Hace medio siglo nació Antorcha Revolucionaria, en Tecomatlán, Puebla, municipio que se encuentra en medio del clima semidesértico de la Mixteca poblana.
Inicialmente, sujeto a su espacio, dedicó su labor a organizar campesinos y con el paso del tiempo, pero sobre todo, con resultados palpables, trascendió a las colonias populares de las ciudades, a las escuelas, a las fábricas y demás sectores sociales, llamando a hombres y mujeres para unirse, tomar consciencia de su realidad y luchar para transformarla. Este arduo trabajo y con los resultados materiales de su lucha, se convirtió en Movimiento Antorchista Nacional (MAN), tal como la conocemos y defendemos hoy en todo el territorio de México.
En Tecomatlán, con la filosofía del MAN, el trabajo del activismo, del pleno antorchista y de todos los tecomatecos, en coordinación con la autoridades municipales, han transformado radicalmente todo el rostro de ese municipio.
La actual clase política está rebasada y cavando su propia tumba; los antorchistas estamos dispuestos a tomar ese lugar y cambiar dignamente a México, tal como se requiere.
Ahora Tecomatlán cuenta con educación básica, nivel medio y superior, permitiendo así que cientos de jóvenes, incluso, de otros estados, asistan a obtener una licenciatura. En la salud, cuenta con un hospital integral, al servicio de propios y extraños; en servicios públicos, la energía eléctrica, el agua potable, drenaje, alumbrado y calles pavimentadas se encuentran cubiertos.
Se proporciona empleo a todo aquel en edad de trabajar; la promoción cultural y deportiva es una ley natural, ya que cuentan con la infraestructura adecuada para practicar deporte al mayor nivel, así como espacios culturales como ningún municipio de la región. Finalmente, contrario al clima de violencia que ocurre en el país, se vive en tranquilidad a todas horas; todo esto, insisto, con el trabajo de los antorchistas.
En este bello municipio, se desarrolla del 11 al 18 de febrero de los corrientes la “Feria de la unidad entre los pueblos”, nombrada así por recibir a miles de personas, que asisten de manera cómoda y segura a disfrutar de bailes populares con artistas reconocidos, jaripeos y eventos culturales de gran calidad, todo esto, de manera totalmente gratuita, ya que durante el año previo, los tecomatecos realizan todo tipo de actividades económicas para que pueda ser así.
Para los antorchistas, el llamado de “unidad entre los pueblos”, no es una frase vacía, por el contrario, es un llamado del antorchismo a la realidad nacional, esa que los grupos económicamente poderosos desean mantener en la violencia, la marginación y la pobreza que lastima a 68 millones de mexicanos —que reconocen los organismos encargados de ello— y que hoy provoca malestar y encono, polarización social, que de no detenerse, tendrá graves consecuencias para el país, por ello, conscientes de esto, el MAN eleva su voz y al unísono exclama: UNIDAD.
Los antorchistas oaxaqueños hemos respondido al llamado; por eso, después de recibir fraternalmente la invitación para llevar a la monumental plaza de toros “La Antorcha” la cultura de Oaxaca; a través de sus bailes y música, decenas de jóvenes del Istmo, de Valles Centrales y de la Mixteca, se aprestaron a ensayar, preparar sus vestuarios y a organizar actividades económicas, con el apoyo de sus familiares y de los antorchistas, para solventar los gastos de traslado y acudir a la cita puntualmente, a representar dignamente a nuestro estado.
Por eso, a través de estas líneas, el Comité Estatal de Oaxaca agradece infinitamente el esfuerzo de todos los artistas oaxaqueños que han cumplido cabalmente con dicha tarea, muchas gracias.
Queda demostrado que nuestro pueblo es siempre solidario, abnegado y trabajador y que su cultura es inmensa; así lo pudieron apreciar los asistentes con los versos de la Canción Mixteca, compuesta por José López Alavés, himno patriótico de los oaxaqueños, acompañado del Jarabe Mixteco.
Lo mismo se degustó del color, la algarabía y cadencia de los bailes del Istmo de Tehuantepec; así como del zapateado bravío de un rinconcito de nuestro estado, Loma Bonita y sus sones mestizos; o la exaltación del color y la música de los indígenas de San Pedro Pochutla; la picardía de los versos de Pinotepa Nacional no pudieron faltar, y para cerrar, el color y el efecto de alegría que provocaron las notas del baile Flor de Piña.
Pero los antorchistas oaxaqueños no sólo fuimos a cumplir el cometido, fuimos a unirnos al grito de UNIDAD pues, reitero, eso demanda la realidad de México; todos los hombres y mujeres de bien debemos unirnos para hacer una fuerza política consciente que transforme este país.
La actual clase política está rebasada y cavando su propia tumba; los antorchistas estamos dispuestos a tomar ese lugar y cambiar dignamente a México, tal como se requiere, a eso llama el antorchismo al país a través de la “Feria de la unidad entre los pueblos”.
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