MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La organización social, clave para el progreso en México

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A lo largo de la historia, la organización y la lucha colectiva han sido motores fundamentales para el cambio social. Desde la Independencia de México en 1810 hasta la Revolución Rusa de 1917, los pueblos han demostrado que, unidos, pueden transformar su realidad.

Hoy, en pleno siglo XXI, esta lección sigue siendo tan relevante como siempre, especialmente en nuestro país.

México enfrenta desafíos enormes. Según datos del Coneval, la pobreza afectó al 43.9 % de la población en 2020, un aumento significativo respecto a años anteriores. 

Balcones del Sur, Huitzilan de Serdán, Santa Clara Ocoyucan y Santa Inés Ahuatempan son testimonios vivos del poder de la organización, donde la lucha constante ha resultado en mejoras sustanciales.

Millones de mexicanos carecen de servicios básicos, empleo digno y acceso a salud de calidad. Esta realidad nos grita que es hora de actuar, de organizarnos y luchar por mejores condiciones de vida.

La protesta pacífica se erige como una herramienta poderosa y legítima para el cambio. Las marchas, plantones y cadenas humanas son manifestaciones de nuestra voz colectiva, capaces de sacudir conciencias y presionar a las autoridades sin recurrir a la violencia.

Es nuestro derecho y deber cívico exigir un futuro mejor a través de estos medios. En este contexto, el Movimiento Antorchista emerge como un ejemplo notable de organización efectiva.

Con 50 años de trayectoria, Antorcha ha demostrado que la constancia y la unidad pueden lograr transformaciones significativas.

Tomemos el caso de Tecomatlán, Puebla: de ser un pueblo olvidado, hoy cuenta con todos los niveles educativos, casa de cultura, unidad deportiva, entre otras cosas. Más impresionante aún, su índice de delincuencia es prácticamente nulo.

Balcones del Sur, Huitzilan de Serdán, Santa Clara Ocoyucan y Santa Inés Ahuatempan son otros testimonios vivos del poder de la organización.

En estas localidades, la lucha constante ha resultado en mejoras sustanciales en infraestructura y acceso a servicios básicos, elevando la calidad de vida de sus habitantes.

Estos logros no son producto del azar o de la benevolencia gubernamental, sino del esfuerzo sostenido y organizado de ciudadanos comprometidos. Representan un faro de esperanza y un llamado a la acción para todos los mexicanos.

Es momento de despertar de nuestra apatía y reconocer nuestro poder colectivo: la época ha cambiado, pero la necesidad de organizarnos es más urgente que nunca. No podemos esperar que los cambios lleguen por sí solos; debemos ser artífices de nuestro destino.

La historia nos ha enseñado que el cambio es posible, pero requiere de nuestro compromiso y acción. Organizarnos no es solo una opción, es nuestra responsabilidad. Unidos, podemos construir un futuro donde la justicia, la igualdad y la prosperidad sean una realidad para todos.

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