MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

A siete años de la partida de Nancy López, su legado continúa

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14 de octubre, un aniversario más de la partida de nuestra compañera Nancy López García, una joven mujer del pueblo que entregó su vida a la causa más noble que puede abrazar un ser humano: la lucha por un México más justo, más igualitario, más humano. Han pasado siete años desde aquel día en que nos arrebataron su presencia, pero su ejemplo sigue iluminando el camino de quienes continuamos la batalla que ella eligió dar con valentía y convicción.

El mejor homenaje que podemos rendirle no son las lágrimas ni las flores, sino la continuidad de su lucha. Sigamos su camino y redoblemos el esfuerzo por conquistar el país que ella soñó: un México sin pobres, sin explotados y sin marginados.

Nancy nació en el seno de una familia humilde; conoció desde pequeña las carencias que provoca la pobreza y, como miles de jóvenes en nuestro país, enfrentó las consecuencias de vivir en un sistema que condena a la mayoría a la marginación, mientras unos cuantos se enriquecen obscenamente. Pero, a diferencia de muchos que se resignan, Nancy decidió organizarse, decidió luchar. Encontró en el Movimiento Antorchista una herramienta para transformar la indignación en acción y, con su juventud, entrega y compromiso, se convirtió en una dirigente ejemplar en la región de Huamantla.

Quienes la conocimos sabemos que no buscaba beneficios personales ni aspiraba a reconocimientos; su mayor anhelo era ver a su pueblo salir de la pobreza, acceder a los servicios básicos, tener educación, salud y empleo digno. Por eso, su pérdida no sólo fue un golpe para sus familiares y amigos, sino para todo el pueblo trabajador, que vio caer a una de sus hijas más valiosas.

Sin embargo, sería un error recordar a Nancy únicamente con tristeza. Hoy, a siete años de su ausencia física, debemos evocarla con la firmeza que la caracterizaba, con la claridad política que la distinguió y con la esperanza revolucionaria que la impulsaba. Nancy comprendía que los problemas del pueblo mexicano no son producto de la mala suerte ni de individuos corruptos, sino de un sistema económico capitalista que concentra la riqueza en pocas manos y condena a millones a la miseria. Y sabía también que ese sistema sólo podrá cambiar si el pueblo se organiza, se educa políticamente y toma en sus manos el poder para construir una sociedad nueva, verdaderamente justa y fraterna

Por eso, su legado no ha muerto: vive en cada colonia que se organiza para exigir servicios; en cada joven que se forma políticamente; en cada campesino que lucha por su tierra; en cada mujer que levanta la voz ante la injusticia. Nancy sigue presente en la conciencia del pueblo que despierta, en la fuerza que se multiplica en las filas de los pobres organizados.

Hoy más que nunca, cuando México vive una crisis económica, moral y social que hunde cada vez más a los trabajadores en la pobreza, el ejemplo de Nancy debe servirnos de guía. Ella nos demostró que el cambio no vendrá de los poderosos, sino del pueblo consciente y organizado.

A siete años de su partida, el mejor homenaje que podemos rendirle no son las lágrimas ni las flores, sino la continuidad de su lucha. Sigamos su camino y redoblemos el esfuerzo por conquistar el país que ella soñó: un México sin pobres, sin explotados y sin marginados. Esa es la única manera de mantener viva la llama de Nancy López García.

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