En julio de este año se cumplirá el cuarto año en que un sector de la población votó por un esperado cambio que no se avizora por ningún lado y que, víctima de rencores contra gobiernos anteriores, así como ilusiones por las promesas del entonces candidato de la “Cuarta Transformación”, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), celebraron la elección de un nuevo gobierno que acabaría con “todos” los males del país, principalmente “la corrupción”.
Definitivamente 2022 no comienza bien. A más de tres años, buena parte del discurso ha cambiado constantemente porque la realidad ha resultado más cruda que los “buenos” deseos e intenciones de López Obrador. Por ejemplo, no se vislumbra de manera alguna que el precio de la gasolina se acerque a los 10 pesos prometidos ni que baje el precio de los demás combustibles, celebrado en su momento por varias personalidades de Morena. Tampoco se ve que el sistema de salud se vaya pareciendo al de Dinamarca, ni que la delincuencia organizada esté cambiando las armas por los tractores y trabajen en la agricultura (salvo el cultivo de enervantes), ni el ejército ha vuelto a los cuarteles, tampoco la economía crece al ritmo de 6 o siquiera 4% (según la última promesa), delincuentes dirigen instituciones (Delfina Gómez, Félix Salgado, Gertz Manero, etc.) y no hay ningún ex presidente encarcelado… de la corrupción, los videos de familiares y amigos del presidente recibiendo fajos de billetes explican mejor la situación.
La demagogia ha sido una constante en la política mexicana desde hace décadas, pero la actual clase política ha llegado al descaro y cinismo total por parte del aparato político que gobierna. Y es cierto que la pandemia también incidió en nuestro país, pero las autoridades aquí dejaron al virus dejar hacer y dejar pasar, sin tomar las medidas para proteger a la población, huelga decir todo lo que el gobierno debió hacer y no hizo.
Según el informador.mx, a principios del mes de enero de 2022 México ocupaba (y ocupa) primer lugar en índice de muertos por coronavirus (somos el país con más muertos en proporción con los contagiados de covid-19) y entre los datos de la Secretaría de Salud y el Inegi suman ya más de medio millón de mexicanos muertos por el virus y los muertos por la violencia que no paran de elevarse.
A finales de diciembre del año pasado y enero de este año, hemos sufrido un fuerte incremento de precios en la canasta básica, situación muy dolorosa para las familias humildes (como lo dijo el Ing. Aquiles Córdova, dirigente nacional antorchista, la disyuntiva está entre comer menos o comer productos de mala calidad), porque propicia la desnutrición.
Los niños con cáncer siguen sin medicinas, los campesinos sin fertilizantes, los empleos cada vez son más escasos, cierran pequeñas empresas, las grandes mudan a otros países, las obras faraónicas del presidente incrementan su presupuesto y sin visos de terminarse pronto, la violencia se incrementa, la delincuencia organizada, y no campean sin pudor en todo el país, se recortan los recursos a los estados y municipios, en aras de la austeridad se eliminan las obras y apoyos para el pueblo más pobre, lo único que se le ofrece es la compra de votos con los “apoyos” en efectivo.
Pero hay más, Edna Jaime, directora de México Evalúa, en un artículo titulado Hacienda Pobre, Futuro Incierto, menciona: “Cuando afirmo que lo micro sufre, me refiero a que las asignaciones presupuestarias no están financiando políticas públicas orientadas a abatir nuestros rezagos, fortalecer instituciones del Estado o impulsar el capital humano del país. La evidencia indica que la inversión en lo social, por lo pronto, no ayuda a los más pobres. En materia de inversión física, los proyectos emblemáticos del presidente no dan señal de generar valor genuino; no se analizaron bajo el tamiz del retorno social con miras de mediano o largo plazos para impulsar el crecimiento o la convergencia en productividad entre distintas regiones. Los servicios educativos y de salud se deterioran, y la pandemia redobla su rezago. El gasto público en este país no cambia el stato quo; lo refuerza y lo agrava. Nos hemos consumido reservas, ahorros, fondos para gastos catastróficos (…) con la finalidad de mantener un balance que ya no es tal: López Obrador recibió una hacienda debilitada, pero que contaba en el FEIP y en el Fonden, con fideicomisos varios para financiar proyectos en distintos ámbitos. Es decir, que a pesar de las deficiencias se contaba con fondos para responder a riesgos o contingencias severas. Hoy, que tenemos que responder a una emergencia como pocas a causa del covid-19, no se nos proporciona información sobre cómo los recursos disponibles en ciertas reservas han sido utilizados (es más probable que su destino haya sido Pemex y CFE, que la mitigación de la pandemia -agregado de TRG-). Esos recursos, que presumiblemente financian gasto corriente, ya no estarán para los ejercicios fiscales futuros. Lento, pero la soga nos aprieta el cuello. Estados y municipios tendrán años difíciles, porque las transferencias de la Federación serán menores. Su falta de independencia fiscal los coloca en una zona de riesgo financiero.”
En tanto, Oxfam informa que los multimillonarios del mundo incrementaron su riqueza en 2021 en otros 5 billones de dólares. Mientras, Ricardo Salinas Pliego (poderoso empresario, aliado de López Obrador) se regodea de no pagarle impuestos al SAT por más de 2,636 millones de pesos y presume que puede adquirir Banamex sin despeinarse.
Ahora, los seguidores de López Obrador acaban de publicar una encuesta de Morning Consult, presumiendo que el presidente mexicano es el segundo mejor del mundo, por detrás de Narendra Modi (de la India). Cierto, aún conserva mucha popularidad a pesar de que su gobierno ha agravado el sufrimiento del pueblo, debido a que el fanatismo nace de la ignorancia y falta de educación política, por ello es tan importante que los intelectuales se sumen a despertar al pueblo y le enseñen que no hay redentor alguno que le resuelva sus problemas y necesidades. Es el pueblo a quien toca construir su futuro con su decisión inquebrantable, de la mano de quienes lo orienten para hacerlo. Así que ante la oscura tormenta hay que tener la seguridad de que la calma y la luz están próximas. Ante el panorama sombrío, más decisión, más lucha para un mejor futuro.
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