MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Tecomatlán, la chispa que encendió la conciencia

image

Antes de 1970, Tecomatlán era un pueblo sumido en la miseria: era uno de los más atrasados de la Mixteca Baja y quizá de todo el estado, dominado por el cruel cacicazgo de la zona, que se adueñó de la presidencia municipal para robarse el dinero que le llegaba e imponer la justicia de los ricos contra los pobres.

La organización y la lucha del pueblo de Tecomatlán lograron arrancar del abandono y la miseria a una comunidad que hoy es referente de desarrollo, educación y justicia social en México.

Tecomatlán, con un clima complicado para la siembra y alejado de las grandes ciudades (y, por lo tanto, de los avances en educación, salud y civilización que podrían darle una vida digna a sus habitantes), era un lugar donde los jóvenes salían “pa’ la capital” o a Estados Unidos para ganarse el dinero, pues en Tecomatlán el desempleo era la norma.

En ese contexto, los campesinos humildes no tenían cabida, o quizá sí: como mano de obra explotada por los ricos y caciques durante toda su vida, en cualquier trabajo disponible, cuando lo hubiera, hasta que el hambre, la marginación y las penurias de la pobreza los llevaran a la muerte. Como a millones de campesinos, olvidados y sin un futuro promisorio para ellos o sus hijos.

En Tecomatlán no había clínica ni médicos para atender ni siquiera una tos o una gripa, mucho menos una enfermedad más complicada. No había secundaria, ni preparatoria, ni universidad; es más, los caciques y los ricos no lo veían necesario: para arar la yunta desde las cinco de la mañana hasta la caída del sol o para lavar la ropa y hacer el aseo de la casa no se necesitaba saber matemáticas, español ni ciencias sociales o naturales. No era necesario. Más años de estudio sólo le quitaban tiempo al joven campesino para trabajar la tierra.

Sólo había una primaria incompleta, atendida por don Luis Córdova Reyes, “que no era maestro, era un hombre increíblemente culto. Sabía del mundo porque, como Cervantes, leía hasta los papeles que encontraba tirados en la calle y, por eso, la comunidad, en una época en la que no había suficientes maestros de carrera, lo eligió como maestro. No se equivocó. Su labor y la lucha antorchista cambiaron al pueblo para siempre”, lo retrató así el ingeniero Omar Carreón Abud en su artículo “Tecomatlán, en paz y progresando”, del 7 de enero de 2024.

Pero el pueblo se cansa, se rebela y hace justicia. En Tecomatlán eso sucedió: el pueblo humilde, los campesinos, las señoras, los jóvenes y unos pocos agrónomos y profesores se organizaron y comenzaron a luchar.

Cuenta Omar Carreón en su artículo: “Comenzó por los días de diciembre y enero de hace exactamente cincuenta años. Un grupo de campesinos pobres, alarmado, se presentó a buscar a Aquiles Córdova Morán, tecomateco, hijo de tecomatecos también pobres, para solicitar su ayuda urgente. La Policía judicial se acababa de llevar preso, acusado de varios y graves delitos, a Mauro Moreno Muñiz, un anciano cuya apariencia gritaba largos años de mal alimento, peor medicina y extenuante trabajo. 

No sobreviviría a la cárcel, le dijeron: a don Mauro Moreno lo habían denunciado –aceitando con dinero la maquinaria judicial– los antiguos y sanguinarios caciques porque el señor, bajo comedida presión, había accedido a venderles un pequeño solar ubicado cerca de sus casas, donde ellos ambicionaban construir el Palacio Municipal que consideraban de su exclusiva propiedad.

Posteriormente, el señor había cambiado de opinión, pero los caciques prepotentes no toleraban vaivenes ni quisieron emprender nuevas negociaciones; movieron sus influencias y don Mauro Moreno fue a la cárcel de Acatlán.

Aquiles Córdova era muy conocido y muy estimado por los campesinos de Tecomatlán; era uno de ellos, aunque sin ser campesino, pues había terminado una carrera profesional. (…) Hijo de padres solidarios y humanistas, había heredado esas cualidades y, como consecuencia de su genio, su lucha y su estudio, las había hecho conscientes.

Por todo eso, los campesinos de Tecomatlán lo fueron a buscar. La entrevista cambiaría sus vidas para siempre, la de Aquiles Córdova y la de muchos de nosotros también. Fue la chispa que encendió la Antorcha.

Se pusieron manos a la obra y, sólo Dios sabe cómo, sacaron a don Mauro Moreno de la cárcel y lo libraron de los absurdos cargos. El éxito alentó la confianza. En el pueblo había más injusticias y, por tanto, más necesidades, y hubo más conquistas del naciente grupo organizado.

Lo que siguió habría de costar vidas: casi a cada obra, la sangre regaba las calles; solo en los primeros años cayeron asesinadas quince personas, entre hombres y mujeres buenos”.

A mediados de la década de 1970, los tecomatecos organizados en Antorcha Campesina ganaron las elecciones de la presidencia municipal. El triunfo, más tarde, costó vidas de hombres y mujeres buenos, pues los caciques no saben perder y ordenaron crímenes contra quienes buscaban el progreso. Pero los campesinos no se doblegaron y Teco, como lo llamamos de cariño, comenzó una era de crecimiento.

Con cerca de 6 mil habitantes, Tecomatlán tiene una unidad deportiva con estadio de futbol, estadio de beisbol, canchas de basquetbol y voleibol, pista de tartán, un balneario con alberca olímpica, una casa de cultura de siete niveles (uno para cada arte), una plaza de toros con capacidad para 15 mil espectadores, un auditorio municipal para mil 200 personas, un hospital integral de primer nivel al que llegan enfermos de varias zonas de Puebla y de estados como Guerrero y Oaxaca, unidades habitacionales, un hermoso arco de entrada que por dentro es un museo y que está coronado por una antorcha que impone respeto por lo que representa la organización a nivel nacional, calles pavimentadas y casi el 100 % de los servicios básicos cubiertos para sus habitantes. En Tecomatlán no hay delincuencia: tiene cero criminalidad y una cárcel que no se usa, gracias a la labor profesional de la policía municipal. A nadie le falta trabajo ni sustento para su familia.

Para asombro de propios y extraños, en el año 2013 fue considerada una de las 25 mejores ciudades del mundo por el “City to City Barcelona FAD Award”, un concurso internacional que evalúa las ciudades más desarrolladas del planeta. De ese tamaño es la grandeza de la cuna del Movimiento Antorchista.

¿Y la educación? ¡Ahora sí se necesita! Hay 28 escuelas en todo el municipio y sus comunidades: ocho preescolares, nueve primarias, seis secundarias, tres bachilleratos y dos instituciones de nivel superior. 

¿Cuántos pueblos, con una población similar, tienen tantas escuelas como Teco? Todos los que quieran estudiar pueden hacerlo. Además, los alumnos destacan en competencias académicas, científicas, artísticas y deportivas a nivel estatal y nacional.

Para recibir a cientos de jóvenes de Puebla y otros estados que llegan a estudiar a Tecomatlán, existen “Casas del Estudiante”, entre ellas la “Villa Estudiantil”, con capacidad para 750 personas, que cuenta con dormitorios, biblioteca, comedor y salas de estudio.

Quizá algunos duden de todo lo que digo. Siempre es bueno desconfiar un poco. Por eso, los invito a comprobarlo visitando la cuna de la organización popular más poderosa de México.

Siempre pueden ir y disfrutar de la hospitalidad de los tecomatecos, pero ahora hay un motivo extra: la Feria Tecomatlán 2025, la feria de la unidad entre los pueblos, que es gratuita (sí, gratuita en todos los eventos, bailes, concursos, etcétera) y que se celebrará del 2 al 9 de marzo. No se la pierdan. No se van a arrepentir.

 

0 Comentarios:

Dejar un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

TRABAJOS ESPECIALES

Ver más