MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Más que el cuerpo mortal, vale su historia

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…Luchando, el cuerpo rodará a la fosa
con su miseria en polvo convertida,
pero allí donde aguarde la caída
lo cubrirá la fama esplendorosa.

Nadie sienta rendir en la pelea
de la materia la mundana escoria
por alcanzar el triunfo de su idea.

Más que el cuerpo mortal, vale su historia,
¡y ya que es polvo, que a lo menos sea
polvo a los cuatro vientos de la gloria!

 
Lo importancia de las conmemoraciones en recuerdo a una persona o personas, es que se convierten en un ritual permanente que, con el paso del tiempo, se hacen costumbre. Sin embargo, esa característica, desde mi modesto punto de vista, mutila en muchas ocasiones la causa profunda del recuerdo, esa que no se sujeta a una fecha, sino a la forma de mantener vivo a quien se recuerda a través de nuestros actos más comunes y simples, los de la vida cotidiana, lo que equivale a continuar, como en el presente caso, las tareas que dejó inconclusas.
 

Por ello considero pertinente iniciar esta colaboración con unos versos de Salvador Rueda que, a mi juicio, sintetizan lo que Conrado Hernández y Mercedes Martínez, fueron, son y serán entre los antorchistas y el pueblo pobre de Guerrero.
 
Pero no quiero hablar a nadie de su muerte, yo quiero hablar de su vida, de eso que considero que debemos no solo recordar quienes los tenemos presentes, sino de lo que debemos copiar de ellos, de lo que estamos obligados -si somos consecuentes-, a hacer quienes nos decimos sus compañeros para que su vida no sea solo un recuerdo, una conmemoración doliente y rutinaria, sino un acto de vida, una causa, una bandera.
 
Porque eso es lo que necesitamos en una época como la nuestra, una bandera, una causa que nos permita, primero, convencer a los nuestros de que hay que redoblar esfuerzos, que hay que reconcentrarnos y dar la lucha por mejorar las condiciones materiales en que vivimos, con más convicción y entrega, convirtiéndonos en muchas voces, en muchos líderes, en una fuerza invencible; después, que con nuestros resultados, alumbremos el camino de otros, de los muchos otros que, como nosotros, lloran por sus muertos y sufren por sus carencias y tribulaciones, para que se decidan a sumarse a nuestros esfuerzos colectivos para curar a nuestra sociedad, cada vez más enferma.
 

Pues no hay otro camino para una entidad en la que la sangre de inocentes no hace más que aumentar, ya que aunque se nos diga que en Guerrero se registró una reducción del 15.7% en el promedio diario de víctimas de homicidios a finales de diciembre pasado, en esta entidad, la opinión generalizada es que la violencia está descontrolada, como lo demuestran los ataques a políticos, candidatos e, incluso diputados, en los últimos días.
 
Y es que eso es lo que hicieron Conrado y Mercedes, dedicaron sus años juveniles a luchar en favor de miles de estudiantes pobres de varios estados, para que tuvieran albergues donde hospedarse, para que les construyeran aulas en sus escuelas o para que las fundaran donde no existían instituciones educativas. Más tarde, ya convertidos en profesionistas, no dudaron ni por un momento, en dedicar su vida y sus conocimientos a luchar en favor de los pobres de Guerrero y no buscar las comodidades y la tranquilidad personal que les podría proporcionar el ejercicio de su profesión. Ellos son el ejemplo vivo del poema que hoy cito en su honor, porque vivieron inspirados con tan elevados ideales, que gloria ha sido y será su recuerdo.
 
No podría decir a ciencia cierta porque murieron, el Estado mexicano ha sido omiso en su tarea constitucional de hacer justicia y esclarecer por qué fueron asesinadas tres personas ejemplares. Pero de una cosa sí estoy seguro: ¡seguiremos exigiendo justicia! Mientras un solo antorchista pueda seguir levantando su bandera, ellos no habrán muerto.

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