Todos sufrimos en estos últimos dos años por el tema del agua en Nuevo León; ahora ya no es raro que en ocasiones no salga ni una gota de agua en la llave. La población fue la que pagó los platos rotos cuando inició la escasez en la entidad y sobre todo las familias que viven en colonias populares que, durante la contingencia duraron semanas sin agua, viéndose en la necesidad de exigir pipas de agua al Gobierno por el medio que fuera.
En recientes días nos enteramos por la prensa local y nacional sobre la discusión en el tema de agua y el trasvase de la presa El Cuchillo, derivado de un acuerdo de hace algunos años. Aunque pareciera que es nuevo este conflicto, la verdad es que no. Todo inició desde la construcción de la presa El Cuchillo en 1994.
Nuevo León y Tamaulipas deben buscar soluciones de manera conjunta; hacer mayor infraestructura hídrica para ambos estados, y eso tal vez nos pueda salvar algunos años de esta crisis.
La obra se construyó en el cauce del río San Juan; los escurrimientos eran aprovechados por agricultores de Tamaulipas quienes de manera inmediata dieron a conocer su inconformidad. Este conflicto se solucionó con un acuerdo que se realizó un 13 de noviembre de 1996. El entonces gobernador interino, Benjamín Clariond firmó un convenio con la Conagua, Tamaulipas y el Distrito de Riego 026.
Ahí se estableció que si la presa tamaulipeca Marte R. Gómez está por debajo de los 700 millones de metros cúbicos (Mm³) de agua y la presa de NL, El Cuchillo, tiene más de 315 Mm³, entonces se deberá enviar el excedente hasta completarle al vecino estado ese nivel.
Así las cosas, a primera vista podríamos culpar al Gobierno de Nuevo León de ese tiempo por construir una presa en medio de un cauce, pero también habría que colocar la importancia del vital líquido para los humanos antes que para otra cosa.
En este sentido creo que se debería analizar el tema y dar una solución en conjunto; ambos estados deberían armar un plan hídrico donde se incluya la construcción de más infraestructura hídrica pensada en solucionar los problemas de agua. Por un lado, para la población y por otro para la agricultura, que va encadenada al sostenimiento alimentario de la misma gente.
Algunos políticos últimamente encuentran muchos problemas que antes ni tocaban; los vuelven mediáticos como si se acabaran de descubrir, pues en el contexto electoral encuentran un problema como una oportunidad de darse a conocer. Pero en el fondo no pretenden solucionar nada, sólo hablar por hablar.
En mi humilde opinión, ambos Gobiernos deberían buscar soluciones de manera conjunta: se pelean por agua que ni existe porque se están secando las presas. Deben buscar hacer mayor infraestructura hídrica para ambos estados, y eso tal vez nos pueda salvar algunos años de esta crisis.
En síntesis, deben apostar más por los hechos que por las palabras; en esto deberían poner más atención los candidatos de las próximas contiendas electorales.
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