La educación en México atraviesa una grave crisis que requiere atención urgente por parte de las autoridades. Así lo expresaron miles de estudiantes en una manifestación multitudinaria frente a la Cámara de Diputados el pasado miércoles 8 de noviembre. Los jóvenes exigen mayores recursos para combatir el rezago educativo que afecta principalmente a los estudiantes de los sectores más vulnerables.
Considero que las demandas estudiantiles son legítimas y necesarias. México ocupa los últimos lugares en pruebas internacionales de aprendizaje como PISA. Millones de niños y jóvenes no tienen acceso a una educación de calidad por falta de maestros, materiales e infraestructura adecuada. Esta situación perpetúa la pobreza y la desigualdad.
El gobierno actual no ha respondido satisfactoriamente a esta problemática. Programas como las becas Benito Juárez son positivos, pero insuficientes e ineficientes. Se requieren políticas integrales y mayor inversión en el sistema educativo, no dádivas temporales con multas electorales. Las escuelas públicas sufren carencias graves en todos los niveles. Faltan docentes, bibliotecas, laboratorios, conectividad a internet, entre muchas otras necesidades básicas.
El gobierno federal debe escuchar y atender las demandas estudiantiles. La educación no puede seguir postergada. Se requiere mayor inversión de recursos, mejor planificación y ejecución de programas. Asimismo, es primordial combatir la corrupción para que los dineros públicos realmente lleguen a las escuelas y se traduzcan en mejor infraestructura, más y mejores maestros, materiales educativos de calidad, conectividad y apoyos para los estudiantes de escasos recursos.
Si las autoridades federales y estatales no invierten más recursos en el rescate educativo de entidades como Tlaxcala, el futuro se tornará sombrío.
La problemática educativa que enfrenta el país se replica en los estados. Tal es el caso de Tlaxcala, donde el sistema educativo local también enfrenta graves carencias y rezago. De acuerdo con cifras oficiales, en Tlaxcala más de 15 mil estudiantes desertaron de las escuelas tan sólo el año pasado, principalmente en zonas marginadas. Asimismo, el presupuesto estatal para educación disminuyó un 8 % este año, lo cual limita aún más las posibilidades de mejora.
Si las autoridades federales y estatales no invierten más recursos en el rescate educativo de entidades como Tlaxcala, el futuro se tornará sombrío. Sin una educación de calidad que abra oportunidades a los jóvenes, estos quedan condenados a engrosar las filas de la pobreza y la exclusión social. Por ello, atender el llamado estudiantil y destinar más presupuesto a la educación en Tlaxcala y el resto del país, es una acción urgente para garantizar un futuro más próspero y equitativo.
Una sociedad más justa y próspera sólo puede lograrse a través de una educación inclusiva y transformadora. Por ello, el gobierno debe asumir la educación como verdadera prioridad y no solo como discurso político. Los estudiantes están alzando la voz para defender su derecho a aprender y progresar. Escuchemos sus demandas y respondamos con hechos concretos. La juventud merece un futuro mejor, que sólo la educación puede brindarles. No les fallemos.
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