Cuando pensábamos que ya habíamos superado el acalorado tema de la recaudación fiscal para el ejercicio 2022, la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, el pasado 20 de enero en la entrega de la famosa “Tarjeta de la Pensión para el Bienestar” como parte de los conocidos programas sociales (punta de lanza de este gobierno), mencionó en su discurso que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) “no ha aumentado impuestos, no ha aumentado derechos, nada más le ha cobrado los impuestos a quienes no los pagaban, que eran los de más arriba, y ha hecho un programa de austeridad que lo que significa es quitarle el peso del gobierno al pueblo de México, con ese mismo recurso hace la pensión del adulto mayor universal en nuestro país”.
Más adelante menciona “aquí en la ciudad cuando nosotros llegamos, (porque) solo se entregaba en la ciudad, lo recibían quinientos veinticinco mil adultos, hoy se da desde los 65 años y lo están recibiendo el doble de personas de lo que los recibían hace tres años, y no solo eso sino que prácticamente están recibiendo el doble de apoyo de lo que se recibía hace tres años, parece un milagro”, y termina “aquí en la ciudad a los adultos mayores, da el Gobierno de México en la medida de nuestras posibilidades y de nuestro presupuesto, decidimos apoyar a los niños y a las niñas que van a escuela pública. Cada familia recibe alrededor de mil pesos bimestrales por un niño o una niña que vaya desde preescolar hasta secundaria, entonces en la ciudad estamos apoyando a los adultos mayores del Gobierno de México y los niños y las niñas de manera universal que van a escuela pública desde el gobierno de la ciudad, eso le representa a la ciudad alrededor de seis mil millones de pesos y ¿dónde estaban antes?, pues también en gastos superfluos o en el bolsillo de unos cuantos, así que cuando se cierra la puerta a la corrupción se abre la puerta a los grandes derechos”.
Hasta aquí si nos conformáramos con la Vox Populi del discurso puede que veamos con buenos ojos los resultados del combate a la corrupción, un ascenso al éxito acelerado, como cuando agitamos agua con jabón. Pues bien, en estos tiempos de recesión económica visible para cualquiera, no solo la alcaldesa sino el apócrifo discurso de la 4t nos invita estimado lector a analizar entonces porque no mejora la situación de muchas familias.
Varios factores económicos y sociales intervienen para darle respuesta a esta pregunta, sin embargo, por el momento solo desmenuzaremos lo que hay detrás del discurso de la jefa de Gobierno en tres puntos que considero importantes. Primero, sobre los impuestos. Es sabido que México es el país de la OCDE que menos recaudación de impuestos realiza, cuando el promedio establecido por esta organización es del 33.8% del PIB, México solo recaba el 16.5%, lo que lo convierte en el paraíso fiscal de los empresarios. Ya hace algunos meses escuchamos las maravillosas propuestas de AMLO en su intervención en la reunión, en ese sentido dejando de lado el IVA que ya representa un ingreso importante, la Secretaria de Hacienda entrando el 2022 lanza el Régimen Simplificado de Confianza (RESICO) obligatorio sustituyendo al Régimen de Incorporación Fiscal (RIF), es cierto que no se crearon nuevos impuestos federales pero sí hubo reformas fiscales importantes, además en la CDMX sí hubo creación de nuevos impuestos locales, por lo tanto es una verdad a medias decir que solo se le cobra impuestos a quienes no pagaban antes, claro a las clases medias y bajas, más o menos dice el SAT a diez millones de nuevos contribuyentes que según el RESICO tienen ingresos anuales no mayores a tres millones quinientos mil pesos, que son los negocios medianos y pequeños como tiendas de abarrotes, cremerías, estéticas, taquerías, carnicerías, verdulerías, etc. y por sus condiciones ahora están en el ojo del fisco. Segundo, la desigualdad. Sobre la base de este argumento estas reformas e impuestos no tocaron para nada al 1% más rico de México, pues durante la pandemia dice la CEPAL en su informe Panorama Social de América Latina 2021, creció la fortuna en un 11% de los millonarios mexicanos en dos años de pandemia, mientras del otro lado cinco millones de personas se sumaron a las filas de la pobreza extrema, dejando al descubierto la desigualdad en su máxima expresión.
Desafortunadamente la concentración de la riqueza sigue en unas cuantas manos y la actual recaudación fiscal no sólo ha acrecentado la desigualdad sino la acentuó, en resumen, quien financia los asombrosos programas sociales es el mismo pueblo y no algún tipo de autoridad o milagro divino como dice la gobernante. Tercero, los logros. Ver la entrega de programas como un éxito de una política honesta es echarle humo en los ojos a la gente porque la educación o la vejez tranquila son un derecho constitucional, no están encontrando la aguja en el pajar, el gobierno federal y local tiene la obligación de garantizar estos derechos como muchos otros pero no con mil pesos bimestrales, sino con obras de impacto, creación de científicos, investigadores, hospitales, escuelas, academias, centros de cultura, deporte, etc. para niños, jóvenes, adultos y adultos mayores.
Los cambios no se dan de la noche a la mañana solo con cerrarle la puerta a la corrupción, los cambios solo los puede lograr la masa organizada, consciente, fuerte y dispuesta a participar de manera activa en las decisiones políticas y económicas de su país, la 4T y sus seguidores podrán haber ascendido al poder como la espuma pero más temprano que tarde las clases oprimidas se unirán como un solo hombre para hacer el cambio que se necesita y quien lo dude que estudie la historia de las luchas de clases que se han librado a lo largo de la historia, no hay mal que dure cien años. Ya escribió Shakespeare en Hamlet “Este tipo de hombres solo así -como muchos de la misma calaña que yo conozco en nuestra corrompida edad-, consiguen acomodarse al gusto del día y de los sucesos, con una exterioridad halagadora, con la cual suelen sorprender el aprecio de los hombres prudentes. Pero se parecen a la espuma, que al soplarle se desvanece”.
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