El 5 de marzo quedará inscrito en la historia de Puebla la hazaña protagonizada por cerca de 150 mil universitarios poblanos apoyados por estudiantes de Tlaxcala, Veracruz, Oaxaca y la Ciudad de México, quienes marcharon bajo la consigna de "ni una bata menos" en la capital poblana, para protestar por la incontenible ola de violencia e inseguridad que abate a la sociedad en todo el país.
Si bien el detonante fue el asesinato de tres estudiantes de medicina: Francisco Javier Tirado Márquez de la BUAP, Ximena Quijano Hernández y José Antonio Parada Cerpa de la UPAEP y del conductor de Uber José Manuel, los jóvenes estudiantes levantaron la voz de la sociedad entera por el hartazgo de tanta inseguridad y tanta ineficacia de las autoridades gubernamentales.
Esta marcha inédita en la historia de la lucha estudiantil tuvo resonancia a nivel nacional e internacional no sólo por la gran cantidad de jóvenes participantes, sino por la justeza de sus demandas y por la capacidad organizativa, la disciplina y respeto que mostraron al recorrer las principales calles de la ciudad, lo que les granjeo la simpatía generalizada de la sociedad que en todo momento apoyo moral y materialmente a los manifestantes.
No hubo actos vandálicos ni conatos de violencia; fue una marcha pacífica ejemplar organizada con pulcritud por jóvenes que se dirigieron con la cara en alto a la sede del gobierno estatal, Casa Aguayo, para hacer valer con el peso de su fuerza multitudinaria, la demanda de justicia y seguridad para los estudiantes y la sociedad entera.
Las consignas: "no somos 5, no somos 10, señor gobernador, cuéntanos bien"; "¿por qué nos asesinan si somos el futuro de América Latina?"; "se necesita un buen gobierno, que aquí no hay, que aquí no hay", retumbaron en las paredes de Casa Aguayo y en los oídos de los funcionarios a la llegada de los contingentes a ese lugar.
Luis Miguel Barbosa Huerta, gobernador del estado de Puebla, principal responsable de la inseguridad por la falta de un verdadero plan de acción que combata con eficacia la delincuencia y quien ha ocupado su tiempo y el dinero del erario público en la destrucción de los vestigios del gobierno morenovallista y en desprestigiar y calumniar a la BUAP y a organizaciones sociales que considera como enemigos políticos, salió en una actitud soberbia y prepotente; colocándose detrás de la barricada resguardada por fuerte contingente de granaderos, encaró a los alumnos espetándoles: "A ver, los problemas no se resuelven de un día para otro", "no necesito contarlos son miles, a mí no me van a enseñar a mostrarme en la calle" para luego sostener de manera general "que se están tomando acciones contra la inseguridad...y que está desmontando un sistema corrupto que le heredaron". La inconformidad de los estudiantes no se hizo esperar, le respondieron a Barbosa, "¡Si no puedes mejor renuncia, nos traicionaste!" y "deja de culpar a los gobiernos anteriores y ponte a trabajar".
Sin ocultar su molestia, luego de retirarse de las vallas colocadas para blindar y resguardar la integridad de los funcionarios que sentían amenazada por la magnitud de la marcha entró para dialogar con una comisión estudiantil.
David Méndez, secretario de Gobernación, informó que los acuerdos a que llegaron fue la creación de una Fiscalía Especializada de Atención a las Comunidades Universitarias y su incorporación al Consejo Ciudadano de Seguridad Pública para estar informados y dar seguimiento a las demandas solicitadas; reforzar la seguridad en el transporte público, así como en los entornos universitarios y, finalmente, crear un Comité de Seguimiento y Evaluación de Políticas Públicas en materia de seguridad. ¿Eso servirá? Ya lo veremos, pero es probable que no.
El gobierno no puede ni debe menospreciar y ningunear a los estudiantes como lo hizo Barbosa; si bien los acuerdos no cubren las expectativas que la magnitud de la marcha demandaba, sobre todo porque Barbosa Huerta abusando de su poder y sin bajarse de su tambaleante pedestal, sigue justificando su incapacidad culpando a los policías, a la falta de presupuesto y a la misma sociedad de la violencia; no obstante, está obligado a dar resultados a corto plazo, pues de no hacerlo, seguramente que los estudiantes volverán, esta vez, apoyados por toda la sociedad a repetir su proeza, con una nueva demanda: la renuncia de Barbosa. ¡Al tiempo!
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