Son muchos y graves los problemas que atraviesan los morelenses en este estado tan complicado, donde la ola de violencia e inseguridad no cesa. El 70 % de los establecimientos del estado consideran que la inseguridad es un problema que los afecta en diferentes aspectos (datos del Inegi).
En Morelos sí hubo transformación: en seis años se consolidó como el estado más violento, sin drenajes, sin escuelas, sin caminos y sin agua.
Ya casi nadie se siente seguro porque a diario vemos robos a mano armada, personas desaparecidas, entre ellos menores de edad. Las notas locales anuncian que en lo que va de enero han desaparecido al menos 25 niñas en Morelos, según cifras del Centro de Derechos Humanos Digna Ochoa (nota de El Sol de Cuernavaca, 17 de enero de 2024).
También está la masacre en Huitzilac, donde las víctimas eran vecinos de esa localidad y pertenecían a una planilla que buscaba competir en la renovación de autoridades de bienes comunales. Estas y otras noticias han consternado a todos los morelenses.
Morelos se sigue posicionando como el estado más violento del país tras registrar siete homicidios en un día. Por otro lado, la salud está abandonada: no hay médicos ni medicinas. Lo mismo ocurre con la educación y los servicios básicos, que están en completo abandono.
Y, por si fuera poco, recientemente se dio a conocer que, como resultado del proceso de entrega y recepción, el gobierno estatal de Morelos identificó desvíos de recursos cuyo monto se aproxima a los 40 millones de pesos durante la administración anterior, encabezada por Cuauhtémoc Blanco.
Asimismo, se encontraron procedimientos administrativos irregulares y manejos inapropiados de recursos públicos, dejando claro el saqueo descarado de las arcas públicas con una dinámica de un gobierno que no gobernaba ni mucho menos decidía en favor de la gente.
Blanco fue el gobernador peor evaluado o uno de los que durante toda su administración estuvo al fondo de la tabla, siempre desinteresado de los asuntos públicos.
Lo que es peor, estuvo respaldado y protegido por el mentor del morenismo y la Cuarta Transformación, Andrés Manuel López Obrador, quien se llenaba la boca diciendo que abatiría el principal problema de México: la corrupción.
No obstante, a pocos días de que terminara su mandato, vino al estado y públicamente defendió a Cuauhtémoc durante un evento masivo, enfrentando a un grupo de inconformes que se manifestaban en ese momento. Dijo: “Cuauhtémoc Blanco es un gran gobernador, y me consta, porque todo lo que se ha hecho en Morelos, lo hemos hecho juntos”.
Esas fueron las palabras de Andrés Manuel y, para colmo, su partido lo premió haciéndolo diputado federal plurinominal. Ahora ocupa una curul en la Cámara de Diputados por este partido. Esta acción demuestra cómo Morena, pese a las corruptelas y el estado de putrefacción política con Cuauhtémoc Blanco, sin importar lo que el pueblo morelense padecía y sigue padeciendo, hizo todo lo posible por defenderlo con tal de garantizar la permanencia de Morena en el poder.
Una cosa sí es cierta: en Morelos sí hubo transformación por el “gran gobernador”. En seis años, Morelos se siguió transformando en el estado más delictivo y violento, sin drenajes, sin escuelas, sin caminos, sin apoyo al campo, sin agua.
Con estas desgracias que el pueblo morelense padece al tener representantes de este nivel, no queda más que seguir aprendiendo lecciones para no cometer los mismos errores. El pueblo no puede seguir confiando en la política de “primero los pobres” y ahora en la construcción del “segundo piso” de la Cuarta Transformación, porque miren a dónde nos ha llevado el primer piso, si es que lo hubo.
La política de los programas sociales y las tarjetas que reparten dinero no combate de manera estructural el principal problema de los mexicanos: la pobreza, fruto de la mala distribución de la riqueza social.
El pueblo no debe seguir tragándose el anzuelo con engañifas mientras las cosas en el país y en nuestro estado están peor: no hay empleo, los salarios son de hambre, no hay salud, la educación está abandonada, los precios de la canasta básica son elevados, los ingresos ya no alcanzan, la violencia no cesa.
Los graves problemas que vive el país urgen organización y educación del pueblo para que salga a las calles a luchar por lo que por derecho le corresponde. Es urgente que el pueblo unido defienda los cambios radicales y serios que requiere el país en beneficio de sus familias. Un cambio que considere la distribución justa y equitativa de la riqueza social, con empleos, con salarios bien remunerados, con una reorientación del gasto social y que no se roben el dinero como en Morelos.
Con una política de impuestos progresivos en la que paguen más los que más ganan, que son la clase rica y poderosa, y que paguen menos los que menos ganan.
Por lo pronto, el pueblo morelense debe estar dispuesto a luchar para obligar a los gobernantes a cumplir con sus responsabilidades y no permitir más robo y saqueo ahora con la política del segundo piso de la 4T. El Movimiento Antorchista lo seguirá haciendo.
Antorcha seguirá luchando mientras existan necesidades en las colonias y pueblos. Invitamos a todos los que padecen las injusticias sociales a que se sumen, a que se levanten unidos y organizados.
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