Para nadie es desconocido que la migración en México es por la frustración de no encontrar en el país un empleo digno para poder sacar adelante a sus familias; abastecerla con lo mínimo necesario: alimento, salud, vestido, vivienda, etcétera, en resumen, que haya desarrollo humano.
La covid-19 vino a recrudecer tan imperiosa necesidad y esto, como dijo Andrés Manuel López Obrador, le cayó como anillo al dedo porque fue el pretexto idóneo para no desarrollar fuentes de empleo en nuestro país y seguir engañando al pueblo haciéndolo creer que todo el mundo era feliz. Pero no era así porque los habitantes seguían sufriendo por no encontrar una fuente de empleo y los del empleo informal tuvieron que esperar con hambre y penurias a que aminorara la contingencia, pero como eso no sucedió tuvieron que arriesgarse a salir a trabajar para llevar alimentos a su casa. La consecuencia fue que se contagiaron y tuvieron que someterse a humillaciones y muertes. Lo mismo sucede con el migrante para ganarse la vida.
En México la 4T colabora con la explotación de miles de trabajadores que ofrecen sus servicios de mano de obra barata, pues no da alternativa para al desarrollo científico y tecnológico de los jóvenes, no les da la oportunidad de que desarrollen sus capacidades. El gobierno de la 4T, al igual que los anteriores a los que tanto crítica, crea las condiciones para que la mano de obra joven, sea expulsada al extranjero, pero lo peor es que gobierno federal, en lugar de avergonzarse al no dar espacios de desarrollo y trabajo, lo considere un logro, pero que solo llena de vergüenza al país. Los datos duros sobre la fragilidad de la economía mexicana revelan que estamos en el nivel más crítico desde hace décadas.
Durante mucho tiempo, el país dependió de la venta del petróleo, recurso natural que a mediano plazo debe ser remplazado por energías limpias; también dependió del turismo, el cual colapsó por la pandemia del Covid-19. Las que nos salvaron de la miseria, fueron las remesas que mandaron los migrantes y que ascendieron a 40 mil millones de dólares; o sea, ocho millones de dólares. Por la pandemia los migrantes no pudieron viajar a sus lugares de nacimiento en México, pero lo que sí hicieron fue enviar a sus familias sus ingresos y ahorros mediante casas financieras.
Es fácil comprender el fenómeno de la migración a Estados Unidos porque en nuestro país no hay trabajo y el poco que existe es pagado con salarios de hambre, lo cual se agravó considerablemente por la aparición del Covid-19: dos millones de desempleados formales y 31 millones trabajando en la informalidad es decir más del 60% de trabajadores vulnerables.
Desde hace muchos años, el campo mexicano fue abandonado por el Estado y si alguien tenía esperanzas de que la 4T lo fortaleciera, pronto se dio cuenta que no sería así porque quitó subsidios al campo manifestando con su eterna cantaleta de corrupción, pero ahora se ve al campo mexicano más desolado. Por ello el campesino al no encontrar ninguna condición para sobrevivir, se ve obligado a emigrar a las ciudades más cercanas para después, al encontrarse con la misma o peor situación de pobreza, se traslada a los países más cercanos queriendo huir de la pobreza.
La comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) documentó que cada año migra un millón de mexicanos hacia EE. UU., pero casi la mitad son repatriados. Tampoco podemos dejar de lado los que terminan muertos en la frontera, cazados como animales; las mujeres que son violadas y separadas de sus pequeños, obligándolos a someterse por hambre a las condiciones más inimaginables.
A los que logran quedarse en terreno americano, rápidamente su vida se ve trasformada en pesadilla porque tienen que cuidarse de la migra para no ser repatriados; viven encerrados, extrañando a la familia, sufriendo y padeciendo solos sus penas.
¡Ah! pero tenemos al flamante presidente de la república mexicana vanagloriándose con el esfuerzo y trabajo de los que él mismo expulsa de su patria porque no tiene la capacidad de construir un país mejor y lograr que todos sus habitantes se desarrollen aquí en su casa, en su patria, en su país y que solo salgan al extranjero a aprender, para fortalecer su conocimiento científico y tecnológico, situación que está muy lejos de alcanzar.
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