El pasado 16 de noviembre el gobernador de Veracruz, el morenista Cuitláhuac García Jiménez, presentó su Cuarto Informe de Gobierno, con lo que iniciaron formalmente sus dos últimos años al frente de la administración estatal. Este informe prácticamente pasó inadvertido para la inmensa mayoría de la población del estado y tampoco fue su contenido lo que generó expectativa entre los pocos analistas que se ocuparon de este. Su informe no despertó interés para los ciudadanos, casi como si hubiese informado una hormiga, quizá porque la gente ya no cree en sus mentiras y existe un alto hartazgo social contra sus pésimos resultados y sus tercos intentos por pintarnos una realidad que no existe en Veracruz.
En primer lugar, el gobernador García Jiménez y su equipo de trabajo decidieron trasladar la ceremonia del informe hasta el municipio de Pánuco, en el extremo norte de la entidad, seguramente para evitar enfrentarse a las múltiples manifestaciones de los distintos sectores que se encuentran inconformes y con demandas sociales no resueltas, que podían tomar las calles y plazas principales en Xalapa. En segundo lugar, durante los días previos a la presentación del informe, la noticia más trascendente era que la Jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, acudiría como invitada especial a la ceremonia y que Cuitláhuac García utilizaría el foro para anunciar que pediría licencia al cargo para ocuparse de la campaña de Sheinbaum en su camino a la presidencia de la República. Cosa que finalmente no ocurrió, ni la jefa de Gobierno acudió al informe ni el gobernador anunció su retiro del cargo.
Al día siguiente, 17 de noviembre, los poquísimos medios de comunicación que se ocuparon del informe, evidentemente con fines publicitarios, destacaron que el gobernador García Jiménez, había presumido la disminución de la inseguridad, la criminalidad, el desempleo, la pobreza y la carencia de obras sociales en el estado. Es decir, otra vez, recurrió al proceso de tergiversación de la realidad y al esfuerzo, ya completamente agotado e increíble, de tratar de convencer a los veracruzanos de aplaudir sus “buenos” resultados, existentes solo en su mundo de “otros datos”.
La situación del estado de Veracruz durante los cuatro años de Gobierno morenista es desastrosa y continúa empeorando, existen datos oficiales de sobre que así lo demuestran: es el segundo estado con el mayor número de pobres en el país según datos del Coneval, pues la población con ingresos inferiores a la línea de bienestar es del 64.5%; la economía decreció, según datos del Observatorio de Finanzas Públicas y Desarrollo Regional de la Universidad Veracruzana, el Producto Interno Bruto Estatal (PIBE) cayó en -3.9 % durante el periodo de 2019-2021, los tres primeros años de Cuitláhuac García.
Al mismo tiempo, la población sin acceso a los servicios de salud se duplicó de 2018 al 2020; un millón 389 mil veracruzanos tienen carencia de una vivienda digna y decorosa. Veracruz ocupa el tercer lugar nacional en rezago educativo (15.5% de la población), no se ha formado una sola reserva territorial para dotar de lotes de interés social a la población de escasos recursos económicos que no cuenta con vivienda y en el campo se quitaron los apoyos de fertilizantes y semilla subsidiada que ayudaban a los productores a incrementar la producción y productividad.
En seguridad, de acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en menos de dos años se han cometido en el estado de Veracruz más de 2 mil 407 homicidios dolosos, 180 feminicidios y 428 secuestros, colandonos en el top 10 de las entidades más violentos del país, motivo por el cual recientemente renunció el secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado, acusado de cometer extorsiones, violar derechos humanos, fabricar delitos y tolerar todo tipo de abusos y atropellos a los policias.
La corrupción y el nepotismo son el pan de cada día en la administración estatal. Cada tanto se escuchan nuevos casos de funcionarios enriquecidos, de nuevos multimillonarios hechos al amparo del poder público, de casos de extorsión al interior de las dependencias, de abusos laborales contra el personal administrativo y de lucrativos negocios realizados utilizando el aparato estatal. También, Cuitláhuac García ha instrumentado, imitando burdamente al presidente de la República, una cacería judicial contra los opositores y críticos de su gobierno, fabricando expedientes penales, encarcelando a personalidades políticas y líderes sociales o censurando a los medios de comunicación poco afines.
Toda esta realidad ha provocado tal hartazgo social que los veracruzanos, incluidos muchos morenistas, solo cuentan los días para que renuncie al gobierno o concluya el periodo para el que fue electo; seguramente los integrantes del gobierno cuitlahuista saben bien eso y por eso tomaron la decisión de hacer la ceremonia de informe en un rincón alejado del centro del estado y de operar para que el propio acto pasara desapercibido.
Los veracruzanos tenemos que sacar de esta situación grandes lecciones: para las próximas elecciones debemos razonar detenidamente el perfil, las aptitudes, la experiencia, los logros sociales de los distintos candidatos que se presenten para emitir un voto razonado, no dejarse llevar por la ola y euforia momentánea, por mucho hartazgo que exista, pues ello ha provocado que lleguen al poder hombres poco preparados para el encargo y, lo que es más importante, entender que solamente un partido que realmente represente los intereses de las clases trabajadoras y oprimidas podrá proponer candidatos surgidos del seno del pueblo, con trayectoria de lucha y trabajo al frente de las luchas de este pueblo y con el firme compromiso ideológico de transformar la realidad en beneficio de las grandes mayorías, para que al llegar al poder, se ponga al servicio de la sociedad y no aproveche su cargo para enriquecerse y traicionar a quienes lo eligieron. Formar ese partido del pueblo trabajador es la gran asignatura pendiente que los antorchistas debemos cumplir.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario