La política del Gobierno federal es la mentira, el engaño, las verdades a medias, así lo atestiguan las estadísticas -miente en promedio 80 veces- de sus mañaneras. Vivimos una tragedia. La tercera ola de covid-19 nos sorprende sin medicinas en los hospitales y con solamente el 19.1 % de la población con vacunación completa; en cifra conservadora, México acumula ya millón y medio de decesos; sumamos más de 15 mil contagios diarios; tenemos el primer lugar mundial en huérfanos por covid-19; y ahora, la variante Delta ataca más a niños y a jóvenes, pero “llueva, truene o relampaguee”, a fines de agosto viene el regreso a clases presenciales.
A nivel mundial se refuerza la hipótesis de que los monopolios capitalistas y sus laboratorios militares, liderados por Estados Unidos, son los autores intelectuales y materiales de esta guerra bacteriológica. Sus propósitos son reforzar su control económico y político sobre el mundo; reducir la población mundial y quitarse presión social ante la tremenda desigualdad generada por ellos mismos; evitar estallidos sociales y, en aquellas naciones que asuman la defensa de sus fronteras, imponer gobiernos a su modo, mediante “revoluciones de colores” o la vía militar. En pocas palabras, vivimos una guerra civil mundial genocida, declarada por el establishment económico de la globalización contra los pobres del mundo; el objetivo es despojar a los pueblos pobres de su soberanía sobre los recursos naturales cada vez más escasos e, insisto, reducir la población mundial.
El mismo tema, visto en el otro campo, el socialista, Rusia y China no violentan soberanías, ni Cuba o Vietnam; no invaden naciones, siguen su vida por aparte, respetan la autodeterminación de los pueblos y siempre le han apostado a su propio desarrollo científico y tecnológico, a su capital humano; tienen el liderazgo mundial en vacunas covid -Sputnik V, rusa; SinoVac, la china y la Soberana 02, de Cuba- con más del 90% de eficacia. Al interior de estos países, sus gobiernos tomaron de inmediato medidas preventivas, aplicaron pruebas masivas de detección del virus, vacunaron a toda su población, aislaron a enfermos para evitar mayores contagios y, cuando han decretado medidas extremas evitando que la gente salga a trabajar, lo han hecho sin dejar de pagar salarios. Estos países sí valoran la vida humana.
Este fin de semana, la consulta nacional para enjuiciar a los expresidentes fue un fracaso. Pretendió distraer la atención y evitar mayores enojos entre la población, pero no logró ni el 7% de participantes del padrón electoral y abundan videos en las redes sociales con los propios organizadores rellenando papeletas. Como siempre, los culpables son ajenos a López Obrador y señala éste al Instituto Nacional Electoral (INE) como mal organizador; pero el INE no es un órgano propagandístico de él ni de sus consultas; es un órgano constitucional y autónomo y, por lo tanto, independiente; el INE es de todos los mexicanos y no la agencia encuestadora del presidente.
Éste es un Gobierno federal errático, un gobierno capitalista al servicio de los intereses estadounidenses y no al de los mexicanos, cada vez perdemos mayor soberanía. Esto es un desgobierno. Y, ¿quién sufre las consecuencias? Indudablemente, nosotros, la inmensa mayoría; a nosotros nos están matando la pandemia y la ola criminal de la inseguridad; pretenden amordazarnos con falta de garantías y derechos constitucionales; vivimos una profunda crisis por la falta de inversión nacional y de generación de empleos suficientes y remuneradores; nos está matando la enfermedad y el hambre. Nosotros debemos despertar y trabajar todos los días en torno a la organización y concientización de los mexicanos más humildes, para salvar a la nación.
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