El Movimiento Antorchista en Puebla logró reunir 110 toneladas en apoyo a los hermanos tabasqueños olvidados por Morena. Esta hazaña se logró en tiempo récord porque se puso en juego una fuerza descomunal: la solidaridad entre los humildes. En muchos lugares bastó con avisar y establecer el punto de acopio, para que los más pobres asistieran por su propio pie a dejar su aportación; también de un día para otro se formaron las brigadas para visitar a los vecinos casa por casa y recoger los donativos.
Claro, la iniciativa de la dirección y la coordinación de las acciones estuvo a cargo de los antorchistas y ahí está su mérito. Ninguna otra organización a nivel nacional demostró con hechos, de manera contundente, que sí está con los pobres, que sí le duelen y le preocupan sus problemas, y que no escatima esfuerzos, desvelos y recursos para llevarles el socorro que necesitan. Sin duda, otra de las razones para que las personas acudieran a estos centros de acopio, y entregaran sus donativos, es que conocen de años a los antorchistas, saben de su honestidad y honradez, y por ello están seguros de que la ayuda llegaría a manos de los tabasqueños, como ocurrió sin falta, y sobran las evidencias para verificarlo.
Esta descomunal fuerza de la solidaridad entre los humildes, cuya acción en estos días quedó patente ante nuestros ojos; que hemos constatado durante 46 años en que hemos solicitado su apoyo en la colecta pública, y se ha hecho manifiesta en las tremendas tragedias de los terremotos que han asolado al país, merece que la estudiemos con detenimiento, a eso los invito en esta reflexión.
¿De dónde nace esa solidaridad que nos admira? ¿Cuál es su fuerza motriz? ¿Qué hace que el menesteroso que el desarrapado literalmente se quite el pan de la boca, que entregue comida ropa y zapatos que no le sobran? Pudiera pensarse que sobre los humildes actúa la palabra de los curas llamando a amar al prójimo como a uno mismo, pero… idéntica prédica llega a oídos de los poderosos económica y políticamente y no halla eco, a todos nos consta que hacen todo lo contrario. Entonces la palabra de los curas puede influir, pero no es lo determinante. Desde mi modesta opinión, esta fuerza descomunal tiene como eje propulsor el identificarse con el sufrimiento de la víctima porque ya lo ha padecido en carne propia, de una u otra forma, de manera directa o en personas de su entorno. Su propia experiencia les ha enseñado que el prójimo sufre y necesita ayuda, por eso se conduelen de los que están en desgracia y les regalan de lo poco que tienen.
Ahora lo que falta es que todos los dispuestos espontáneamente a la solidaridad con los damnificados de Tabasco, comprendamos que, en esta sociedad, todos los que vivimos del fruto de nuestro propio trabajo, somos hermanos por padecer la misma desgracia, porque el uno por ciento de los más ricos y poderosos nos oprime y castiga en su beneficio. Dicho en otras palabras, que los que sufrimos por el atraso y la marginación necesitamos vernos como hermanos y disponernos a luchar todos juntos por erradicar la pobreza y la desigualdad, por arrancar el poder político de manos de ese uno por ciento y que gente surgida de la entraña del pueblo llegue a gobernar.
Cuando concienticemos que nuestros intereses son idénticos y nos veamos y sintamos como hermanos, entenderemos tres grandes verdades: primero, que nuestra lucha tiene garantizada la victoria porque somos la inmensa mayoría de mexicanos; segundo, que necesitamos hacer a un lado pequeñas diferencias que nos separan y hasta nos enfrentan y poner en el primer plano la identidad de nuestros intereses más profundos; tercero, que las elecciones del 2021 son la gran oportunidad para tejer lazos de unión de todos los marginados y quitarle el poder a Morena pues ha traicionado todo lo que prometió defender.
Los antorchistas estamos en la primera fila en esta decisiva tarea de concientización de todos nuestros hermanos, y cumpliremos cabalmente nuestra tarea. Adelante, la victoria está asegurada, somos los constructores, somos los detonantes del renacimiento de nuestra nación.
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