Durante este confinamiento he tenido la necesidad y, al mismo tiempo, el privilegio de conversar con varias madres de familia que asisten a la escuela por diversas situaciones.En esta semana quiero aprovechar esos momentos de convivencia para compartir con ustedes, amables lectores, algunas de sus experiencias que me llamaron la atención.Entre varios temas que a diario tratamos, me llamó la atención uno en especial: la invención en las comidas que varias madres de familia han tenido que hacer para sortear la falta de ingresos económicos en sus hogares.
En medio de una conversación, en el comedor de la escuela, varias de ellas me daban "nuevas recetas" para realizar platillos innovadores, resaltaba entre ello: el famoso ceviche de lentejas o de coliflor, el picadillo de soya, los tacos de "pastor de jamaica" o las tortitas de rabos de cebolla.Escuché con atención, incluso a aquella señora que me dijo: "Maestra, ya no alcanza para el pollo, he optado por comprar molleja de pollo para engañar con el sabor del caldo a mis hijos".Yo sólo reflexionaba en la situación tan precaria de cada familia al tiempo que me olvidaba de anotar las recetas, que con mucho cariño cada una de ellas me daba.
Pues bien, todo esto me hizo reflexionar, en las condiciones de inseguridad alimentaria a la que nos ha llevado esta pandemia y las malas políticas gubernamentales para enfrentarla.Aunque históricamente, este mal, se ha dado desde hace varios años, es notorio que se agudiza en nuestros días.Un estudio realizado por la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad de la UNAM arrojó que la falta de dinero es considerado el principal obstáculo para que los mexicanos se alimenten saludablemente, pues su gasto semanal va de 85 a 385 pesos.El mismo estudio informa que la dieta de los sectores más pobres posiblemente se ha diversificado, pero ha perdido su calidad nutricional, hay una disminución en el consumo de frutas, leguminosas y carnes no procesadas.Mas adelante el estudio sigue: "Ante la carencia económica, la gente sustituye ciertos alimentos por productos similares de menor costo y calidad, disminuye su consumo, o definitivamente los elimina del menú".
A la fecha de aparición de la pandemia del coronavirus SARS CoV-2 existían en el mundo cerca de 900 millones de personas con deficiente acceso a una alimentación suficiente y adecuada.Es por esto que el desafío a la seguridad alimentaria es particularmente serio.Dentro de esa población con alimentación deficitaria, por lo menos 155 millones presentan severas deficiencias alimentarias y su situación puede agudizarse críticamente con el avance de la pandemia.Acaba de publicarse el Reporte Global sobre las Crisis Alimentarias (GRFC) para el 2020, que aporta datos puntuales sobre los problemas de hambre aguda en el mundo, con detalles por regiones y países.Ahí se señala como la pandemia de la covid-19 puede deteriorar más la situación de las poblaciones con inseguridad alimentaria aguda o crítica.
En su pronóstico más reciente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticina una caída del cinco por ciento de la economía mundial, con lo que se afectará indirectamente a los países con ingresos más bajos mediante la disminución del comercio, la exportación de petróleo y otros productos básicos.El mismo FMI señala que más de 90 millones de personas podrían caer en pobreza extrema, no tendrán suficientes recursos para comprar los alimentos que se necesitan para evitar el hambre y la desnutrición.Investigadores también afirman que los hogares pobres destinan el 70 por ciento de sus ingresos a la alimentación, lo cual provoca que su seguridad alimentaria sea especialmente vulnerable ante las afectaciones graves de sus ingresos.
En este contexto de falta de empleo, salarios precarios, carencia de un programa federal alimentario, es lógico y, hasta cierto punto imprescindible, que las madres mexicanas, desarrollen una inventiva constante para hacer rendir el poco ingreso que llegan a tener, y al mismo tiempo, su comida cumpla con el requisito de ser sana y rica.
Los cambios de hábitos alimentarios son los que más preocupan a investigadores del International Food Policy Research Institute, ya que alimentos como frutas, verduras y carnes se han encarecido, llevando a la gente con menos recursos a decantarse por alimentos más básicos como el maíz, la soya, que proveen de calorías, pero son de menos nutrientes.
Ante este panorama me preocupa que al gobierno federal le esté preocupando otros asuntos como lo son las obras ambicionas del Tren Maya, la refinería Dos Bocas o el desarrollo del Istmo de Tehuantepec, antes de poner como una prioridad de su gobierno un Plan de seguridad alimentaria.Y aún me inquieta más esta situación, después de escuchar las declaraciones que hiciera el presidente AMLO en su mañanera del 3 de junio, al recomendar a los mexicanos "no comer caro, no comer extravagante, ahora puro arroz, frijol, maíz y así…".Esta declaración no solamente es indignante, sino que es peligroso que los mexicanos creamos que se puede sobrevivir de esta manera, criando a niños y niñas a base de frijoles y tortillas; esto es condenar al país a tener una sociedad enfermiza y raquítica, sin capacidad de desarrollar una economía competitiva.
Hoy llamo a todas las madres y padres de familia a que analicemos y entendamos la verdadera situación; a que salgamos a las calles, que exijamos juntos mejores condiciones para nuestros niños y niñas del país, que denunciemos este gobierno que nos quiere arrastrar a la precariedad de los tiempos primitivos.Que todo el pueblo nos sumemos a una unidad nacional que tenga como propósito cambiar de raíz esta situación.¡Que nuestras madres de familia nunca más tengan que pelear contra la escasez de alimentos únicamente con su ingenio!
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