Todos conocemos el relato bíblico en donde David, débilmente armado con una onda, luchó contra el gigante Goliath quien, según se narra, tenía una estatura de 3 metros, una armadura que pesaba 57 kilos y la punta de su lanza pesaba unos 8 kilos. Pese a eso, David, un humilde y valiente pastor, logró vencer al temible hombre que atemorizaba a sus compañeros.
Y así fue. El 3 de noviembre de 1990, un enorme Goliath representado por las fuerzas políticas reaccionarias del Gobierno Municipal y del Estado de México de aquellos años, planearon perversamente una violenta agresión hacia 180 familias que empezaban a asentarse legalmente en lo que hoy conocemos como la emblemática colonia Citlalmina.
Apenas un mes antes (el 3 de octubre), el Gobierno del Estado había firmado un convenio de compra-venta impulsado por el Movimiento Antorchista con el objetivo de darle vivienda digna a ciudadanos que carecían de ella, quienes buscaban simple y sencillamente construir un hogar y un patrimonio para sus familias, buscaban ejercer su derecho a la vivienda establecido por la Constitución Política de nuestro país.
A pesar de que la documentación siempre estuvo en regla, las fuerzas locales enemigas del progreso de Ixtapaluca (caciques priistas y varios perredistas), se unieron para presionar al gobierno con el fin de que nuestros compañeros fueran desalojados.
El 3 de noviembre a eso de las 10 de la mañana, un grupo de choque de policías estatales y municipales vestidos de civiles y algunos ciudadanos engañados, intentaron expulsar a nuestros compañeros, quienes al ver que un compañero (Gonzalo López Cid) ya había caído, lograron resistir la embestida con coraje y valentía.
Momentos después de repeler la agresión, el enemigo recurrió al uso de cientos de granaderos que, cómplices de esta maniobra, lejos de ayudar a los compañeros agredidos (muchos de ellos heridos de bala), entraron para acabar con la resistencia del pueblo que defendía valientemente su derecho a una vivienda digna. Es decir, claramente se trató de una represión bien planeada por el Estado.
Inmediatamente la solidaridad y la fraternidad del antorchismo a nivel nacional, orientadas por nuestro maestro Aquiles Córdova Morán, hicieron acto de presencia para denunciar esta atrocidad y protestar hasta sus últimas consecuencias por la devolución de los terrenos a sus legítimos dueños.
La unidad y la lucha de todo el antorchismo hacia este crimen lograron que el gobierno diera marcha atrás. Los terrenos fueron devueltos, los daños materiales y clínicos fueron resarcidos hasta donde fue posible. Desde ese momento el progreso en Ciltlalmina fue imparable gracias a la atinada dirección política de los líderes antorchistas, a cuya cabeza estuvo nuestra compañera Maricela Serrano Hernández.
Mucho se dijo entonces y mucho se dice ahora sobre la verdad histórica, pero para nosotros la mejor manera de demostrarla es el tiempo y éste ha demostrado que Citlalmina continúa su progreso de la mano del Movimiento Antorchista, quien nunca dejó solos a los compañeros.
Hoy Citlalmina es un ejemplo de progreso para las colonias populares, hoy cuenta con todos los servicios básicos y con espacios deportivos, culturales y de asistencia social con el objetivo de brindar una mejor calidad de vida a sus habitantes. Hoy Citlalmina es emblemática porque prueba que un mejor futuro, progreso y bienestar es posible con unidad y lucha popular.
Citlalmina es considerada la madre de decenas de proyectos de vivienda no sólo en Ixtapaluca, sino en todo el Estado de México, para que miles de familias ahora cuenten con un hogar y patrimonio para sus familias. Citlalmina es una esperanza verdadera para que los pobres se unan, organicen y luchen con Antorcha para hacer valer sus derechos. Es pues, la muestra de que David puede y debe vencer a Goliath con inteligencia y valentía.
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