La pobreza de una gran parte de la población dentro de una economía de libre mercado es "natural”. La necesidad de ganancias empresariales hace que los salarios de quienes tienen un empleo formal sean, en promedio, bajos; así, a la gente no le alcanza para satisfacer sus necesidades básicas. También dentro de este tipo de economía, de manera permanente hay personas sin trabajo remunerado -hay una "tasa natural de desempleo&rdquo, dicen los economistas-, y en períodos de crisis las filas de los desocupados se nutren de manera notable. Todo esto es ley dentro del capitalismo, no son fenómenos accidentales, sino elementos indispensables para el correcto funcionamiento del sistema predominante en el mundo.
Por eso, dejar enteramente el mundo en manos de las leyes del mercado, al estilo neoliberal, ha acarreado tanta desigualdad, una absurda concentración del ingreso. Esta situación ha hecho que grandes líderes mundiales como Vladimir Putin y Xi Jinping, presidentes de Rusia y China, respectivamente, lleven ya varios años llamando a un golpe de timón en la dirección de la economía mundial; piden que se pondere a las grandes mayorías empobrecidas por sobre el puñado de multimillonarios, los únicos y grandes beneficiarios de las reglas del juego del mercado. Y tienen razón, pues ¿a dónde vamos a parar? Con tal situación nos dirigimos directo a un estallido social.
Y la propuesta de quienes queremos una sociedad más justa, para tranquilidad de muchos, no significa un cambio radical de sistema económico; la cosa es mucho más sencilla: dentro de la actual sociedad se puede regular la actuación de la empresa privada, pero para esto se requiere una actuación firme del gobierno en este sentido. Por eso los antorchistas pedimos a nivel nacional y en todas las entidades federativas del país que se actúe por parte de quienes tienen el poder para corregir los desequilibrios del mercado: vivienda, agua potable, energía eléctrica, educación de calidad, espacios deportivos y recreativos, etc. Todo lo básico que se ha convertido en mercancía y que los estratos sociales de escasos recursos ven inalcanzable, debe ponerse a su disposición por vías extra-mercantiles, si no queremos que se sigan degradando sus niveles de bienestar; y aún más: si no queremos que vengan después acciones espontáneas de consecuencias graves.
Pero no todos pensamos igual. La marcha de muchos gobernantes mexicanos parece ir en contra de la tendencia histórica que anticipa una sociedad más justa. En Sinaloa, por ejemplo, la situación de los trabajadores no es nada halagüeña; el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) reportó en su "Informe de pobreza y evaluación” del año 2018, que 71.9% de la población en Sinaloa estaba en situación de pobreza, o de vulnerabilidad por carencias o ingresos. O sea que 2.2 millones de sinaloenses no tienen la vida resuelta, sino que la encuentran llena de obstáculos. Además, entre 2016 y 2018, la desigualdad en el mismo estado aumentó 4.3% mientras en todo el país disminuyó, reporta la misma institución.
Una de las grandes carencias de los sinaloenses humildes es la falta de vivienda. Según cálculos del Inegi, más de 600 mil sinaloenses no tienen acceso a una vivienda propia, viven alquilando, hacinados o en una vivienda prestada. El gobierno encabezado por el licenciado Quirino Ordaz Coppel debe registrar esta situación, así como los diversos planteamientos que el Movimiento Antorchista le ha hecho para empezar a remediarla; debe cumplir con la entrega de solares subsidiados para familias trabajadoras. Así quedó establecido en minuta firmada a su nombre por el secretario de Obras Públicas del estado, Osbaldo López Angulo en junio de 2019.
Desde aquí llamo a los antorchistas del estado a que difundamos masivamente a través de todos los medios a nuestro alcance este incumplimiento grave; de no hacerlo, aceptaríamos la institucionalización del engaño y la sordera oficial como algo común. Después, de no recapacitar los funcionarios, con todas las medidas sanitarias que la pandemia amerita, pero de manera enérgica, salgamos a la calle a denunciar tamaña incongruencia: la gente con necesidades apremiantes y el gobierno indiferente. Sólo el pueblo consciente y movilizado podrá salir delante de éste y los retos que vengan. ¡Adelante antorchistas sinaloenses!
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