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Ciudades esponja

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Continúan las lluvias y comienzan los huracanes. La crisis climática está alterando los patrones e intensidad de precipitaciones, provocando tormentas con grandes volúmenes de agua que generan inundaciones, daños a la infraestructura y vida urbana. Para hacer frente a este problema es necesario buscar y ensayar soluciones. Una solución prometedora son las "ciudades esponja", ciudades diseñadas para gestionar el agua de lluvia utilizando infraestructura verde que permite infiltrar, absorber, almacenar e incluso depurar las aguas superficiales responsables de las inundaciones. Cuando abunda el pavimento, hay muy pocos espacios en los que la lluvia puede ser absorbida. Pero ¿es imposible lidiar con las inundaciones en las ciudades grandes y pavimentadas? Para responder, vale la pena mirar lo que han hecho las grandes ciudades chinas en su proceso de conversión a ciudades esponja. 

Luego de intensas inundaciones causadas por infraestructura masiva y drenaje ineficiente, Shanghái (con tres veces más habitantes que la CDMX) inició en 2015 un programa de mitigación de inundaciones mediante soluciones basadas en la naturaleza, en oposición a la construcción de presas y muros de contención; lo que dio origen al concepto de “ciudad esponja”. Construyeron y reconstruyeron estacionamientos con pavimentos permeables que permiten la filtración de agua al subsuelo, humedales artificiales, parques que capturan, almacenan y reciclan el agua de lluvia en maneras más eficientes, a la par que subministran el agua durante el periodo de secas y contribuyen a incrementar los hábitats naturales y biodiversidad.

Una solución prometedora son las "ciudades esponja", ciudades diseñadas para gestionar el agua de lluvia utilizando infraestructura verde que permite infiltrar, absorber, almacenar e incluso depurar las aguas superficiales responsables de las inundaciones."

El gobierno chino amplió luego el proyecto de ciudades esponja a 29 ciudades adicionales, invirtiendo millones de dólares en la integración de elementos naturales en áreas urbanas para mitigar las severas inundaciones en zonas vulnerables, donde reside el 67% de la población. En la ciudad de Jinhua, removieron el muro de contención que antes controlaba el flujo de agua de tres ríos para construir un parque de humedales de 26 hectáreas (parque Yanweizhou), y cambiaron las paredes por terrazas con jardines que son recreativas para los ciudadanos, y funcionales para la absorción de agua. En la ciudad de Wuhan, transformaron la sucia zanja de drenaje que cruzaba la ciudad (zanja similar a las que atraviesan varias ciudades mexicanas) por el parque Xinyuexie lleno de jardines de lluvia, y estanques de almacenamiento para agua de lluvia, que luego es utilizada por la ciudad. Chongqing, una de las primeras ciudades esponja, cuenta con un sistema con sensores que permite a los oficiales locales monitorear con software sus redes de alcantarillado y pluviales en tiempo real, lo que facilita la prevención ante inundaciones.

Mas no se trata solo de absorber el agua, también hay que almacenarla. Para hacer ciudades “esponjosas”, es también necesario construir grandes cisternas y tuberías subterráneas que se combinen con los parques, pavimentos drenantes, jardines de lluvia, pozos de infiltración y retención, humedales, lagos, huertos y plantaciones urbanas, muros y cubiertas verdes. Los jardines de lluvia son pequeñas y medias depresiones en la superficie del suelo con plantas perenes que funcionan como depósitos del agua de lluvia en lugares estratégicos de la ciudad; recogen el escurrimiento de superficies impermeables como tejados y calles. Después de una lluvia, estos jardines se llenan con una capa poco profunda de agua, que gradualmente penetra en el suelo en lugar de desviarse hacia los desagües pluviales.

Construir ciudades esponja es un desafío significativo, pero es posible y necesario. Se requiere voluntad política, muchos recursos y la colaboración de un equipo multidisciplinario que integre diferentes órganos de gobierno y áreas del conocimiento. Es necesario realizar análisis detallados que incluyan información sobre la cuenca hidrográfica, estudios de suelo, precipitaciones, insolación y vientos de cada sitio. Implica un plan a largo plazo, pero los beneficios son inmensos. No solo se reduce el riesgo de inundaciones, sino que también se mejora la calidad del agua, haciéndola más limpia y apta para su reutilización. Además, la infraestructura verde contribuye a mejorar el microclima urbano y revaloriza el suelo, ya que el aumento de las zonas verdes combate las islas de calor, incrementa la biodiversidad y ofrece espacios de ocio para la población. En resumen, aunque la inversión en infraestructura verde es elevada y requiere una planificación meticulosa, los beneficios para la comunidad y el medio ambiente son numerosos y duraderos.

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