Aristóteles de Estagira, uno de los más grandes pensadores del período de esplendor de la Filosofía griega antigua y, posteriormente, Carlos Marx, el gran dirigente de los trabajadores del mundo, llegaron a la conclusión de que la esencia del hombre consiste en que es un ser biológico, pero, además, en que es un ser social por naturaleza.Para los seres humanos, pues, desde que aparecieron en la faz de la tierra, asociarse fue una actividad connatural.
Más tarde, como producto del perfeccionamiento de los instrumentos de trabajo, surge en las comunidades el excedente económico del cual se adueñan, junto con los medios de producción, unos cuantos en forma privada y esclavizan a la mayoría de la población.Surge la división de la sociedad en clases sociales pues una minoría se hace dueña de las condiciones materiales del trabajo, convirtiéndose en la clase explotadora del trabajo ajeno y por tanto en la clase dominante, mientras que la gran mayoría queda despojada de las materias primas y de los medios de trabajo, quedando sometida a la esclavitud, como clase dominada.Para mantener sometida a la clase dominada y defender sus intereses económicos, los explotadores crean un Estado en cada territorio con una población específica, con sus fuerzas públicas e instituciones represoras, con su burocracia y exigiendo el cobro de impuestos a su población para mantener a todo el aparato del Estado.Desde ese tiempo hasta nuestros días, las clases explotadas han librado una tenaz lucha contra sus explotadores y su Estado, buscando formas de asociación para su defensa, usando métodos violentos o pacíficos, como la gran rebelión de esclavos organizada por Espartaco, contra la República romana (gobernada por los representantes de los esclavistas, ocurrida entre los años 73 y 71 a.C.; o como la Gran Revolución Francesa de 1789 y que fue organizada por la burguesía revolucionaria contra el absolutismo y la nobleza de Francia; o como la Revolución rusa de 1917, organizada por los representantes de los explotados rusos, Lenin y su partido Bolchevique, dirigida contra la dictadura del Zar Nicolás II en su primera etapa, para sentar las bases para el rápido desarrollo del capitalismo en Rusia como premisa para la construcción del socialismo; o como también la Revolución cubana de 1953-1959 contra la dictadura de Fulgencio Batista, títere del imperialismo yanqui, organizada por el Movimiento Revolucionario 26 de julio, con Fidel Castro a la cabeza.
En México, también existen ejemplos emblemáticos de cómo las clases dominadas se han asociado para defenderse y, en ocasiones, luchar para derrocar a sus explotadores; tal es el caso de la Revolución Mexicana, con la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur, dos fuerzas organizadas militarmente que agrupaban a decenas de miles de ciudadanos hijos del pueblo humilde y trabajador, encabezadas por sus más auténticos representantes: Francisco Villa y Emiliano Zapata.
Todas estas luchas de las clases explotadas y dominadas, que han costado sangre, sudor y lágrimas, que han cobrado la vida de decenas de miles de ciudadanos valientes, honrados y trabajadores, han servido, entre otras cosas, para legalizar el derecho de asociación de los ciudadanos, en las llamadas sociedades modernas y democráticas.
Así, en el artículo 20 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en otros tratados internacionales, se establece que toda persona debe tener el derecho a formar o a unirse libremente a una organización o grupo para actuar, expresarse, promover, ejercer, y defender de manera colectiva determinados fines de interés común.
En México, el Congreso Constituyente de 1917, que redactó la Constitución Política Mexicana, ante el gran poder que representa el Estado frente a su población, previendo los abusos del poder público, dando muestras de una gran visión de futuro y gracias a la participación del pueblo en la Revolución, planteó el derecho de los mexicanos a la libre asociación y reunión, en el artículo noveno de la Ley que nos rige a todos los mexicanos, siempre que sea con fines lícitos y sin hacer uso de violencias, injurias o amenazas contra la autoridad.
En nuestro país y en particular en Puebla cada vez somos más las víctimas de la persecución política, los que denunciamos la violación, a cargo de los gobernantes de la 4T, del derecho a la libertad para asociarnos, los que sostenemos que desde el presidente de la República, hasta gobernadores como Miguel Barbosa en Puebla y Cuitláhuac García en Veracruz, abusando de su cargo público, violan ese derecho por razones políticas en agravio de sus oponentes, a quienes injustamente se nos lesiona el honor, se nos violenta la paz y se nos quebranta la seguridad y libertad, a través de calumnias, injurias, difamaciones, amenazas de "investigaciones" amañadas por la Unidad de Inteligencia Financiera, congelamiento de cuentas por simples acusaciones sin pruebas de supuesto enriquecimiento ilícito, intervención ante las autoridades electorales para negar registros para la conformación de partidos políticos, secuestros, etc.Los gobernantes morenistas, pues, van contra la naturaleza propia del ser humano, contra el progreso en la historia del hombre, contra los avances revolucionarios en la historia de México y se han convertido en vulgares delincuentes, violadores consumados de la Ley.Concientizarse, organizarse y luchar contra esta injusticia es el camino que debemos elegir todos los agraviados por los malos gobiernos retrógradas y delincuentes de la 4T.
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