añade el Centro del Clima de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICR), con sede en Ginebra, “ningún lugar del planeta está ahora a salvo de sufrir una ola de calor”. También señala que:
“… el habitante promedio del planeta experimentó 26 días más de calor extremo en los últimos doce meses con respecto a lo que habría ocurrido sin cambio climático, que hubiesen sido solo diez”.
Por ejemplo, en “Ecuador, no hubo 26 días más de calor intenso, sino 170 días más”, dijo la especialista Friederike Otto de la FICR.
En el último apartado del capítulo XIII del tomo I de El Capital de Carlos Marx, dedicado a analizar la Maquinaria y Gran Industria, se expone que “la producción capitalista, por consiguiente, no desarrolla la técnica y la combinación del proceso social de producción sino para socavar, al mismo tiempo, los dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador.”
Esta lapidaria sentencia de Marx “debería bastar para comprender que no habrá posibilidad de contener o contrarrestar la crisis ecológica si no se pone un freno a la lógica destructiva de la acumulación capitalista”, argumentó el periodista Lenin Contreras en www.rebelion.org.
El escritor Kohei Saito, en su libro “La naturaleza contra el capital. El ecosocialismo de Karl Marx”, señala que “Marx conocía el impacto del cambio climático en las transformaciones históricas y cómo expresaba un límite del mundo material o incluso un peligro para las civilizaciones.
De esta forma, el desarrollo del capital no solo degrada la fertilidad de la tierra, sino que, al desertificar antiguas áreas boscosas, cambia el clima, transformando y reorganizando radicalmente el mundo entero sin dejar ningún espacio del planeta intacto, creando un medioambiente, de momento, más favorable para su ilimitada autovalorización”.
Es por estos importantes y profundos argumentos económicos que la clase poderosa está preocupada de que el sistema capitalista sufra una grave crisis.
El territorio de Veracruz cuenta con 720 kilómetros de costa, 24 ríos (entre ellos el Pánuco, Jamapa, Papaloapan, Los Pescados y el Bobos), 24 lagunas de considerable tamaño y dos presas, pero en varios de sus 212 municipios falta el agua.
Además, “el 84.4 por ciento del territorio veracruzano padece algún nivel de sequía y el año 2023 fue el año más seco desde 1981, porque reportó un déficit histórico de lluvias”, reveló la meteoróloga y jefa del Departamento de Hidrometeorología de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), Jessica Iveth Luna Lagunes.
De acuerdo con la reciente actualización del Monitor de Sequía de México, gestionado por la Conagua, hay un incremento de la sequía, al pasar de 108 a 179 municipios en Veracruz que viven esta situación, provocando graves riesgos para la productividad y el rendimiento de los cultivos de alimentos.
En este sentido, Alejandro Quirino Villarreal, profesor de la Facultad de Agronomía de la Universidad Veracruzana, detalla que “la tierra para producir alimentos necesita de humedad y sin ella los cultivos no proliferan y tampoco los pastos crecen, situaciones que ponen en riesgo la producción agropecuaria en el estado. Indica que la disposición del líquido es cada vez menor y la sequía se hace más severa” y agrega que “aproximadamente 90 por ciento de los ríos de Veracruz están contaminados y, por ende, no pueden ser utilizados para zonas ganaderas, cultivos y menos para consumo humano” (Diario de Xalapa).
Por lo anterior, se espera una pérdida del 50 % de la producción de café y de árboles de Navidad, muerte de cabezas de ganado; a simple vista se ven secos los plantíos de limón, naranja y demás cítricos, afectando a 70 mil hectáreas; el plátano, frijol y maíz no son la excepción, lo que provocará poca producción, desempleo, malos salarios, hambruna, etcétera.
Las actuales administraciones federales y estatales prácticamente ya terminaron, el campo veracruzano nuevamente quedó en el olvido y con muchos pendientes sin atender.
El modelo económico neoliberal no garantiza mejoras a las condiciones de vida de los pobres del campo y la ciudad; al contrario, se olvida de ellos y los deja a su suerte y sus políticas ponen en riesgo día a día su integridad física e intelectual.
De manera inmediata, se requieren atenuantes para los agricultores como un seguro a sus cultivos otorgado por la Secretaría de Agricultura estatal o federal, rehabilitar pozos para riego y que los subsidie el gobierno estatal, un programa de empleo temporal (de ser necesario), etcétera.
Y a largo plazo, y siendo lo más importante, requerimos verdaderos y profundos cambios: que exista empleo para todos y bien pagado, un gobierno que invierta en servicios básicos, en el campo, escuelas, hospitales, vivienda, carreteras, etcétera.
Esa inversión podría hacerse si existiera la justicia fiscal, donde se recaudara equitativamente y se exigiera a las empresas y personas que acumulan miles de millones de pesos el pago justo de impuestos, sin condonaciones ni exenciones.
Para lograr ese cambio de fondo, se requiere la activa participación de las clases trabajadoras de México, la verdadera base social que produce la riqueza del país y no las cúpulas faramalleras. Esa participación solo se conseguirá si los trabajadores del campo y la ciudad se organizan y se educan políticamente. Necesitamos trabajar arduamente en esta gran y noble tarea.
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