Con el objetivo de analizar el "desarrollo social en México” y reconociendo los distintos ángulos desde los cuales debe ser observado para entenderlo de manera integral, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) presentó la tercera edición de informes de pobreza y evaluación de las entidades federativas. Esta nueva versión, según afirma el documento, permite contar con una perspectiva más completa de las tendencias del desarrollo social en los últimos años (¡?).
Sin embargo, los datos que arroja el "Informe de pobreza y evaluación 2020” son verdaderamente alarmantes dado el gran número de poblanos que crecen de condiciones para poder llevar una vida digna, y que debería ser preocupación primaria de este gobierno morenista, en manos de Miguel Barbosa Huerta, atender de ipso facto, puesto que, en nuestro estado, el 58.9% de la población se encuentra en situación de pobreza, es decir, poco más de 3 millones 763 mil 700 personas.
De este universo, el 50 por ciento está en situación de pobreza moderada, mientras que el 8 por ciento de la población se encuentra en situación de pobreza extrema. Mientras que el porcentaje de población vulnerable por carencias sociales es de 23%, es decir, un millón 483 mil 900 personas, aproximadamente, presentaron al menos una carencia. Al mismo tiempo, 6 por ciento de la población es vulnerable por ingresos, lo que significa que alrededor de 391 mil personas no tienen los ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas.
La principal carencia a la que se enfrentan los poblanos es, precisamente, al agua potable, pues tan sólo más de 222 mil hogares carece de este servicio básico; le sigue la falta de drenaje sanitario con aproximadamente 170 mil hogares sin este servicio, mientras que más de dos millones 848 mil personas carecen de acceso al servicio de salud. Así pues, las carencias que día a día van sorteando lo poblanos para sobrevivir, por un lado, el desdén de sus autoridades, y por el otro, la terrible pandemia que ha cobrado ya, a nivel nacional, más de 100 mil víctimas mortales.
A esto se suma los estragos que ha sufrido el poder adquisitivo, es decir, el ingreso de los trabajadores, tomando en cuenta los incrementos de productos y la reducción de salarios, este cayó 13.9 por ciento en comparación con el tercer trimestre del año pasado, mientras que la pobreza laboral, es decir, el porcentaje de poblanos que no pueden adquirir la canasta básica de alimentos, pese a destinar todos sus ingresos, ya alcanza a 54 por ciento de la población en la entidad.
De acuerdo con el índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza y Pobreza Laboral elaborado por el Coneval, al tercer trimestre de 2020 la pobreza laboral en Puebla se agudizó en 29.8 por ciento. Mientras el año pasado, al cierre del tercer trimestre, 41.5 por ciento de la población tenía un ingreso inferior al costo de la canasta alimentaria, en este año, al cierre del mes de septiembre, 54 por ciento de los poblanos se encuentran en pobreza laboral.
En un año, la pobreza laboral en Puebla creció 12.4 puntos porcentuales. El costo de la canasta básica en Puebla es de alrededor de mil 500 pesos y cuando una familia de cuatro integrantes no puede adquirirla pese a reunir todos sus recursos, se encuentra en pobreza laboral. Ante la pandemia de la covid-19 que generó problemas económicos en las familias, Puebla se ubicó entre las ocho entidades del país con una mayor pérdida del poder adquisitivo laboral.
Con estos datos, podemos darnos una idea clara de la situación de los poblanos. Continúan sin apoyo para enfrentar la contingencia sanitaria, no tienen empleo y lo pocos que lo tienen no gana los suficiente para poder alimentarse, además de vivir entre un mar de carencias, el cual es obligación de las autoridades atender desde el primer momento que asumieron el poder.
Pero a nuestro gobernador, Barbosa Huerta, poco le ha importado las aportaciones, propuestas y sugerencias de sus críticos que han señalado la urgencia de implementar un plan de acción que ayude a las familias a tener una vida más llevadera. Por ejemplo, se le ha propuesto que realice obras para atender la carencia de los servicios básicos, con ello, a su vez, estaría generando empleos en los diferentes municipios, pueblos y colonias; que construya obras de alto impacto al interior del estado, es decir, que se generen más empleos en distintos puntos, esto ayudaría a reactivar la economía y, en consecuencia, el poder adquisitivo de las familias.
Pero no. Al gobernador de Puebla nadie puede decirle, sugerirle o criticarle nada. Quien se atreva tenga la oportuna precaución de salvaguardarse de su cólera porque inmediatamente comenzará una agresiva campaña de agresión mediática en su contra, siendo tildado de cuanta calamidad se le venga en mente a nuestro más fino ejemplar del morenismo.
Prueba de ello es la orden de aprehensión que pesa sobre Rosario Sánchez, líder social en el norte de la capital poblana que enarboló la demanda de miles de colonos que pedían que se implementara un programa de apoyo alimentario con carácter universal; es decir, a todo aquel que lo necesitara y no solamente a las familias afines a Morena.
No sólo eso, desde el inicio de la administración de Miguel Barbosa Huerta, también pidió y exigió que este gobierno cumpla con su labor de atender las necesidades más urgentes de esos más de tres millones de personas que se encuentran en pobreza y que carecen de agua potable, drenaje sanitario, de acceso a la salud, de alimentos. La respuesta fue la persecución judicial.
Aun así, el Movimiento Antorchista no ha dejado caer la bandera ni a callado la voz. Todos los días, exige y denuncia públicamente, a tres ves de los medios posibles, las enormes deficiencias de este personaje, que, además, ha sido calificado en más de una ocasión como el peor gobernador a nivel nacional.
Morena no ha logrado dar rumbo al estado de Puebla, ni garantizar una vida digna a los poblanos, por el contrario, ha manifestado de las formas más variadas su carácter sectario, autócrata y antipopular, pues lejos de ver al pueblo pobre organizado como un termómetro social, como una brújula que lo pueda orientar en el rumbo correcto de su gobierno, lo único que ha hecho es ir de tropiezo tras tropiezo manteniendo a Puebla entre la pobreza y el olvido.
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