Aunque los señalamientos son claros e irrefutables y los errores están a la vista, las autoridades del gobierno actual han construido un discurso que niega los hechos, aun frente a pruebas contundentes. Esta ha sido la constante desde el sexenio de AMLO y ahora con la doctora Claudia Sheinbaum: negar lo evidente, minimizar la tragedia.
La llamada Cuarta Transformación prefirió invertir miles de millones en obras faraónicas e inútiles antes que en equipar hospitales, comprar medicinas o renovar equipos básicos como los de rayos X, y las consecuencias están a la vista.
Hoy me refiero a un problema que duele profundamente a la población, porque afecta uno de los pilares más importantes para cualquier ser humano: la salud. El sistema de salud en México está en ruinas. Su colapso ha ocurrido ante la mirada impasible de las autoridades, que parecen ignorar —o no querer asumir— las consecuencias de sus decisiones. Es legítimo preguntarse si realmente dimensionan el daño provocado o si simplemente les resulta indiferente.
Personal médico y de enfermería en hospitales y clínicas de todo el país denuncia que opera bajo condiciones de desabasto de medicamentos e insumos, recortes presupuestales y un abandono crónico de la infraestructura hospitalaria. La situación ha llegado a niveles insostenibles. No es casualidad que, con frecuencia, el personal del sector salud tome las calles para exigir condiciones dignas de trabajo y atención adecuada para los pacientes. En la Ciudad de México, por ejemplo, las manifestaciones de médicos y enfermeras son ya parte del paisaje cotidiano. Casi siempre reciben como única respuesta el silencio.
“Cuatro hospitales en Puebla han denunciado que les faltan recursos para dar atención a los pacientes: el Hospital General de Tehuacán, el Hospital General de Huejotzingo, el Hospital de la Mujer y Neonatología, y el Hospital General de Teziutlán. En paralelo, en el Hospital Civil Dr. Aurelio Valdivieso, en Oaxaca, han señalado las mismas carencias, además de la imposibilidad de realizar cirugías por falta de insumos”. (El País, 9 de enero de 2025).
“Personal de salud del Hospital General de México Eduardo Liceaga se manifestó con lonas dentro y fuera del nosocomio (hospital) para denunciar la falta de personal y de insumos”. (La Jornada, 23 de enero de 2025).
“El director del Hospital General de Ensenada, José Juan Godínez Montaño, fue destituido luego de que circulara un oficio dirigido al secretario de Salud de Baja California, Adrián Medina Amarillas, en el que alertaba sobre graves carencias operativas, como medicamentos esenciales, insumos de curación, personal y equipos descompuestos”. (La Silla Rota, 24 de abril de 2025).
La situación se repite en otras entidades. “El Hospital Regional de Alta Especialidad de Ixtapaluca, en el Estado de México, funciona desde finales de 2024 al 25 % de su capacidad por falta de personal, medicamentos e insumos. En el Hospital Regional de Alta Especialidad de Ciudad Victoria, Tamaulipas, la crisis es similar. En Guadalajara, pacientes de las clínicas 78 y 110 han reportado la falta de medicamentos para diabetes y enfermedades renales”. (Salud en corto, 25 de febrero de 2025).
Este escenario no es producto del azar. Es consecuencia directa de decisiones erróneas por parte del gobierno federal, que han empujado al sistema de salud a un punto crítico. Durante el sexenio de López Obrador se desmanteló el sistema de salud pública, eliminando el Seguro Popular, que atendía a los sectores más vulnerables, y fue sustituido por el fallido Insabi, un organismo marcado por la ineficiencia y la corrupción. La realidad hoy es que el abasto de medicamentos es inexistente y los hospitales públicos están colapsados. Las familias han quedado desprotegidas, sin acceso a tratamientos que deberían ser gratuitos.
Se han desmontado programas esenciales de salud y se ha dejado a millones de mexicanos a su suerte. Las cifras no mienten: miles de muertes por falta de medicamentos pudieron haberse evitado. Pero lo más alarmante es la saturación hospitalaria y la desaparición de estrategias de prevención.
¿Cuántas madres han perdido a sus hijos por cáncer infantil, suplicando por quimioterapias ante un gobierno insensible? ¿Cuántos adultos mayores han muerto esperando una consulta especializada? ¿Cuántos niños se han enfermado por no recibir vacunas a tiempo? La llamada Cuarta Transformación prefirió invertir miles de millones en obras faraónicas e inútiles antes que en equipar hospitales, comprar medicinas o renovar equipos básicos como los de rayos X, y las consecuencias están a la vista.
El 14 de marzo de 2025, el diario El Universal publicó una nota titulada “Aumenta el riesgo de muerte por contagios hospitalarios” y agrega: “Después de la pandemia de covid-19, de cada cien personas que contraen una infección al hospitalizarse en el IMSS, veinte mueren. Las causas están vinculadas al abandono histórico del sistema de salud y a la reducción presupuestal, que lo ha precarizado aún más en los últimos años. Esto ha derivado en la falta de medicamentos e insumos”.
El mismo medio reportó: “Apenas en diciembre de 2024, la Secretaría de Salud federal informó sobre un brote de Klebsiella oxytoca, una bacteria que provoca infecciones mortales. El brote surgió en hospitales públicos del Estado de México, Michoacán y Guanajuato. Afectó a treinta y cinco niños, de los cuales murieron dieciséis bebés prematuros y un adolescente de catorce años. La dependencia informó que los contagios pudieron deberse a la contaminación de alimentos administrados vía intravenosa o de los insumos utilizados para su aplicación”.
El 29 de abril de 2025, también El Universal publicó que “…la megafarmacia en el Estado de México no ha resuelto ni remotamente el acceso de la población a las medicinas que el IMSS-Bienestar ha prometido por años. El desabasto es crítico desde hace varios años y la solución no se ve en el horizonte”.
Mientras tanto, el gobierno federal sigue refugiado en los discursos, pero los discursos no curan. En el sistema de salud, lo que impera es una crueldad institucionalizada hacia los pacientes y sus familiares. Basta con visitar cualquier hospital del IMSS o del Issste para comprobar en qué condiciones se presta el servicio.
Los habitantes de la Ciudad de México, al igual que los 125 millones de mexicanos, merecemos un sistema de salud digno, público y funcional. Y para ello, el gobierno de la doctora Sheinbaum debe invertir lo suficiente. Ni más ni menos.
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