Han pasado ya tres años desde la llegada de la Primavera Oaxaqueña al gobierno del estado; sin embargo, esa “primavera” —que alude a la estación del año asociada con paisajes florales sumamente coloridos— nomás no ha llegado a Oaxaca bajo el mandato del morenista.
Contrario a ello, el clima en que se encuentra el estado es sumamente criticable y preocupante, sobre todo para quienes, esperando la “transformación”, hoy se arrepienten de haber votado por quienes pensaron que serían lo mejor.
La especulación y la promoción de la vivienda como un programa asistencialista más de la 4T han socavado el derecho a una vivienda digna.
Un ejemplo claro de que Oaxaca no va por la senda del progreso es la falta y el nulo acceso a la vivienda, que lejos de hacerse realidad para los oaxaqueños, cada día se aleja, a pesar de que está decretada como un derecho y de que, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), quienes ya tienen una vivienda deben contar con una “adecuada”, que debe proveer más que cuatro paredes y un techo, contar con condiciones que garanticen a sus ocupantes protección jurídica contra el desalojo forzoso, el hostigamiento y otras amenazas; la provisión de agua potable, instalaciones sanitarias adecuadas, energía para la cocción, la calefacción y el alumbrado, así como para la conservación de alimentos y eliminación de residuos.
Pero… ¿qué sucede en realidad? Pues bien, en México y Oaxaca —que es el caso en que centraré mis líneas— el costo de la vivienda se incrementó tanto que prácticamente ha hecho imposible que las familias humildes puedan adquirir una o, cuando menos, un lote donde poco a poco puedan construirla.
Y por si fuera poco, factores como la carestía, la gentrificación, la falta de reserva territorial y el costo de los insumos de obra han llevado a que el valor de la vivienda en Oaxaca creciera 11.6 % el año pasado, muy por arriba del 9.2 % reportado como promedio en todo el país, de acuerdo con el Índice de la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF) de Precios de la Vivienda para todo 2024.
Además, en días recientes la SHF informó que el municipio de Tlacolula de Matamoros, al oriente de Valles Centrales, fue donde más se incrementó el precio de la vivienda con 14.1 %, muy por encima de ciudades como Los Cabos, Baja California Sur; Tijuana, Baja California; y Cancún, Quintana Roo, entre otras. Con ello, Oaxaca se posicionó como la quinta entidad con el mayor aumento de vivienda en el país, apenas detrás de Baja California Sur (13.3 %), Quintana Roo (12.3 %) y Baja California (12.2 %).
El hecho de que las familias oaxaqueñas no puedan adquirir sus lotes o construir una vivienda se debe, de acuerdo con portales inmobiliarios, a que Oaxaca se ha colocado como “un lugar estratégico en el mercado inmobiliario por diversas razones: su riqueza cultural, sus atractivos turísticos y su oferta gastronómica generan una demanda sostenida de propiedades”.
Quizás esa sea la razón por la que el 84 % de su oferta está concentrada en la venta de inmuebles. Lo que se refleja en que, en días recientes, se dio a conocer que tras subir al 11.6 % el valor de la vivienda en Oaxaca, ésta se posiciona como la quinta más alta del país.
Esto explica una realidad que día con día se observa en Oaxaca: son extranjeros, no sólo de otros estados sino de otros países, los que, aprovechándose de la economía vulnerable de los oaxaqueños, se hacen de espacio en el “estado, centro cultural de México”.
Y ante lo anterior, ¿qué hacen quienes nos gobiernan? ¿Brindan alternativas y apoyos para los oaxaqueños humildes? Veamos.
Lo único cierto es que la actitud de quienes hoy gobiernan sigue siendo igual a la de cuando llegaron: “discursos y más discursos”. Así, por ejemplo, ante el problema de la vivienda, con bombo y platillo diversos políticos en Oaxaca han anunciado que “espera Oaxaca banderazo para iniciar plan de vivienda”, esto luego de que se diera a conocer la proyección sexenal de 66 mil acciones del Programa de Vivienda para el Bienestar, y que además ya cuenta con el aval de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu)… y nada más.
Pero, de esas 66 mil acciones, suponiendo que se ejecuten y se entreguen a las familias vulnerables, serían apenas una gota en el desierto, pues en el último reporte estadístico del Inegi, a nivel nacional, en 2022 se encontró que el 9.1 % de la población tiene carencia por calidad y espacios de la vivienda, lo que equivale a 11.7 millones de personas.
Ante todo lo anterior, el Movimiento Antorchista ha planteado que el problema del acceso a la vivienda que enfrenta una alta proporción de familias en el país se explica, primero, por la falta de oportunidades, los bajos salarios, el empleo informal, inestable y mal remunerado, que, junto a otros factores, dan lugar a la pobreza, y, en seguida, al escaso apoyo gubernamental para los sectores más necesitados.
Y Oaxaca, un estado promovido como “centro cultural del país”, con crecimiento económico y, sobre todo, con gastronomía y cultura que han incentivado las inversiones y la generación de empleos; pareciera que las cosas son distintas, que todos los oaxaqueños viven bien, sin tener que preocuparse mucho… nada más alejado de la realidad.
Ni los empleos son los que se necesitan, ni los salarios son suficientemente remunerados como para que los amplios sectores de trabajadores oaxaqueños tengan la posibilidad de contar con una vivienda humana y digna. Por tanto, la vivienda, un derecho humano fundamental, se ha convertido hoy en un privilegio inaccesible para una gran parte de las familias oaxaqueñas.
La especulación y la promoción de la vivienda como un programa asistencialista más de la 4T han socavado el derecho a una vivienda digna. Por ello, es necesaria la unidad y lucha de los oaxaqueños en un solo frente que desnude los discursos demagógicos de “bienestar y progreso” de la Primavera Oaxaqueña.
En Oaxaca sigue faltando la aplicación de una política gubernamental de verdadero apoyo e impulso a la vivienda social, encaminada a los amplios sectores populares que la necesitan, ya que las familias pobres, en particular de Oaxaca de Juárez y municipios conurbados, han tenido que alejarse hacia la periferia para adquirir casa con espacios muy reducidos, materiales de baja calidad y con acceso limitado a transporte público o, en su defecto, la adquisición de un terreno sin servicios, donde improvisan una “vivienda” y resguardan a su familia.
Este enorme rezago de vivienda que padecen los oaxaqueños pobres, entre ellos los antorchistas, hacemos votos para que lo anunciado por la Primavera Oaxaqueña se materialice. Sea.
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