De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es un “estado de completo bienestar físico, mental y social”. La importancia de la salud se refleja en que es el objetivo de varias organizaciones y pactos internacionales como la OMS y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC).
Angus Deaton, ganador del Premio Nobel de Economía en 2015, sostiene que la salud es importante porque sin este elemento es imposible disfrutar de las riquezas materiales y espirituales que dan bienestar y hacen que la vida sea buena, pero más allá de este punto de vista individual, la importancia de la salud tiene un carácter social. En primer lugar, porque de ésta depende la preservación y evolución de la especie humana. Si una generación carece de la atención adecuada para preservar su salud en buenas condiciones, sus descendientes padecerán problemas congénitos o tendrán características que se mantendrán a lo largo de generaciones y se expresarán en una degradación de la especie humana.
Por ejemplo, se ha documentado que quienes padecen enfermedades infantiles la mayoría de las veces no crecen tanto como sus genes podrían permitírselos en condiciones ideales o compromete su desarrollo cerebral. No es de extrañar, por tanto, que Países Bajos, Finlandia, Suiza, entre otros, tengan una población más alta en promedio que la de los países africanos, India o México. En segundo lugar, es importante la salud por las consecuencias que puede tener en la producción. Al profundizar cada vez más la división del trabajo, es decir, que el proceso productivo se vuelve cada vez más social, los seres humanos dependen entre sí para realizar hasta el producto más sencillo. Una generación carente de salud está indispuesta para integrarse a la producción, tiene niveles de productividad menores que el resto de la sociedad o se integrará a la población imposibilitada de trabajar antes que el resto.
A ninguna nación le conviene que una gran porción de su población pase a formar parte de quienes no pueden trabajar, puesto que ejercen presión sobre la cantidad a producir por individuo en el resto de la sociedad.
Por tanto, es necesario que la población en general, y en el caso particular de los mexicanos, tengan acceso a servicios de salud de calidad. Las cifras muestran un panorama desalentador, pues en 2020, de acuerdo con datos de la OCDE, México se posicionó entre los países pertenecientes a esta organización con menor gasto sanitario total (5.5 por ciento del PIB) y un alto porcentaje de gasto de bolsillo (41 por ciento del total). A pesar de que la esperanza de vida no ha disminuido, México está cinco años por debajo del promedio de la OCDE.
Además, los indicadores empleados para verificar la calidad de la atención médica mostraron muchos problemas, por ejemplo, la mortalidad a los 30 días posteriores a un ataque cardíaco es casi cuatro veces el promedio de la OCDE.
Sin embargo, el gobierno de la 4T ha emprendido una carrera para perjudicar los servicios de salud públicos ya de por sí precarios. A lo largo del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, se han registrado subejercicios en el gasto del Ramo 12 de salud, en el ISSSTE y en el IMSS, en los siguientes periodos: de enero a septiembre de 2020, con un subejercicio de 37 mil 019 millones de pesos (mdp); de enero a septiembre de 2021, 24 mil 501.3 mdp; y de enero a junio de 2022, 16 mil 046.7 mdp (19.3 por ciento del total).
Esto causó que se dejaran de comprar materiales y suministros médicos, medicinas y productos farmacéuticos, productos químicos básicos, entre otros elementos importantes para la atención médica. Además, ha habido retrasos en la vacunación de los infantes. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2021, solo 27.5 por ciento de niños de un año tuvieron su esquema de vacunación completo; y para agosto de 2022, solo 3 de cada 10 niños contaron con su esquema completo de vacunación. Se planea, además, que en el PEF 2023 se recorten recursos al Instituto Nacional de Pediatría (-6.1 por ciento) y el Hospital Infantil de México Federico Gómez (-4.3 por ciento), de tercer nivel y alta especialidad, respectivamente. De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), habrá un recorte del 55.8 por ciento al Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia (CENSIA).
Y podrían enumerarse otros ejemplos de cómo la falta de presupuesto público perjudica la atención de la salud y ha obligado a la población a realizar gastos de bolsillo cada vez más elevados. El gobierno debe reorientar sus políticas en materia de salud, porque atentan contra la vida de los mexicanos y las futuras generaciones. De no ser así, el pueblo de México sufrirá las consecuencias.
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