Es común escuchar, desde la tribuna presidencial, foros públicos y académicos, así como de voceros oficiales, una descripción de un México exitoso desde que Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia. El fin del autoritarismo -dicen- ha llegado a su fin, la antidemocracia, la dependencia del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, la corrupción y el neoliberalismo económico, se acabó. El nuevo proyecto político de la Cuarta Transformación, según esta versión, ha colocado a nuestra patria en un rumbo más prometedor en el terreno económico, político y social.
La historia de México, que se escribe en los días que corren, no se parece a la que describe la 4T y sus apologistas que se empeñan en hacer creer a los mexicanos que vamos bien, cuando la verdad es que México empieza a retroceder, hacia un pasado en el que pronto habrá de toparse con un pueblo desengañado de las mentiras con que se le quiere distraer. Uno de los ámbitos que más alertan es el sistema educativo, que hoy está en ruinas. Es preocupante que más de tres millones de estudiantes hayan desertado en los últimos dos años, además de que el 70 por ciento de niños y niñas de nivel básico no comprendan un texto fácil.
Por otro lado, entre 2018 y 2020, desertaron 305 mil 89 universitarios, equivalentes al ocho por ciento de la matrícula en ese nivel educativo. Aunado a esto, se estima que 800 mil alumnos ya no transitaron de la secundaria al bachillerato. Se suma a esta lista, la nula inversión de los gobiernos a la educación, la deficiente infraestructura, el analfabetismo digital, la casi inexistente inversión en investigación tecnológica.
El aparato educativo del país necesita un cambio urgente. Sobre la base de una revolución educativa debe estar acompañada de una revolución organizativa y en ese sentido, los centros educativos, maestros, estudiantes y el pueblo mexicano deben exigir a las autoridades de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y del gobierno de la Cuarta Transformación la solución a los graves problemas que enfrenta el estudiantado nacional. A 54 años del gran ejemplo de la lucha estudiantil del 2 de octubre del 68, es urgente organizarse, junto al pueblo mexicano hoy agraviado por la Cuarta Transformación, para exigir una educación democrática, crítica, científica y popular. Así lo requiere la justicia social.
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