MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Unión popular ante una catástrofe no natural

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Es para todos bien sabido que, ante la desgracia y la catástrofe, siempre sale a relucir el humanismo y la solidaridad de la gente de a pie. Ello, desde luego, no es un asunto meramente fortuito. La pobreza, la miseria, el hambre y la desolación que sufre y ha sufrido el pueblo, lo lleva a solidarizarse con sus comunes debido precisamente al conocimiento de la adversidad. En nuestro país las cosas no son diferentes. Ante cualquier catástrofe, del tipo que sea, los mexicanos dejamos de lado nuestras diferencias políticas, religiosas, académicas, entre otras, para brindar nuestro apoyo fraterno. Ejemplos hay muchos; el más reciente podemos encontrarlo en las inundaciones ocurridas en Tabasco, que tienen dos características especiales que la diferencian de las demás catástrofes suscitadas en territorio nacional.

La primera de ellas es que ahora la madre naturaleza no fue la única causante de dichas inundaciones, sino que ahora contó con la ayuda del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien admitió (con todo cinismo y descaro) haber decidido inundar a los más pobres para no inundar la capital. La segunda, es que ahora se tienen que enfrentar las consecuencias sin el Fondo de Desastres Naturales, que era un instrumento financiero a través del cual se destinaban los recursos necesarios para enfrentar un desastre de tipo natural ante la incapacidad financiera de las entidades y los municipios. Este fondo desapareció gracias a la propuesta del mismo presidente de la República y la anuencia servil de los diputados morenistas en el Congreso de la Unión.

Poco más de dos meses llevan bajo el agua cientos de familias tabasqueñas, sin que a la fecha encuentren en sus gobiernos al aliado ideal para poder sobreponerse a esta situación, por el contrario, solo le han servido como un medio de recrudecimiento por lo mencionado anteriormente. La gente sigue viviendo en sus azoteas o segundos pisos (los que tienen la fortuna de contar con ellos), debido a que no cuentan con los albergues necesarios para poder trasladarse a el o simplemente no quieren abandonar sus hogares por miedo a perder lo poco que les queda a manos de la delincuencia o rapiña, que es la otra cara de la moneda. Con gran dificultad y con escasos recursos, buscan por lo menos con qué llenar los estómagos de sus familias sin tener la certeza de encontrar el pan al otro día. Y el presidente todavía tiene el descaro de pedirle a sus "hermanos tabasqueños” que no protesten, que la ayuda "va a llegar”; sin embargo, el tiempo pasa y la ayuda no llega. Tal situación que viven los tabasqueños, a la cual hay que añadirle la pandemia mundial, por si no fuera suficiente.

Ante tal marasmo gubernamental, el Movimiento Antorchista hizo evidente (una vez más) su humanismo y sensibilidad, y convocó a una campaña nacional para el acopio de víveres en diferentes estados de la República Mexicana, así poder enviar una cantidad considerable de víveres hacia los tabasqueños. Gracias a la solidaridad del pueblo mexicano, la campaña fue por demás exitosa, puesto que rebasó las 200 toneladas de ayuda. Y sigue operando.

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Y a todo esto, ¿dónde está el Gobierno federal? Brillando por su ausencia. Andrés Manuel López Obrador claramente tiene otras prioridades. En el colmo de los colmos, el señor pretende salvar a México con dos libritos pichurrientos desfasados de toda realidad: Una "Guía ética&rdquo, que por demás está decir que es de lo más incoherente; y un "diccionario de las nuevas palabras del período neoliberal” (sic) que pretende explicar a la gente los "tecnicismos” de la gente que "no escribe para el pueblo”. ¡Qué barbaridad! La gente necesita medicamentos, alimentos, educación, empleo y a cambio recibe dos ejemplares de la pluma de Morena totalmente inútiles.

De todo lo anterior, el pueblo mexicano (que no solo los tabasqueños) tiene que sacar dos conclusiones de las cuales se desprenden dos tareas de suma importancia. La primer conclusión: que solo nuestros hermanos de clase, la gente que se parte el lomo día con día para llevar el pan a su mesa, entiende realmente nuestras necesidades, carencias y sufrimiento diario; que son precisamente ellos los que están en la primera línea de fuego dispuestos a colaborar y aportar para sobrellevar y superar la desgracia; que un individuo jamás podrá solucionar nada por sí mismo, pues solo de la fuerza y unión del pueblo mismo, puede brotar la verdadera solución a los problemas sociales y económicos. La segunda conclusión es que cada partido político o personaje público, sea del color que sea y llámese como se llame que, siempre se dice estar a favor del pueblo y se compromete fielmente a atenderlo y favorecerlo; no obstante, mientras las palabras no se correspondan con los actos, son simple demagogia.

Pues bien, hoy nos encontramos ante un desastre no natural, pero con ciertas similitudes. El tsunami morenista que arrasó en las elecciones de 2018, poco a poco ha ido causando estragos en la economía y en la sociedad, estragos ocasionados ya sea por sus pésimas decisiones o por simple omisión, pero que repercuten, sobre todo, en las capas más vulnerables asediadas por la pobreza. Por ello, la primera tarea que tiene el pueblo mexicano es sacar del poder a aquellos demagogos que nos prometieron la gloria y la salvación, pero que nos llevan por el camino de la desolación y la destrucción. No hay otra vía para hacerlo que no sea la vía electoral que se avecina para el próximo año. La segunda tarea, es que no basta con sacar del poder a los que están para regresar a los que estuvieron. Una vez más se hace evidente la necesidad de organización y concientización del pueblo para que sea él mismo capaz de tomar entre sus manos al gran kraken que representa el Estado y volverlo en contra de su verdadera enemiga: la desigualdad económica.

Para aquel que cree imposible realizar estas tareas, baste recordar un fragmento de la poesía "Loa a la dialéctica” de Bertolt Bretch:

"¿De quién depende que siga la opresión? De nosotros.

¿De quién que se acabe? De nosotros también.

¡Que se levante aquel que está abatido!

¡Aquel que está perdido, que combata!

¿Quién podrá contener al que conoce su condición?

Pues los vencidos de hoy son los vencedores de mañana

y el jamás se convierte en hoy mismo”.

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