MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Transformar el mundo por infancias dignas

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Para cualquier país, la libre y sana educación de sus infantes debería ser considerada de carácter fundamental, pues se trata de quienes en unos años trabajarán arduamente por seguir construyendo un mundo mejor. Si su formación física, educativa y emocional se ve perturbada o deteriorada, estos no podrán labrar una sociedad cada día mejor.

?La Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, dice que “son niñas y niños los menores de doce años, y adolescentes las personas entre doce años cumplidos y menos de dieciocho años de edad. Para efectos de los tratados internacionales y la mayoría de edad, son niños los menores de dieciocho años de edad” (LGDNNA, art. 5).

También reconoce que las niñas, niños y adolescentes son titulares de derechos (LGDNNA, art. 1), y entre estos se encuentran: derecho a la vida, la paz, supervivencia y desarrollo. También forman parte los derechos a una vida libre de violencia, integridad personal, educación, no discriminación y libre participación (LGDNNA art. 13).

?Veamos. Se estima que en el mundo hay 2 mil 300 millones de niños y niñas (casi un tercio de la población humana total); en México, según las cifras del Censo 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), hasta tal año había 38.2 millones de niñas, niños y adolescentes en el país, es decir, 30.4 % de la población nacional, y se encuentran distribuidos principalmente en los siguientes estados: Estado de México (5 millones), Jalisco (2.5 millones), Veracruz (2.4 millones), Puebla (2.2 millones) y Chiapas (2.1 millones). 

En México, el 63 % de los menores de catorce años sufre violencia y mil 600 niños han fallecido en los últimos 3 años por el desabasto de medicamentos oncológicos por la pésima gestión de AMLO en materia de salud. 

?Lamentablemente, nuestros niños no ejercen sus derechos más básicos y necesarios para su sano desarrollo. De acuerdo con El Economista, 3.7 millones de menores trabajan en México y 94,795 se encuentran en situación de calle. Además, el 63 % de los menores de catorce años sufre violencia y mil 600 niños han fallecido en los últimos 3 años por el desabasto de medicamentos oncológicos (una de las múltiples consecuencias de la pésima gestión de la salud del presidente Andrés Manuel López Obrador).

La Red por los Derechos de la Infancia (Redim) informó en noviembre de 2022 que cada día en México mueren entre cinco y siete niños por violencia. Los estados de Michoacán, Guanajuato, Tamaulipas, Jalisco y Zacatecas son los que concentran tales índices debido a la fuerte presencia de delincuencia organizada. Lamentablemente, la política de “abrazos, no balazos” ha disparado los índices y roto récords en homicidios dolosos, desapariciones, feminicidios y muchos otros rubros. 

Ahora mismo hay demasiados niños y niñas en todo el mundo que no reciben las condiciones necesarias para estar protegidos contra enfermedades graves y mortales, para educarse y menos para desarrollarse cultural y deportivamente. 

En la Franja de Gaza, por ejemplo, de acuerdo con Unicef, la cifra de niños y niñas que necesitan asistencia humanitaria es la más alta desde la Segunda Guerra Mundial.

Gaza ha sido testigo de las devastadoras consecuencias de la guerra en la población infantil, con un balance de 2 mil 360 niñas y niños muertos y 5 mil 364 heridos a consecuencia de los incesantes ataques, es decir, más de 400 niños muertos o heridos a diario.

En el mundo 36.5 millones han sido desplazados de sus hogares y ocho millones de menores de cinco años tienen riesgo de morir por enfermedades y malnutrición. Las cifras sobre la perturbación de los derechos de los niños aún es muy larga.

Desgraciadamente, a los infantes nada los protege de la injusticia, la violencia, la guerra, el crimen organizado, los abusos psicológicos y sexuales. Ahora los fieles compañeros de nuestros niños son la inseguridad, el analfabetismo, la muerte. 

Cada ser humano debería luchar todos los días por transformar la realidad, por transformar el mundo en uno mejor, en el que los niños no sean la nueva víctima favorita del crimen en todas sus caretas.

Los niños merecen un mundo en el que tengan acceso a la educación, a la salud, a la recreación cultural, deportiva, en el que no pasen días sin tener la alimentación adecuada; en el que no tengan que trabajar en cruceros sino que tengan la plena oportunidad de transformarse en hombres y mujeres que no dejen de mejorar a la humanidad. 

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