Esta semana el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) presentó un informe sobre la generación de empleos en el país durante los primeros seis meses del gobierno lopezobradorista, tomando como base las nuevas altas a este sistema de seguridad social. No es el mejor arranque de año desde el 2010, desde enero hasta mayo de este año se han creado 167 mil empleos nuevos, cifra inferior a los generados en el mismo periodo de los años 2017 y 2018 (54% menos).
Diversos analistas refieren que la economía mexicana se encuentra en un proceso de desaceleración desde hace 10 meses, cuando aún gobernaba Peña Nieto, lo que ha repercutido en una baja creación de plazas laborales, sin embargo, este fenómeno tuvo su peor resultado el pasado mes, en lo que diversos medios de comunicación han denominado el "mayo negro", pues 16 estados de la República, entre los que destaca Veracruz, perdieron un total de 44 mil 734 plazas de trabajo, mientras que el resto de entidades federativas apenas generó 48 mil 717 nuevos empleos, el crecimiento neto apenas fue de 3 mil 984 plazas laborales, 88% menos que en el mismo mes del año pasado.
Si bien desde el 31 de mayo del año pasado a la fecha se han creado un total de 475 mil nuevo empleos, esta cifra apenas representa un crecimiento de 2.4%. Otros indicadores negativo sobre la situación de la economía mexicana los da el INEGI, que refiere que la desocupación ha crecido, el número de mexicanos que no labora ni siquiera una hora a la semana aumentó en 150 mil personas, por lo que ahora suman dos millones 100 mil desempleados. También aumentó el trabajo informal, ahora el 57.1% de la Población Económicamente Activa se encuentra trabajando de ambulantes en las calles, viviendo al día y sin ningún tipo de protección.
En Veracruz, como se ha dicho, no cantamos mal las rancheras, esta entidad fue de las que más empleos permanentes perdió, de mayo de 2018 a la fecha han desaparecido más de 200 mil empleos permanentes, solo el mes pasado se registró una caída de 8 mil 672.
En términos generales, todo ello significa que cada vez es más difícil para la clase trabajadora encontrar un empleo seguro, con lo que los niveles de ambulantaje, migración y criminalidad tampoco han disminuido. La situación económica de la clase pobre de México no pinta para bien, el proceso de empobrecimiento de la inmensa mayoría del pueblo mexicano continua y la brecha de desigualdad se acrecienta a pasos agigantados.
El lento crecimiento económico, es resultado de un modelo neoliberal desgastado a nivel mundial, pero en nuestro país ha sido peligrosamente acelerado por las decisiones de los que ahora gobiernan.
Muchos economistas han reconocido que los recortes hechos al presupuesto público, estarían propiciando esta desaceleración económica; por un lado, el despido masivo de trabajadores de la burocracia estatal, como los 10 mil empleados del sector salud, que tiene al borde del colapso el sistema de sanidad, y de una parte considerable del personal técnico calificado de distintas áreas gubernamentales, que han pasado a engrosar las filas del desempleo; por otro lado, la desaparición del ramo 23, destinado a la construcción de infraestructura social, que han hecho que la inversión de la industria de la construcción se desplome en un 27%.
Hay quienes opinan que los recortes obedecen a la transferencia de dinero a los programas sociales, ello no es del todo cierto, los datos del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF 2019) revelan que únicamente se gastan 3 pesos de cada 100 que administra el gobierno en los Programas de Bienestar; en cambio, una parte importante del presupuesto se ha destinado a la construcción de los ambiciosos proyectos de infraestructura como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía, además de que se han de pagar miles de millones de dólares a los contratistas que tenían la obra del aeropuerto de Texcoco por su cancelación; estos proyectos de ser redituables deberían estar generando empleos para la gente, pero la falta de verdadera planificación los ha llevado al estancamiento, pues son muchos los requisitos que necesitan cubrir antes de ponerse en marcha y nadie sabe para cuándo.
Aunque el presidente López Obrador afirma que habrá prosperidad al final de este año, la terca realidad se ufana en desmentirlo. Es cierto que hace unos días se reunió con el Consejo Mexicano de Negocios para firmar un convenio, en el que 64 empresas muy poderosas en nuestro país se comprometieron a invertir 32 mil millones de pesos, esa cifra es, sin embargo, muy inferior con respecto a lo invertido en 2018, por ejemplo, cuando el monto fue de poco más de 110 mil millones.
Muchos lo dijeron a tiempo, el dinero del gobierno no iba alcanzar para los caprichos del presidente, y así será mientras no se replantee la posibilidad de una reforma fiscal progresiva, donde se recauden más impuestos de entre los sectores sociales con mayores ingresos, aquello aunque parece una locura, es una salida viable si al mismo tiempo el dinero recaudado se reorienta a la inversión de infraestructura pública, no solo en grandes obras, sino en la modernización de México y el combate al rezago social que padecen miles de pueblos y colonias, es una forma de ayudar al propio capitalismo a desarrollarse, de incentivar la inversión, el empleo, la capacidad de consumo de la gente y por tanto las propias ganancias. Todos salen ganando.
El gobierno de López Obrador, de momento ha renunciado a esa posibilidad, por lo que seguramente en los próximos años, tendremos más recortes al gasto social en el presupuesto público. Este camino nos puede llevar a una recesión o a una crisis económica en la que, como siempre, los pobres serán los que paguen los platos rotos. Se requiere de un cambio en la política financiera de México con urgencia, esta sólo podrá ser llevada a cabo por un gobierno verdaderamente progresista, emanado de las clases trabajadoras. El panorama no da muchas opciones, la hora de Antorcha se acerca.
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