“Vivo per lei” es una canción popular escrita para el tenor Andrea Bocelli y de autoría de Gatto Panceri y Valerio Zelli. En esta canción, popularizada en todo el mundo por la interpretación de Andrea y la cantante española Martha Sánchez, hay un verso que en español dice: “A veces te golpea en la cabeza pero es un puñetazo que nunca duele”.
Entendiendo la metáfora y la intención de la canción, es comprensible lo que los autores quisieron decir; sin embargo, la música (tema de la canción) a veces es aún más certera y dolorosa que un puñetazo.
La música, como todas las expresiones artísticas, es capaz de guardar, como si fuera una fotografía, la coyuntura social de su época. Es decir, el artista y la obra se ven directamente afectados por el momento actual de la lucha de clases, lo cual genera que sus creaciones hablen directamente de lo que acontece ante sus ojos, de sus circunstancias y condiciones.
La canción “Flor de Retama” es un huayno ayacuchano escrito por el peruano Ricardo Dolorier Urbano, uno de los más grandes compositores de la música criolla peruana.
En la rica paleta musical latinoamericana, hay canciones que trascienden el tiempo y se convierten en verdaderos íconos culturales por distintos motivos. Hay canciones de profundo amor y sentimiento que rompen las fronteras del tiempo y otras que son tan feroces y que toman tanto partido por los menesterosos que son símbolos sempiternos, himnos de la clase social oprimida y, sobre todo, de su lucha.
Así, "Flor de Retama", célebre composición peruana, es una de ellas, una melodía que ha arraigado profundamente en el alma del pueblo peruano y se ha convertido en un símbolo de identidad nacional.
Esta canción, con su poesía evocadora y su melodía conmovedora, encapsula la esencia misma de la belleza, la melancolía y la nostalgia que son tan característicos de la música peruana y los une a la demanda en voz ronca de una equidad social.
La canción “Flor de Retama” es un huayno ayacuchano escrito el 6 de noviembre de 1969 por el peruano Ricardo Dolorier Urbano, uno de los más grandes compositores de la música criolla peruana. Ha sido interpretada por innumerables artistas a lo largo de las décadas, pero su encanto sigue siendo tan fresco como siempre.
La canción narra la historia en un homenaje a los hombres y mujeres huantinos (provincia del departamento de Ayacucho, en el Perú) mártires del derecho a la educación gratuita en ese país.
La retama, con sus delicadas flores amarillas que adornan los paisajes montañosos del Perú, se convierte así en un poderoso símbolo de la belleza, pero también de cómo la sangre de los mártires fecunda el suelo; la sangre de campesinos y estudiantes que han logrado penetrar en la profundidad del suelo peruano y que, como resultado, inundó los valles de la flor “amarillita” de la retama.
Los acordes de guitarra, tan característicos de la música criolla peruana, danzan alrededor de la voz, tejiendo una atmósfera de intimidad y pasión y, como una epopeya, va cantando las acciones de los jóvenes de la movilización de 1969, buscando una educación popular y que encontraron la muerte ante la intervención policial del gobierno de aquel entonces.
A lo largo de los años, "Flor de Retama" ha trascendido las fronteras del Perú y se ha convertido en un símbolo de la música latinoamericana en todo el mundo. Ha sido interpretada por artistas de diversos géneros y nacionalidades, pero siempre conservando su esencia inconfundiblemente peruana.
Ricardo Dolorier afirmó alguna vez:
“‘Flor de retama’ la compuse para descargar de mi alma una terrible opresión, un cotidiano dolor que me oprimía sin pausa ni reposo, pero sobre todo por la indignación que ardía, que incendiaba mi corazón, mi conciencia. Lo compuse solamente para mí; no era mi intención crear algo trascendente, algo que pudiera tener el poder de convocar y congregar a otras almas y conciencias. Yo sólo quería aliviar mi pena y morder la rabia de mi indignación y mi impotencia. Habían ensangrentado mi amado pueblo, el que jamás desfalleció. Flor de retama fue compuesto entre el dulce fuego del amor y la furiosa tormenta del rencor y la indignación”.
En sus versos, Dolorier traza también el nombre de dos de sus alumnos, cuyas vidas fueron perdidas en las movilizaciones de 1969. El llanto profundo por los mártires y la sangre derramada sigue fecundando los corazones latinoamericanos que buscan inundar también, con flores amarillas de retama, todos los valles en donde algún día el suelo fue sacudido por los que buscan una justicia social.
Llenémonos pues de los acordes de nuestra música y no dejemos morir en los hechos a quienes han dejado su vida por una patria más justa.
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