En la nota preliminar de la obra denominada: Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, Federico Engels menciona que, posterior a la muerte de Carlos Marx, se le presentó la necesidad de exponer, de un modo más conciso y sistemático, la actitud de ambos ante la filosofía hegeliana, acerca de cómo ésta les había servido de punto de partida para sus concepciones y cómo la habían superado.
Para ello, se basó en un viejo cuaderno de Marx, que contenía las 11 tesis o conclusiones que éste elaboró en su crítica sobre Feuerbach, que, a decir de Engels, “fueron de un valor inapreciable, por dar como resultado el primer documento en que se contiene el germen genial de la nueva concepción del mundo”, a saber, la concepción materialista de la historia. Cuando primero abordaron este tema, Marx y Engels estaban conscientes de que vivían en una época convulsa, cuyas batallas se libraban en el terreno de la filosofía. Por ello, se les presentaba la necesidad de ajustar las cuentas con la filosofía alemana, en concreto con la de Hegel, incorporándose al grupo de los neohegelianos de izquierda, de quienes formaba parte Feuerbach, el filósofo que más influyó en ellos. La tesis que de ellas ha causado más impacto es la 11, por demás conocida, que sostiene que: “Hasta ahora los filósofos se han dedicado a interpretar al mundo, pero de lo que se trata es de cambiarlo”.
En una publicación denominada “Reporte de riesgos globales del Foro Económico Mundial: un retrato devastador de la crisis capitalista, del portal World Socialist Web Site, la corriente trotskista radicada en Estados Unidos, señala, citando este documento presentado en Davos, que los líderes y analistas del Foro Económico Mundial (FEM) reconocen de manera contundente los peligros que amenazan el futuro de la civilización, como producto de la agudización de las contradicciones del sistema capitalista. Con estos argumentos pretenden reforzar su posición, catalogada por los ideólogos de las clases gobernantes como catastrofista.
Debemos decir, con cruda honestidad, sin demeritar su análisis, que en nada ayudan a los desprotegidos del orbe, los simples señalamientos hechos por este portal, por muy verdaderos que éstos sean, pues son en sí mismos, insuficientes para derrotar al enemigo que la humanidad enfrenta. Coincidimos en las críticas expuestas, pero es aquí donde cobra capital relevancia la tesis de Feuerbach en cuestión, pues de lo que se trata es de que dichas críticas se traduzcan en pasos concretos, en hechos que signifiquen un combate decidido, efectivo y consecuente con el momento del proceso histórico que vivimos.
Tengo por costumbre dar seguimiento a distintos escritos publicados en este portal. Y puedo afirmar que casi por regla general, terminan en llamamientos generales que no contienen ningún dato que nos diga cómo se está consiguiendo o cómo se está iniciando por lo menos, su objetivo, pues sus conclusiones son: “el futuro de la humanidad depende del triunfo del socialismo, y éste depende de la construcción del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI)”.
De acuerdo. Pero es precisamente en este sentido, cuando importa saber qué y de qué forma, los que queremos un mundo mejor, estamos haciendo en cada país en concreto para combatir al flagelo mundial que sigue debatiéndose en los estertores de la guerra para permanecer con vida. Y no, no bastan los llamados románticos ni los buenos deseos, sino los hechos.
En el caso de nuestro país, es un hecho indiscutible que a la clase política que sirve al gran capital, no le ha dado batalla ni los que llegaron al poder como izquierdistas, ni la llamada oposición. Estos no son más que grupos al servicio de la gran burguesía que, en la búsqueda de continuar con el control de las clases trabajadoras, se han vestido con los ropajes que el momento requiere para contener la inconformidad social. ¿Y qué estamos haciendo quienes nos asumimos como los verdaderos representantes de las masas empobrecidas?
En nombre, como dijo el poeta, de todos aquellos en quienes ha encarnado la injusticia social, me atrevo a decir que estamos creando el gran ejército de hombres y mujeres intelectualmente preparados y prácticamente experimentados que han de conformar la estructura sobre la cual se edifique el país anhelado. Se hace necesario ahora pasar de la solución de demandas que nos han permitido ganarnos la simpatía de la gente, a salir a la calle a ganarnos la voluntad de todas las corrientes y grupos que se han desencantado de los cantos de sirena, para que se sumen al único proyecto que, desde hace 48 años ha dado muestras de hacer efectiva, en los hechos, la trascendente y significativa decimoprimera tesis del gran filósofo de todos los tiempos.
Sólo este paso nos permitirá dar el paso decisivo de luchar por el poder político en el país y ganarlo a favor de los desprotegidos de nuestra patria sin que por ello caigamos en experimentos radicales ni anacronismos, sino de poner al frente del gobierno a los líderes de una nueva clase social, de la clase trabajadora, para que se hagan efectivos los derechos enunciados en nuestra carta magna. Nada más, pero nada menos.
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