El distrito de Acatlán, Puebla vive días aciagos, como no los había tenido en mucho tiempo. La negligencia del Gobierno federal y estatal en el manejo del coronavirus ha causado verdaderos estragos en la población. En esta semana el promedio de fallecimientos por la peste alcanzó la alarmante cifra de entre tres y cinco diarios, concentrados en cuatro municipios convertidos en focos rojos: Tulcingo de Valle, Piaxtla, Tehuitzingo y Acatlán. Los mixtecos estamos pagando con muertes la desgracia de tener un gobernador que día a día acumula puntos para seguir coronado como el peor de todo el país.
¿Qué pasa en el principal hospital covid de la región? El hospital de Acatlán hace días está saturado con más de 30 enfermos graves, a decir de los que trabajan en él, sólo se desocupan lugares por los fallecimientos que se van dando. En este nosocomio, como en la inmensa mayoría de los del país que pertenecen al sistema de salud pública falta todo: los medicamentos escasean, lo mismo que el material de curación, que en todos los casos debe ser comprados por los familiares de los pacientes; del personal ni se diga, es insuficiente en todas las áreas pues no han recibido ningún refuerzo, a pesar de su conversión para hacer frente a la pandemia.
En la ciudad de Acatlán, cabecera distrital, los médicos particulares que entrevistamos, cuyos nombres omitimos por razones obvias, manifiestan que cada uno atiende un promedio de 10 a 12 pacientes de coronavirus, que temen asistir al hospital y, si fueran, no encontrarían lugar para que los atendieran. ¿Y los que no pueden pagar los servicios de un médico particular? Muchos desgraciadamente mueren en el más completo abandono gubernamental.
Este cuadro desolador es resultado de una política sanitaria construida por Morena desde la presidencia de la República: dejar que el ciudadano decida por sí mismo tanto confinarse como usar cubrebocas. El mismo López Obrador lo ha declarado: "no somos un gobierno autoritario, nada vamos a prohibir, cada mexicano es libre completamente para resolver lo que debe hacer ante la contingencia”. Pero esto es pan con navaja. Tras la aparente libertar lo que se esconde es el completo abandono del gobierno, que ha renunciado a su obligación de cuidar y salvaguardar la vida y la salud de la población. Sí, su obligación, porque es quien administra los recursos públicos indispensables para tomar medidas efectivas para resolver el problema.
Ahí está el meollo del asunto. López Obrador y Barbosa han decidido destinar ese dinero público para otros fines: por un lado, sus proyectos pomposamente denominados propulsores del desarrollo: el Tren Maya, el aeropuerto Felipe ángeles, la refinería de Dos Bocas; por el otro, los programas para regalar dinero a la gente. En sus prioridades no entran la vida y la salud de sus gobernados.
Ante hechos tan crasos, ¿quién se puede extrañar de que Miguel Barbosa Huerta salga reprobado en las encuestas que mes a mes realiza Arias Consultores en cada estado del país? Más concretamente, en la última del mes de enero, el 77 por ciento de los entrevistados reprobó el funcionamiento de los servicios de salud del estado de Puebla; solo el 14.7 lo aprobó, y otro 7.6 por ciento manifestó no saber del asunto. Claro que está reprobado, los mixtecos vemos claramente su ineptitud para manejar la pandemia.
Sabemos también que necesitamos urgentemente que se instale en cada cabecera municipal un centro de aplicación de pruebas rápidas para detectar a los infectados, que se formen equipos médicos que den seguimiento a todos los contactos de los que han caído enfermos, se aumente el personal sanitario en el hospital de Acatlán, dotándolo de los equipos e insumos necesarios y, sobre todo, se destinen vacunas suficientes para inmunizar a todos los pobladores. Para que se satisfagan estas necesidades nosotros mismos lo tenemos que exigir, y perseverar hasta que se atiendan, porque del gobierno no se puede esperar ningún remedio.
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