En la última semana de marzo de este año, 2022, se presentó el número 353 de la revista El Trimestre Económico que edita el Fondo de Cultura Económica. Este número está compuesto casi en su totalidad por artículo escritos por investigadores trabajadores de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), un organismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). A reserva de revisar con puntualidad todos los artículos que se presentan en la revista, los títulos sugieren que la discusión común en ellos es, desde diversos ángulos, el impacto de la desigualdad en las sociedades latinoamericanas. En los últimos años los reportes de la Cepal muestran que las desigualdades en el mundo, entre países e individuos, se acrecentaron a medida que la globalización se fue profundizando. Asimismo, estos reportes han demandado, como urgente necesidad, que los gobiernos hagan políticas y leyes que combatan la desigualdad a fin de hacer no solo sociedades más igualitarias, sino más dinámicas en términos de crecimiento económico y movilidad social.
Hay en la revista un par de títulos que presentan formalizaciones del análisis de las relaciones económicas que se establecen entre centro y periferia. Tratan de abordar en ellas las dificultades de desarrollo a las que se enfrentan las economías periféricas por su condición de dependientes en materia financiera y tecnológica. Un artículo más para resaltar es el que se titula como “Cultura del privilegio” un concepto que refiere a los mecanismos a través de los cuales se perpetúa y acrecienta la desigualdad. El artículo explica cómo esto es lo que ocurre en América Latina y cómo esto corroe la confianza en las instituciones que deberían garantizar la igualdad y el acceso a los diversos derechos entre los individuos. Asimismo, se aborda el problema del cambio climático y los retos para nuestros países. Pero el documento incide en la necesidad del combate a la desigualdad como la clave del desarrollo.
América Latina es la región más desigual. Es decir, que la brecha que hay entre el ingreso y, por ende, entre las posibilidades de acceder a la salud, educación, seguridad social, ambientes sanos, etc., de los ricos y los pobres es abismal, la más grande en todo el mundo. La Cepal ha manifestado en diversos foros, el grado de desigualdad que las economías latinoamericanas manejan es un lastre para el mismo crecimiento económico de esos países. La concentración de capitales en unas cuantas manos genera enormes deficiencias económicas que provocan que recursos de todo tipo se desperdicien.
En la presentación de la revista, la Cepal, en voz de Alicia Bárcena, plantea que “La igualdad no solo se trata de titularidad de derechos, es necesario igualar para crecer y crecer para igualar”. Es decir, primero, que la igualdad no es una mera cuestión formal, de reconocer el derecho a esto o lo otro, sino de crear los medios suficientes para que estos derechos se puedan ejercer, y segundo, que no se puede segmentar la estrategia de crecimiento y de búsqueda de la igualdad, no se puede pensar que primero hay crear los medios para luego distribuirlos. Sino que la estrategia de crecimiento económico debe hacerse con el doble propósito de crecer con mayor igualdad.
El problema no es pues, de no saber qué hacer, sino quién lo hará. Y esta respuesta la tiene la historia, no será obra de las clases que ya se ven favorecidas por el estado de cosas que hay. En este caso los que pueden apropiarse del producto excedente del trabajo social, de las ganancias. Lo harán las clases antagónicas a esta. Solo lo pueden hacer los trabajadores unidos, que es donde reside su fuerza. Los trabajadores a una voz hemos de exigir el cambio del modelo de crecimiento por uno que ponga en el centro el combate a la desigualdad.
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