La promesa amlista “primero los pobres” como grupo prioritario a la hora de hacer políticas públicas poco a poco se va configurando como una de las grandes mentiras de este sexenio, no sólo porque lo realizado hasta ahora no ha impactado en la calidad de vida de los mexicanos más pobres, sino porque los pronósticos de organismos internacionales afirman que la pobreza en nuestro país crecerá este 2022, y, por ende, las carencias se acendrarán y se harán sentir en un mayor número de personas.
Las erróneas políticas implementadas por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y su partido Morena han afectado a chicos y grandes, a instituciones y al propio medio ambiente. Ordenó el cierre de estancias infantiles, el desabasto de medicamento oncológico a niños con cáncer, la desaparición de las escuelas de tiempo completo, el cambio de la historia de México de los libros de texto gratuitos, la eliminación de materias fundamentales para la vida, el recorte del presupuesto destinado a estudios de posgrados en áreas claves para el desarrollo del país, desprestigia constantemente instituciones públicas de alto nivel como la UNAM y el CIDE, impone directores y jefes de carrera, orquesta campaña de linchamiento contra organismos autónomos como el Instituto Nacional Electoral, cambia la Constitución a diestra y siniestra cuando algún artículo o ley no le favorecen, despilfarra dinero en programas sociales -principal programa de gobierno- que carecen de mecanismos de medición y evaluación, destinó menos subsidio al campo, menos insumos para los campesinos, minimizó la pandemia mundial de covid-19 donde han muerto casi un millón de mexicanos, se empecinó en la construcción la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” y el Tren Maya sin justificación ni estudios ambientales, tomó la decisión de proteger los derechos de los delincuentes “porque también son humanos” y firmó un pacto no escrito con su sentencia de abrazos no balazos lo que ha llevado al país a romper el récord de asesinatos en los primeros tres años de su mandato, mantiene al país en un baño de sangre permanente del que nadie sabe cuándo va a terminar, su gabinete está lleno de individuos exhibidos en actos de corrupción, en 2019 disminuyó el crecimiento del PIB (los bienes y servicios producidos en el país) hasta -0.2%, en 2020 bajó aún más a -8.2%, hoy se habla de recesión técnica, la economía sigue sin crecer y el número de pobres va en aumento, en 2018 había 51.9 millones, y para 2020, de acuerdo con el Coneval, 55.7. Estos son solo algunos de los yerros presidenciales hasta, pero seguramente han sido víctimas de muchos otros más en este trienio y medio de mandato morenista.
En 2018, Julio Boltvinik, investigador especializado en el tema de pobreza, advirtió en ese entonces que en el país existía aproximadamente 100 millones de pobres; es decir, casi el doble de lo reportado por el Coneval. Sea un dato o el otro el correcto somos miles de millones de mexicanos con múltiples carencias (educativa, de servicios básicos, laboral, sanitaria, alimentaria, de ingresos, vivienda, seguridad social, entre otras) que han agravado aceleradamente la calidad de vida en los últimos tres años.
Por su parte, la Confederación de Cámaras Industriales (Concamín) y el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) advirtieron que seguirá habiendo escasez en varios alimentos básicos en el país y que se aproxima una crisis alimentaria si no se generan más políticas públicas para apoyar urgentemente a los grandes productores mexicanos, más que a los dedicados al autoconsumo, si no termina la guerra ruso-ucraniana y no se detiene la tendencia la inflación. Aunque ambas agrupaciones no tienen interés genuino en el bienestar generalizado en la nutrición completa de los mexicanos, no mienten al alertar que la crisis alimentaria se agravará, pues ya es una constante desde hace varias décadas, aunque desde medios del año pasado se ha recrudecido.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) advirtió esta semana que 2.5 millones de mexicanos se sumarán a las filas de la pobreza este año (2.3% más), derivado del bajo crecimiento económico, altos niveles de inflación e incompleta recuperación de los mercados laborales. Y fue un poco más lejos, a través del secretario ejecutivo interino de la Cepal, Mario Cimoli, para reiterar que sólo con un cambio estructural será posible el crecimiento económico en México: “los cambios estructurales con políticas industriales, económicas, sociales deben de darse en la región, de lo contrario no se puede crecer sin un cambio. En Europa y Estados Unidos se están haciendo cambios estructurales... En América Latina no vamos hacia esos cambios y necesitan apremiantemente”.
El deterioro acelerado del país no puede seguir siendo fruto de decisiones espontáneas. La evidencia histórica en torno a la eficacia de los programas sociales ha demostrado que palian los problemas, pero no los resuelven. Un gobierno basado en pequeñas entregas monetarias no logrado sacar del subdesarrollo a ningún país, por el contrario, lo condenan eternamente a nunca salir de la pobreza. Pero no sólo eso, un gobierno integrado, por la misma clase política de siempre, que ha llevado al mismo estado de cosas en el que nos encontramos, tampoco será la solución. Urge la organización de los marginados de siempre en una organización o partido formado por los pobres de México, que se ponga al frente y cree políticas públicas que beneficien a todos. En México, hace 48 años nació una organización con esas características, que tiene como propósito organizar al mayor número de mexicanos para tomar el poder político. Hace tres años dio a conocer su proyecto de nación, en el que destacan 4 ejes principales: empleo para todos, mejores salarios, política fiscal progresiva y que el gasto social se invierta correctamente en obras y servicios. Propuestas que, de llevarse a cabo, permitirán al país hacer frente a cualquier vaivén internacional, a cualquier guerra, pandemia o tendencias inflacionarios. Por eso, organízate con el MAN e invita a más gente para que entre todos, nos convirtamos en una fuerza a poner a México de pie, donde verdaderamente sean los pobres primero quienes pongan en práctica estas propuestas y de verdad los mexicanos gocemos de una mejor calidad de vida para todos, pero, sobre todo, para las futuras generaciones.
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