El Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el año 2023, entregado por la Secretaría de Hacienda a la Cámara de Diputados el pasado 8 de septiembre, propone un gasto total de 8.3 billones de pesos, mayor en 11.6 por ciento al de 2022. ¿Pero realmente el presupuesto de la federación se centra en los verdaderos problemas del país? Habrá que ver a que se está destinando; por ejemplo, se debe analizar a detalle porque todo indica que la mayor asignación va a parar a as obras faraónicas de Andrés Manuel López Obrador.
Un proyecto mínimo para educación está previsto en el PEF 2023. Es poca o nula la inversión a la educación pese a que con la pandemia las escuelas fueron cerradas, muchas vandalizadas, además, la infraestructura se deterioró casi quedando en total abandono, y cuando los estudiantes volvieron a clases no se tenía acceso a agua, luz; nos hemos enfrentado a un reto y el cual no va ser fácil superar, pues varios analistas coinciden que se debe analizar la inversión y destino de recursos en favor de atender los problemas educativos de la nación.
Si bien es cierto que el aumento a la educación será de 4.3 un, poco más que el año anterior, pero los aumentos se centran en los programas federales como La Escuela es Nuestra (LEEN), así como apoyo a los centros y organizaciones vinculadas al nivel de Educación Media Superior y Superior; pero no hay inversión en atender el rezago educativo, ni la deserción escolar. En el PEF 2023 no hay cabida para enfrentar los problemas de la mayoría de los mexicanos y el alcance a una mejor educación de los más pobres del país; el aumento del presupuesto a educación es meramente clientelar y está lejos de atender los problemas de infraestructura, la deserción escolar y rezago educativo que se acentuaron con la pandemia.
El país vive en condiciones y situación graves que pasan desapercibidas que muchas veces ignoramos sobre todo en cuestiones tan delicadas y trascendentales como la seguridad pública, la educación y la salud de los mexicanos, pero particularmente la de niños y jóvenes en edad de estudiar, Los especialistas concuerdan en que la educación nacional, un derecho humano y constitucional básico, es zona de desastre.
Los recortes al presupuesto respectivo se han sucedido año con año; el poco dinero destinado a infraestructura escolar se entrega a los padres de familia para que ellos lo inviertan a su leal saber y entender, sin ser ingenieros, arquitectos o pedagogos; se suprimieron las escuelas de tiempo completo que daban alimento y educación de calidad a varios millones de estudiantes de bajos ingresos. Ya antes de la pandemia éramos el penúltimo lugar entre los países de la OCDE, pero la covid-19 agravó la situación con el cierre de las escuelas y el consiguiente rezago de los alumnos, en especial los más pobres, que carecían de las condiciones mínimas para recibir la educación a distancia. Aumentó la deserción escolar, que se estima en no menos de tres millones de jóvenes y niños. Y la SEP, lejos de volcarse en la atención del rezago y de la gigantesca deserción, se ha dedicado a crear un nuevo Marco Curricular y un Plan de Estudios 2022 para la Educación Básica Mexicana.
Entonces sabiendo la situación crítica de la educación en el país, ¿porque recurrir a la reducción del presupuesto en materia educativa? Coincido con los analistas expertos en la materia que se debe analizar detalladamente rubro por rubro y por qué se asigna ese recurso para así hacer una equitativa distribución de los gastos del país y dejar de lado el gasto excesivo destinado a las obras faraónicas de López Obrador, ya que las auténticas prioridades de México no son atendidas.
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