Quisiera escribir de cosas bellas y tranquilizadoras, de esas que ponen el alma y el espíritu en cierto arrobamiento, aunque sea momentáneamente; pero no puedo, mi alma está sobrecogida y mi espíritu, rebelde por naturaleza, está arrebatado, gritando justicia y exigiendo castigo para seres impíos, para lobunas fieras “que todo el mal del universo encierra”.
Como ya es conocido por la opinión pública, pues oportunamente fue denunciado el aciago hecho, el pasado 12 de abril fueron asesinados nuestros queridos compañeros Conrado N., y Mercedes N., y su tierno hijo, de apenas seis años.
Conrado era dirigente de los antorchistas en el municipio de Chilpancingo, Guerrero y Mercedes, su esposa, dirigía a los antorchistas de la región de La Cañada, en el mismo estado. De acuerdo con las autopsias, fueron asesinados a golpes, y el niño, asfixiado y, posteriormente, como lo demuestran las evidencias gráficas, tomadas por algunos reporteros, los cuerpos fueron colocados en el automóvil (que usaba Conrado para sus actividades) y arrojados a un barranco, en un paraje, cerca de la ciudad de Chilpancingo. El automóvil desbarrancado no presenta golpes de consideración en su carrocería, ni vidrios rotos, estaba sobre sus cuatro llantas y con los cuerpos inermes en el asiento trasero.
No hay duda, pues, de que se trata de un triple homicidio y que los asesinos no se cuidaron mucho de ocultar las evidencias, aún cuando arrojaron el automóvil con los cuerpos a bordo a un barranco; parece que querían dejar claro que la familia antorchista no había muerto a causa de un accidente automovilístico, sino intencionalmente masacrados, ¿por qué? Conrado y Mercedes eran dos jóvenes dirigentes pacíficos, que no solamente no hacían daño a nadie, sino todo lo contrario, como se puede comprobar con los testimonios de sus vecinos y de los guerrerenses beneficiados con su trabajo y su labor de gestoría diaria, en beneficio de los más pobres de ese estado; un niño de seis años qué delito pudo haber cometido para truncar así su vida y porvenir.
A 10 días de tan artero crimen, nada se sabe aún de los autores intelectuales y materiales; ciertamente el secretario de Gobierno de Guerrero recibió a una comisión de la Dirección Nacional del Movimiento Antorchista y comprometió su palabra para agilizar las investigaciones y dar con los asesinos, pero hasta el día de hoy ningún avance se ha informado, y esos perros del mal siguen sueltos, sin castigo. Y aunque hasta este momento no conozcamos los rostros de quienes cegaron sus vidas, estamos seguros de que no son enemigos personales de la joven pareja antorchista, pues nuestros compañeros eran gente de bien, trabajadores y honestos a carta cabal; así que lo único cierto es que los asesinos son, sin duda, enemigos del progreso y del pueblo mexicano, son adversarios de clase, pues todo apunta a que la labor de los antorchistas para organizar y educar al pueblo guerrerense es lo que incomoda y perjudica a sus intereses mezquinos.
Tampoco es novedad, lo demuestra la historia de la humanidad y la misma del Movimiento Antorchista a sus casi 50 años de existencia, que se quiera acallar las voces que se atreven a hablar con verdad y pretenden dar foro a los millones de marginados; muchas han sido las calumnias, injurias, agresiones y asesinatos que ha sufrido Antorcha a manos de los poderes fácticos o caciquiles o del poder mismo del estado con la clara intención de detener el avance de la organización y la concientización de los mexicanos, pero aún con todo ello, Antorcha avanza y hoy lo hará con mayor enjundia y decisión para completar la tarea que dejaron trunca Conrado y Mercedes; hoy lo haremos con mayor abnegación y pasión para honrar su memoria.
Considero que los mexicanos de bien no debemos, no podemos acostumbrarnos a ver y vivir en un país sumido en la pobreza y en la violencia; debemos hacer nuestro el dolor de tantas familias que han perdido a un ser querido, víctima de esta ola de terror que azota a nuestro país; debemos todos levantar nuestra voz por ellos y también por quienes hacen uso de la libertad de expresión y se les enmudece con balas. No podemos, no debemos estar de acuerdo con este gobierno que no asume su responsabilidad de velar por la seguridad y el bienestar de sus gobernados y que sus calumnias y agresiones desde el púlpito del poder evidencian claramente rabia y odio hacia la mayoría de los mexicanos, pero fundamentalmente, sobre aquellos que no se pliegan a sus homilías y tienen capacidad de discernir, de pensar por sí mismos.
Los antorchistas hidalguenses clamamos justicia; exigimos a las autoridades competentes acelerar las investigaciones, encontrar y encarcelar a los responsables de este horrendo crimen; de lo contrario, por justicia, por solidaridad y por humanidad nos uniremos a las protestas y movilizaciones que convoquen nuestros compañeros guerrerenses y nuestra Dirección Nacional.
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