MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Capitalismo caníbal

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La variedad y la escala de los desafíos que aquejan a las sociedades contemporáneas es apabullante. Un observador crítico e informado de la realidad actual podría citar fácilmente, por ejemplo, la crisis climática y el calentamiento global, la contaminación y depredación del medio ambiente, la pobreza y la desigualdad lacerantes, la informalidad y la precariedad laboral, el ascenso del fascismo y los autoritarismos populistas, la pandemia por covid-19 y sus efectos sociales y económicos, conflictos geopolíticos y por la hegemonía del mundo que nos tienen en el vilo de la guerra nuclear, y un largo etcétera.

Ciertamente algunas de estos problemas son de larga data y aparecen quizá cuando surge históricamente el capitalismo, otros, sin embargo, son más recientes y exigen un análisis serio que explique su dinámica propia y la relación que guarda con la organización social y económica imperante.

Frente a este contexto, de acuerdo a Nancy Fraser, referente de la teoría crítica y del feminismo, las luchas populares que emergen por los principales afectados son fragmentarias y no logran unificarse en torno a un denominador común: la crisis general de las sociedades capitalistas contemporáneas del que surgen múltiples injusticias, irracionalidades y contradicciones.

En el contexto de Estados Unidos, por ejemplo, afirma que, los movimientos emancipatorios actuales se agrupan en torno a las luchas feministas; las luchas antirracistas, las luchas antiimperialistas, los movimientos en defensa de los derechos de los trabajadores o de los migrantes, los que defienden la democracia, derechos humanos y la justicia social, o los que pugna por medidas más radicales que mitiguen el cambio climático, etc. Cada una por su lado sin lograr una unificación y la conformación de un frente común que aglutine a los distintos segmentos de la sociedad en torno a un proyecto conjunto y que se constituya efectivamente en una contrahegemonía colectiva que ponga freno a la depredación y los problemas antes mencionados.

Fraser ofrece un nuevo enfoque teórico basado en la teoría social, la reflexión histórica y política que pueda servir como plataforma para unificar a estas corrientes y luchas fragmentarias de diversos sectores de la sociedad y sea una alternativa tanto al neoliberalismo corporativo como a los populismos reaccionarios. En su narrativa es la sociedad capitalista la que origina las divisiones de género, raza y clase y sus intersecciones y por eso mismo, están ligados por un lazo no aparente a primera vista. Sin embargo, su definición de capitalismo es más amplia que la tradicional: un orden social que promueve una economía guiada por la búsqueda de la ganancia, apoyado en mecanismos extraeconómicos como la depredación y apropiación de recursos naturales, el trabajo doméstico no pagado, la súperexplotación de comunidades migrantes como los indocumentados, la cooptación de los poderes públicos y el aprovechamiento de los bienes públicos, etc.

En este sentido, argumenta que el capitalismo se apoya en tres tipos de trabajo por razones sistémicas para su funcionamiento: trabajo asalariado o explotado, trabajo expropiado semilibre, principalmente de poblaciones racializadas o migrantes indocumentados y el trabajo doméstico o domesticado.

Una de sus inspiraciones, a su vez, viene de W.E.B. Dubois y su noción de que la lucha antiesclavista y por la emancipación de los esclavos en Estados Unidos era no solo una lucha racial de la minoría afroamericana, sino que era una sección de la lucha de toda la clase trabajadores y oprimida por el capital, por lo que llamaba a la unificación de su lucha con la lucha de los trabajadores asalariados blancos en el norte del país.

Fraser argumenta que detrás de cada una de estas injusticias está la forma de organización social y económica imperante; es decir, el capitalismo caníbal al que todos asistimos hoy en día.

En México, tenemos nuestras propias luchas e injusticias internas. Este enfoque ofrece una explicación a nuestro contexto actual y ayuda a comprender que al final de cuentas las luchas feministas, las luchas de los pueblos indígenas, las luchas de los trabajadores informales y desempleados velados, de los asalariados precarizados, tiene necesariamente que pasar por cuestionar el orden económico y social imperante.

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