“Maestra mexicana revela cuánto gana por dar clases en China y se hace viral”, “Profesora mexicana multiplicó su sueldo al irse a China”, “Maestra relata cómo pasó de ganar seis mil pesos al mes en México a mil 758 por hora en China”, fueron algunos de los titulares de diversos medios de comunicación digitales e impresos que circularon ampliamente en nuestro país en junio de 2022.
Esta noticia, que se “viralizó” en la red social “TikTok”, donde la usuaria @lindoloto, quien según contó, se recibió en México en Negocios Internacionales y se certificó en tres idiomas, llamó la atención de muchos seguidores al revelar cuánto ganaba en China, con lo cual quedó en evidencia que en México el salario de los docentes no anda muy bien que digamos.
Hay que regresar a la mística de los maestros rurales de antaño, quienes ejercían con verdadero “eros pedagógico”, con el cual se ganaban el respeto, la solidaridad y el cariño del pueblo entero.
Actualmente, aún con los aumentos salariales aprobados por el Gobierno federal, nuestro país se sigue ubicando en los últimos lugares de un grupo de alrededor de 30 países que contabiliza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Para respaldar esta afirmación, veamos algunos datos de organismos nacionales e internacionales sobre los maestros de nivel secundaria:
Según el informe anual educativo de la OCDE, “Education at a Glance 2023”, un profesor con 15 años de antigüedad gana en promedio 57 mil 758 dólares; sin embargo, en México, el ingreso alcanza apenas los 43 mil 556 dólares, cifra que nos ubica entre los últimos lugares, ya que países como Luxemburgo y Alemania obtienen por este concepto 112 mil 008 y 96 mil 742 dólares, respectivamente.
A pesar de ser reconocida por su impacto social y por cumplir un papel preponderante en el progreso y desarrollo de los pueblos, la docencia es una de las ocupaciones peor pagadas en México, en donde, al interior del país, también hay variaciones significativas dependiendo de factores como el nivel educativo, el tipo de institución, la región y el tipo de “plaza”.
De acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi, al corte del tercer trimestre de 2023, el salario promedio de los docentes de enseñanza secundaria fue de 7 mil 330 pesos mensuales.
Cabe destacar que Tabasco es de los estados que cuentan con uno de los ingresos más altos, pues el salario promedio mensual es de 14 mil 500; sólo superado por Baja California Sur, que presentó el promedio nacional más elevado con 15 mil 400 pesos mensuales.
Por su parte, Sinaloa se ubica por debajo de nuestra entidad con 12 mil 200 pesos al mes. Los tres juntos son los estados mejor pagados a nivel nacional; aun así, estamos muy lejos de alcanzar a los países de otras partes del mundo con economías mejor posicionadas.
Esta situación y la poca inversión del Gobierno mexicano en infraestructura educativa y otros renglones que tienen que ver con la enseñanza pública ha provocado que varios educadores adopten el lema de “hacen que me pagan; hago que trabajo”; es decir, se dedican a dar su cátedra sin preocuparse por preparar su clase, apoyarse con material didáctico y otras herramientas que muchas veces tienen que pagar de su bolsa.
Mucho menos se preocupan por actualizar sus conocimientos, sin detenerse a pensar que el resultado de esta actitud comodina y convenenciera produce un ejército de semianalfabetas que, si bien les va, siguen recitando que los estados de la materia son sólido, líquido y gaseoso, cuando ya la ciencia ha descubierto nuevas formas de su existencia; o que nuestro sistema solar cuenta con nueve planetas cuando esa información ya no es exacta; por decir lo menos.
Ese ejército sólo servirá para venderse como fuerza de trabajo barata, pero no como mano de obra calificada, que requiere la industria moderna u otras áreas de la producción actual. Con esos resultados estamos condenados a seguir cediendo los puestos de trabajo mejor remunerados a profesionistas extranjeros y a seguir en el subdesarrollo y la dependencia como nación.
Hoy mismo estamos sufriendo las consecuencias de ese atraso, el cual se refleja en la reciente prueba PISA que dejó en claro que hemos retrocedido décadas en el aprendizaje.
Un estudio realizado por Remitly y publicado por NMás el pasado 2 de mayo destaca que el “trabajo” con el que sueñan los jóvenes mexicanos, al igual que en Perú, Bolivia, Chile e Indonesia, es el de ser “YouTuber”, mientras que en Argentina, Paraguay, Venezuela, Colombia, Ecuador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá desean ser “influencer”.
La diferencia la marcan países como Estados Unidos y Canadá, donde la población estudiantil prefiere la carrera de piloto. Curiosamente, en estos dos países la inversión en educación es más elevada que en México.
En el resto de los países del continente prefieren ser abogados, empresarios, emprendedores o escritores.
Esta situación nos permite ver que los maestros de México no podemos ni debemos —imitando la actitud del Gobierno— desentendernos de nuestra responsabilidad como educadores de las futuras generaciones.
Hay que regresar a la mística de los maestros rurales de antaño, quienes desempeñaban su profesión con verdadero “eros pedagógico”, con lo cual se ganaban no sólo el respeto, sino la solidaridad y el cariño del pueblo entero, que veía en ellos casi a un sabio que les podía orientar en diferentes temas de la vida cotidiana.
Además, el maestro era visto como un líder que ayudaba a la comunidad a salir adelante en su desarrollo y modernización. Aquellos cumplieron su papel en la historia de nuestro país.
A los maestros de hoy les corresponde cumplir con su función de encauzar adecuadamente las inquietudes de sus pupilos y también del pueblo mexicano en su conjunto por el camino del progreso.
Tengan por seguro que si lo hacen, ese mismo pueblo no sólo les aplaudirá y respaldará en su lucha por mejores condiciones laborales. También se sumará gustoso, hombro con hombro, hasta conseguir que juntos encaminemos a nuestro país por un mejor destino.
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