Es evidente que las acciones del gobierno de México para contrarrestar la crisis económica (ya convertida en una recesión) provocada por la covid-19, son insuficientes. Desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador dio a conocer su plan económico el pasado 5 de abril ya se veían venir los platos rotos que como siempre el pueblo paga: 1) Inversión pública para el desarrollo económico y social (desglosada en los programas sociales por todos conocidos y en obras como el tren maya, el aeropuerto de Santa Lucía y la refinería de Dos Bocas). 2) Empleo pleno (prometiendo crear hasta dos millones de empleos en este año), y 3) Honestidad y austeridad republicana (que se materializaría con la eliminación de diez secretarías, el recorte de hasta el 25% del salario de altos funcionarios públicos y eliminación de otras partidas del gobierno). Nada más. Y todo esto, dijo el presidente sin decir cantidades, financiado con ahorros del fondo de estabilización de ingresos presupuestarios y recursos que se mantenían guardados en fideicomisos. Sin estrategia en el sistema impositivo para financiar las medidas, sigue una política de restricción fiscal.
Asimismo, en días pasados el subgobernador del Banco de México, el economista Gerardo Esquivel, dio a conocer un plan económico del Banco de México para contrarrestar esta crisis económica. Se trata de inyectar liquidez vía los bancos a la tasa de interés más baja de 6%. Es decir, se estarían garantizando los recursos suficientes y las condiciones para que los bancos hagan préstamos, pero dejando toda la operatividad a merced de las instituciones bancarias. Una política monetaria al estilo Keynesiano, nada nueva para el neoliberalismo.
Por otro lado, para desentrañar el por qué son insuficientes las acciones económicas de AMLO, la también economista por Harvard, Viri Ríos, hace unas semanas publicó un artículo en donde dice textualmente: "Los programas sociales de AMLO no cubren a todos. En México hay 22 millones de beneficiarios de estos programas y 52 millones de pobres (aunque hay estimaciones de economistas serios como Julio Boltvinik que reconocen la cifra de 91 millones de pobres en México, A.A.). Por lo tanto, ante la covid-19, no existirán ayudas para un 57 por ciento de las personas que viven en pobreza. Y un millón de mexicanos tendrán por único apoyo un microcrédito que deberán pagar con el tiempo (se les darán mil dólares con tasas de interés bajas y se les pedirá que paguen en cuatro meses)." Algo que concuerda con la realidad, no sólo porque vemos pobreza por doquier, sino también porque vemos que las entregas en los apoyos de los programas sociales, tan mencionados por AMLO con bombo y platillo para todo mundo, están siendo entregados selectivamente a simpatizantes de Morena dejando a la gran mayoría de la población sin acceso a un apoyo. Además, una encuesta publicada por el Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales (CEMEES), nos muestra que el 86% de los encuestados no se ha beneficiado por ningún apoyo del gobierno.
En cuanto al empleo, Gerardo Esquivel dice que alrededor de 700 mil empleos se perderían al término de abril, lo que duplica al total de empleos creados en todo 2019. Esto sin considerar que el 60% de la población económicamente activa está laborando en el empleo informal. Y para variar, cifras del IMSS, ISSSTE y Banxico de años anteriores muestran que, sin crisis, el mayor número de empleos creados no han superado los 836 mil en 2017 (cosa que nos hace dudar que se pueda lograr la promesa de los 2 millones de empleos), con un pronóstico también negativo para este año.
Y en cuanto a las medidas de honestidad y austeridad republicana, es buena la intención, pero su magnitud sería igual a tirar una piedrita al inmenso mar de la necesidad. Asimismo, el economista e investigador del CEMEES, Eduardo Durán, nos dice: "Para 2019, el fondo (de estabilización de ingresos presupuestarios) fue utilizado para cubrir el gasto que se realizó durante el año para subsanar el alto costo de los programas sociales prioritarios del gobierno federal, obteniendo un saldo final al cierre de 2019 de 158,543.1 millones de pesos". ¿Dónde quedaron, pues, los impuestos de todos los mexicanos y la famosa lucha contra la corrupción de la que saldrían los recursos para acabar con la pobreza?
El economista e investigador del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), Irvin Rojas, en un artículo publicado en la revista nexos, proponiendo acerca de un financiamiento hacia la toma de medidas económicas para paliar la crisis, menciona: "El costo político de tomar deuda podría ser compensado si las acciones fiscales van de la mano con importantes arreglos al sistema impositivo que recaude más y mejor, traduciéndose en beneficios tangibles para quienes menos se han beneficiado del arreglo económico vigente". ¿Tenía o no razón el Movimiento Antorchista cuando proponía ya desde hace varios años la implementación de un nuevo modelo económico basado en la recaudación fiscal progresiva? Eduardo Durán lo concreta de esta forma: "Bastaría con un impuesto del 6% a la riqueza de los 10 hombres más ricos del país para duplicar lo que el gobierno ha anunciado para combatir la crisis económica".
Pero la prueba más contundente de que el plan económico de la 4T es insuficiente es la realidad misma, realidad con la que se topa el Movimiento Antorchista a diario: gremios enteros de trabajadores despedidos o con recorte salarial, pequeños comerciantes que no pueden vender, campesinos, obreros y millones de trabajadores de todos los sectores ven detenidos sus ingresos para sostener la alimentación de sus familias o pagar sus servicios. Por otra parte, viviendas muy pequeñas donde las familias viven hacinadas, viviendas sin agua, sin drenaje, casi a la intemperie o sin luz y sin internet para que sus hijos tengan clases virtuales. Y, por si fuera poco, comunidades con centros médicos y hospitales sin la infraestructura ni el material necesario para hacer frente a la covid-19, y en muchos casos hasta sin los mismos hospitales ni centros de salud.
Pero pobreza ya había. La crisis económica causada por la covid-19, ante el llamado del gobierno para quedarnos en casa sin un plan económico eficiente, sólo vino a desnudar las condiciones tan míseras en las que viven millones de mexicanos. El Movimiento Antorchista ha luchado, desde que existe, por mejores condiciones de vida para los trabajadores del país. El pueblo organizado en Antorcha ha gestionado centros de salud, hospitales, apoyos médicos, vivienda, agua, electrificaciones, escuelas y muchas más obras y servicios de calidad para las comunidades de escasos recursos, pero siempre con una rotunda respuesta negativa por parte de los gobiernos. Nunca se le ha hecho caso a la lucha de Antorcha. Además, desde hace ya varios años y con más ímpetu desde el 2014, el Ing. Aquiles Córdova Morán, dirigente nacional del Movimiento Antorchista, le planteó a la nación entera los 4 ejes principales que propone Antorcha para gobernar este país: a) Empleo para todo aquel que lo necesite. b) Salarios justos para adquirir la canasta básica completa. c) Reorientación del gasto público en beneficio de los trabajadores, y d) Política fiscal progresiva para que el pueblo alcance de todo el presupuesto que los ricos le arrebatan.
Y es ahora, tras la política de austeridad de la 4T y la disyuntiva en la que cercaron al pueblo pobre y no tan pobre (de: o contagiarse por la covid-19 o morirse de hambre), que México entero está virando su atención al llamado que le hace Antorcha. En varias estaciones de radio, televisión, periódicos y redes sociales que antes no volteaban a ver a esta organización, ahora inundan su información con la bandera de Antorcha. En miles de casas de pueblos y colonias pobres se han visto trapos blancos y cartulinas exigiendo alimentos para las familias. El pueblo de México tiene derecho a disfrutar de toda la riqueza que él crea a diario con el sudor de su frente y por eso es necesario y urgente que el gobierno, que se dice defensor de los pobres, le de la alimentación que se merece a todo aquel afectado directa o indirectamente por esta crisis económica, sin distinciones partidarias. Porque, si el gobierno no le retribuye el ingreso que los trabajadores han perdido por estar en casa protegiéndose del virus, más temprano que tarde la organización popular hará valer lo que por derecho le corresponde. Es la hora de Antorcha.
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