Tabasco se encuentra inmerso en la cuenca Grijalva-Usumacinta que comprende los estados de Tabasco, Chiapas y Campeche. Su precipitación anual es de 2,143 mm, 2.6 veces más que el promedio nacional. En las zonas serranas, las lluvias sobrepasan los 5,000 mm, de tal manera que el estado cuenta con una afluencia de 125 mil millones de metros cúbicos de agua (Conagua, 2020). Es por ello, que su ecosistema cuenta con el 64% de la biodiversidad nacional (INECC, 2020) y se han construido tres presas para generar electricidad para nuestro país. Estas condiciones climatológicas nos dan una idea de la cantidad de agua que fluye por la cuenca y nos dimensionan la cantidad de recursos humanos y materiales altamente especializados para el manejo integral de estos volúmenes de agua.
En días recientes, las lluvias atípicas provocadas por los frentes fríos 3, 4, 7 y 11, así como los huracanes "Eta” e "Iota” provocaron que el estado de Tabasco quedará completamente inundado. El mal manejo de la cuenca y la falta de mantenimiento de las infraestructura hídrica causaron la desgracia más grande que se haya registrado en los últimos tiempos. En primer lugar, porque es imposible evitar las tormentas y los frentes fríos cuyo origen está correlacionado con las altas emisiones de monóxido de carbono, el derretimiento de los polos glaciares y la deforestación indiscriminada de la estructura que retiene, filtra, absorbe y recarga al manto freático para tener agua disponible. En segundo lugar, el manejo errado de los excedentes del agua por parte de los nuevos directivos de la CFE y las decisiones del presidente de la República de inundar a los pobres para salvar la refinería de Dos Bocas.
Este fenómeno dejó bajo el agua: 99 mil viviendas, 302 mil personas damnificadas, se reconoce a 10 muertos y sin reporte de desaparecidos. Pero la realidad es otra, la vox populi y las "benditas redes” han difundido imágenes escalofriantes de pérdidas humanas, del ganado flotando en las corrientes allí donde no había ríos ni lagunas, así como los campos agrícolas inundados, sin servicios de luz, telefonía, agua embotellada, papel higiénico y lo más elemental para poder sobrevivir. Todo se perdió, la agricultura y la ganadería han sufrido el peor estrago de su historia, los pueblos se quedaron sin alimento, el maíz y los frutales se pudren entre las aguas, su ganado es devorado por los cocodrilos y las aves de rapiña. Sus pocas pertenencias han quedado sepultadas junto a su patrimonio de toda la vida. Y la ayuda del gobierno a quienes consideraban su salvador, simplemente no existe.
Ante la desgracia, el gobierno federal y estatal brillan por su ausencia y se vuelve patente la ayuda para los damnificados. Sin embargo, lo que encuentran es un gobierno indiferente, sin la más remota idea de cómo resolver los problemas más apremiantes de la población. Pues, llega al absurdo de pedirle a la población "que corra a las partes altas&rdquo, cuando las inundaciones son las planicies y zonas pantanosas. Pero, lo más indignante para la población es que el mismo presidente confiese que prefirió inundar a las zonas más marginadas dando prioridad a sus proyectos de infraestructura. Quedando claro que aquí sí aplicó el lema de su gobierno "Primero los pobres&rdquo, pues a ellos fue a quienes inundó primero.
Por otra parte, la población cuestiona el manejo integral de la cuenca Grijalva-Usumacinta, ya que alimenta a tres presas importantes que están bajo el resguardo de la Comisión Federal de Electricidad que encabeza Manuel Bartlett, mismas que realizaron desfogues sin previo aviso a la población para que se resguarda y salvará algunas de sus pertenencias. Quedando claro que la responsabilidad es del gobierno quien fue anticipado por el Instituto Meteorológico Nacional de dichos fenómenos e hizo caso omiso de la advertencia. Ante esta situación y la impotencia por ver la pérdida de todas sus pertenencias, los tabasqueños realizaron aproximadamente 70 bloqueos a las escasas vías de comunicación encabezados por la población inconforme. Sin embargo, la respuesta que recibieron a sus demandas los quejosos fue la represión con la policía antimotines y la detención de 9 personas y que hoy están en la cárcel. Esta es la solución que dio el gobierno morenista.
La tragedia de Tabasco no queda con la pérdida de la vivienda, la cosecha, el ganado y sus enseres domésticos más elementales para vivir y la represión del gobierno; la tragedia más grande se está manifestando después de las inundaciones, ya que la población está sufriendo hambre y se ha generado un caldo de cultivo donde están proliferando enfermedades como el dengue, la covid-19 y el cólera. Lo crucial de la situación reside en la falta de medicinas y alimentos que contrarresten estos males, pero el gobierno estatal y federal brillan por su ausencia. La mayor tragedia del pueblo tabasqueño es que el presidente es oriundo de ese estado y no es capaz de disponer de los recursos materiales y humanos para contrarrestar el problema; tampoco, es capaz de emprender una campaña de ayuda que invite a los mexicanos a solidarizarse con los que viven en desgracia.
¿Cómo resolver el problema de las inundaciones en Tabasco?
Gente experta en el tema climatológico, hidrológico, edafológico y de ingeniería han hecho estudios serios para continuar con la infraestructura que evite las inundaciones en Tabasco. El manejo integral de la cuenca Grijalva-Usumacinta tiene el Programa Hidráulico de Tabasco (Prohtab) diseñado ex profeso para evitar las inundaciones y su costo es de 19 mil millones de pesos, apenas el 10% del costo total de la refinería de Dos Bocas cuyo costo es de 480 mil millones de pesos. Por tanto, queda claro que se da prioridad a una refinería que se inunda y no a obras de beneficio social para 2.5 millones de tabasqueños.
Por otra parte, los expertos consideran que se debe contar con un plan emergente que garantice albergues, comida caliente, víveres y se reduzca al mínimo la proliferación de enfermedades derivadas de los desastres naturales. Sin embargo, estos planes han quedado sepultados por los diputados de Morena, ya que votaron para desaparecer los fideicomisos como el Fonden, cuyo presupuesto era de 3 mil 353 millones de pesos y que eran empleados para este tipo de emergencias en prevención, respuesta y reconstrucción; sin embargo, este programa integral de principio a fin fue suprimido de un plumazo por la Cuarta Transformación, por ello, el gobierno brilla por su ausencia, porque los recursos se han canalizado a las mega obras y los programas clientelares del presidente pero no a las necesidades de la clase trabajadora.
El pueblo mexicano y los tabasqueños deben tener claro que la solución para resolver el problema de las inundaciones está fuera del esquema de Morena y el presidente de la República, primero, porque no cuenta con el personal capacitado para el manejo de la cuenca y sus respectivas presas; y, en segundo lugar, porque no está dispuesto a invertir en infraestructura que resuelva de manera definitiva las inundaciones. Por último, no está dispuesto a destinar recursos de prevención, respuesta y reconstrucción contra los desastres naturales. Por eso, la solución no está en un presidente moralista y predicador, la verdadera solución está en organizar al pueblo trabajador para educarlo, politizar y sean ellos quienes tomen las riendas del país.
Por eso, Antorcha y el pueblo mexicano se han solidarizado para instalar centros de acopio que permitan recolectar víveres para sus hermanos tabasqueños que están en desgracia. Hoy, Tabasco lanza un grito de justicia ante un gobierno negligente. Que los mexicanos no olviden este acto de lesa humanidad en contra del pueblo pobre y que se lo cobre en las urnas este 2021 para sacar a los diputados de Morena del Congreso de la Unión, por su abandono y por su actitud reaccionaria ante la desgracia. Que las inundaciones del 2020 nos refresquen la memoria en el 2021.
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