MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La “democracia” imperialista de EU, exhibida como dominación global

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Estados Unidos de América encabeza, junto con otras potencias, la fase superior del capitalismo: el imperialismo. 

Según Vladímir Ilich Uliánov, “Lenin”, el imperialismo es una etapa avanzada del capitalismo, caracterizada por la dominación de los monopolios y la lucha por la expansión territorial y económica.

En su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo, Lenin argumentó con claridad que esta fase es una consecuencia natural del desarrollo capitalista. Consideraba que el imperialismo conduciría inevitablemente a crisis y conflictos intensificados, incluidas guerras entre potencias imperialistas.

Desde su fundación, Estados Unidos ha ejercido una política expansionista violenta: cometió genocidio contra los pueblos originarios, eliminando más nativos que búfalos; comerció con esclavos africanos; invadió y despojó a México de más de la mitad de su territorio…

Hoy día, somos testigos de guerras de carácter imperialista. Estados Unidos lucha por una nueva repartición del mundo. En contraste, Rusia y China representan modelos alternativos y son prueba evidente de que es posible aspirar a una vida mejor a través de un camino distinto, hacia un mundo multipolar. Estos países promueven un desarrollo económico que busca garantizar el bienestar social y disminuir la desigualdad, consolidando así naciones soberanas y más justas.

Desde su fundación, Estados Unidos ha ejercido una política expansionista y violenta. Cometió un genocidio contra los pueblos originarios, eliminando más nativos que búfalos; introdujo y comerció con esclavos africanos; invadió y despojó a México de más de la mitad de su territorio; orquestó múltiples golpes de Estado en países como Honduras, Panamá, Guatemala y Chile; promovió el narcotráfico y el crimen organizado en América Latina a través de agencias como la Administración de Control de Drogas y la Agencia Central de Inteligencia; y fomentó el terrorismo en Medio Oriente como pretexto para justificar intervenciones militares. Ha derrocado gobiernos democráticamente electos, generando genocidios y apropiándose de los recursos de las naciones vencidas.

El mismo pretexto que hoy utiliza Estados Unidos para intervenir en Venezuela lo empleó en 1989 para invadir Panamá. Alegando combate al narcotráfico, utilizó la fuerza armada para arrestar al entonces presidente Manuel Antonio Noriega, acusado de vínculos con el cartel de Medellín. Tras su captura, fue juzgado y encarcelado en Estados Unidos. La verdadera intención de esta invasión no fue frenar el tráfico de drogas —el cual continuó sin interrupción—, sino tomar el control del Canal de Panamá, un punto estratégico comercial y militar entre el Pacífico y el Atlántico.

Hoy, la presencia de la marina estadounidense en el Caribe tiene como objetivo intimidar a Venezuela, preparar un posible desembarco militar al estilo de los piratas del Caribe del siglo XXI, apoderarse de sus recursos naturales, imponer un gobierno títere y difundir en los medios internacionales la narrativa de una supuesta restauración de la libertad y la democracia, como ya ocurrió en Libia, Irak y Siria. Las invasiones estadounidenses solo han traído muerte, hambre, destrucción y pobreza extrema.

El papel de “pacificador” y “democratizador” que asume Estados Unidos dentro del capitalismo global no busca llevar democracia, sino dominación, invasión y saqueo de recursos. Justifican sus acciones con excusas como el combate al narcotráfico o la defensa de los derechos humanos, pero sus verdaderas intenciones son económicas y geopolíticas.

Las crisis estructurales del capitalismo no se resuelven con guerras ni con la eliminación de rivales, sino que se perpetúan mediante la acumulación de poder, la violencia estructural y la precarización de las mayorías.

La intervención militar en los procesos democráticos de otras naciones no es un hecho aislado, sino una herramienta del Estado capitalista para asegurar el acceso a mercados, recursos y rutas estratégicas. La supuesta defensa de la democracia y la libertad se contradice cuando se anteponen los intereses de las élites y corporaciones al bienestar de los pueblos. Esto perpetúa la colonización económica y cultural, manteniendo las desigualdades y profundizando la miseria.

Aquellos que piden a gritos que Estados Unidos invada Venezuela para “llevar democracia” no saben lo que están pidiendo. Están enajenados por la propaganda del imperialismo yanqui y, sin saberlo, están solicitando la desgracia para ese país. Esta intención de intervención no se limita a Venezuela. Estados Unidos también ha puesto sus ojos en México al clasificar a las organizaciones criminales como grupos terroristas, preparando así el terreno para una posible intervención futura.

Los mexicanos debemos estar alertas y aprender de estas lecciones para defender nuestra soberanía. Si al vecino del norte se le ocurre “democratizar” a su manera nuestro país, debemos estar preparados. Quienes nos representan en el gobierno federal deben impulsar una política económica independiente, generar empleos dignos, fomentar la inversión nacional y fortalecer al campo. Y nosotros, como pueblo, debemos organizarnos en una sola fuerza, consciente de su clase, para crear un bloque sólido y resistente que defienda nuestra nación. ¡Que conste!

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