MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Sobre la II Jornada Nacional de Declamación de Antorcha

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El día 28 de septiembre del año que corre, una vez más, el Movimiento Antorchista Nacional, la organización de los pobres de México, honró el genio de quienes con su arte poético nos han dado a beber en pequeños sorbos la belleza inmortal de la humanidad: la II Jornada Nacional de Declamación.

Llevar el arte y la cultura a la vida de los mexicanos más pobres y desamparados, sin embargo, no ha sido tarea sencilla. He aquí otra gran batalla que, por fortuna, estamos librando también los antorchistas de todo el país.

La lucha por aprehender la belleza sobrenatural ha dado al mundo todo aquello que le ha sido permitido entender y sentir como poético.

El ingeniero Aquiles Córdova Morán dejó dicho en una de sus grandes obras literarias lo siguiente: “[…] otro obstáculo para que el arte llegue al pueblo: éste [el pueblo] no está suficientemente motivado, no está suficientemente advertido, no se trabaja, no se le explica, no se le llama, no se le invita y no se le abren espacios para el arte. Por el contrario, se hace todo lo posible para alejarlo del verdadero arte, de las expresiones del espíritu humano que verdaderamente valen la pena como creación de la sensibilidad del hombre…” (Poesía y Lenguaje).

En relación con esta incuestionable advertencia de un hombre cuya vida ha sido, por excelencia, una inagotable y constante jornada por desarrollar el sentimiento poético entre las capas más desprotegidas de la sociedad mexicana, traigo aquí como contribución la opinión de un escritor y poeta sin igual del siglo XIX, aquel a quien Rubén Darío llamó como el “cisne desdichado” y calificó como “uno de esos semilocos necesarios para el progreso humano”. Me refiero a Edgar Allan Poe, el bostoniano que dejó de existir a la edad de 40 años en 1849.

Dijo así el “cisne desdichado” en su ensayo El principio poético:

“Quien cante simplemente, por más que lo haga con encendido entusiasmo, o con la más vívida verdad en la descripción, las vistas, sonidos, olores, colores y sentimientos que lo saludan en común con toda la humanidad, digo que ha fracasado, sin embargo, en demostrar su título divino. Hay algo a la distancia que no ha logrado todavía alcanzar. Tenemos aún una sed insaciable por aliviar, que las fuentes de cristal no nos han mostrado. De hecho, esta sed pertenece a la inmortalidad del hombre. Es a la vez consecuencia y señal de su existencia perenne. Es el deseo de la mariposa nocturna por alcanzar la estrella.

No se trata de una mera apreciación de la belleza ante nosotros, sino de un esfuerzo salvaje por alcanzar la belleza en lo alto. Inspirados por una presencia extática de las glorias más allá de la tumba, luchamos por medio de combinaciones multiformes entre las cosas y los pensamientos del tiempo, a fin de alcanzar una parte de esa belleza, cuyos elementos mismos tal vez pertenecen sólo a la eternidad.

Y así, cuando por la poesía, o cuando por la música –el más cautivador de los modos poéticos– nos encontramos deshechos en lágrimas, las vertemos, no como supone el abate Gravina, por exceso de placer, sino por cierta malhumorada e impaciente tristeza ante nuestra inhabilidad para captar ahora, enteramente, aquí en la Tierra y de una vez para siempre, esos goces divinos y extáticos de los cuales, a través del poema o a través de la música, logramos captar sólo unos breves e indeterminados vislumbres.

La lucha por aprehender la belleza sobrenatural –esta lucha realizada por almas adecuadamente constituidas– ha dado al mundo todo aquello que a él –el mundo– le ha sido jamás permitido entender y sentir como poético”.

Y en la lección del autor tiene sustento el eterno bregar de los antorchistas: “El sentimiento poético, por supuesto, puede desarrollarse en distintos modos –en pintura, escultura, arquitectura, danza, especialmente en música– y muy en particular y en un amplio campo, en la composición del jardín paisajístico.”

Hay siempre algo más allá del bien y del mal, del placer y del dolor, de la vida y la muerte incluso, que bien entendido y asimilado nos puede llevar a convertirnos en “almas adecuadamente constituidas”, como dijera Allan Poe, para reclamar del mundo de los poderosos todo aquello que nos han negado al mundo de los desamparados.

En la batalla que libremos en reclamo del pan que habremos de llevarnos a la boca, exijamos también el arte y la cultura que nos puede hacer libres. La II Jornada Nacional de Declamación de Antorcha también es la ruta a seguir. ¡Adelante!

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