MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La mentira, sustento del discurso presidencial

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Hacer creer a la población que hoy estamos mejor que antes, con los gobiernos neoliberales; de acuerdo con la concepción de Andrés Manuel López Obrador, se vuelve indispensable para el gobierno actual, ya que, mientras más confundida se encuentre la población, más fácil será abusar de ella y consolidar un proyecto político que busca favorecer a los grandes empresarios y no a la población trabajadora.

Por ejemplo, insistir que los trabajadores, bajo este gobierno viven mejor que antes, es un intento para convencer a los millones de pobres, acerca de que esta administración es la salvación nacional; sin embargo, es una realidad, un hecho que se palpa con crudeza, que el nivel de vida de los mexicanos, al menos de la mayoría trabajadora, ha empeorado en los últimos años.

En los hogares más pobres, por ejemplo, al finalizar el año 2022, tuvieron que gastar un 14 por ciento más que el año 2021, principalmente en la adquisición de alimentos, que es lo más indispensable para las familias por la condición social en la que se encuentran; lo más urgente es sobrevivir y no morir de hambre, no se puede pensar en la compra de otros artículos ya que ello significaría afectar aún más la cantidad y calidad de la alimentación.

Precisamente esa es una de las características del discurso demagógico que el gobierno actual ha convertido en una herramienta mediatizadora, decirle a la gente lo que ésta quiere escuchar, aunque la cruda realidad le esté recordando a cada momento que hay problemas serios que nos van reduciendo poco a poco a la miseria y a todas sus calamidades.

Las mentiras que se han vertido al pueblo mexicano en materia económica no son las únicas; a lo largo del agonizante sexenio también se han repetido en otros aspectos: por ejemplo, con respecto a la violencia y a los altos índices de criminalidad que se convierten en sello característico de esta administración gubernamental. Sólo en últimas fechas y obligado por las alarmantes cifras que ya no se pueden ocultar, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha tenido que reconocer que en el periodo de su gobierno se han incrementado los homicidios, feminicidios y extorsiones; sin embargo, como es su costumbre, volvió a justificarse tras el argumento de la herencia dolorosa.

Han jugado con el término neoliberal, tal vez con la ingenuidad de creer que como López Obrador se la pasa repitiendo, a cada momento, que en su administración no son iguales, se da por hecho que realmente es así como ellos lo dicen, sin más necesidad de una demostración que la autoridad de su sacrosanta palabra.

Eso representa otra mentira más; no es verdad que el neoliberalismo en nuestro país ya no sea vigente y que se encuentre enterrado a partir de su declaratoria presidencial del 17 de marzo de 2019. En ciertos periodos los grandes empresarios capitalistas necesitan eliminar rivalidades comerciales y disminuir la influencia del Estado supuestamente benefactor; pero también hay periodos en que estos poderosos empresarios necesitan de ese mismo aparato político administrativo, del Estado, para incrementar sus ganancias, sobre todo en los lapsos en donde hay elevadas posibilidades de que se desarrolle una crisis económica y sobrevenga una bancarrota para ellos.

El Gobierno mexicano actual, lo que ha hecho es, en realidad, ayudar a esos empresarios con las grandes obras emblemáticas, según él, que nos han repetido hasta el cansancio, serán el detonante que impulse la economía mexicana hacia adelante. Además de esos grandes proyectos defendidos a ultranza por el presidente, también debemos recordar que la misma intención tienen los apoyos económicos que se reparten entre ciertos sectores de la población; hasta el momento no han sacado a ninguna persona de la pobreza y, por el contrario, es una forma de transferir el dinero de la población hacia los ricos empresarios.

No basta con pregonar que “no somos iguales”; se requiere indispensablemente, una demostración en los hechos, que deje a la población, sin la más mínima duda que genere posteriormente la pérdida de la confianza en su totalidad. Lo que se ha conocido a través de la denuncia periodística, misma que inmediatamente es descalificada bajo la acusación de ser “corruptos”, “derechistas”, etc., ha sido una cantidad considerable de evidencias que nulifican lo expresado por el señor presidente y su séquito:

 Felipa Guadalupe Obrador Olán, prima del presidente, recibiendo facilidades para acceder a contratos por adjudicación directa, muy rentables con empresas del gobierno, principalmente de Pemex; sus hermanos Pío y Martín, recibiendo dinero que ha sido calificado como donativos para el partido gobernante; sus hijos José Ramón y Andrés, uno viviendo de los pagos y prestaciones que la empresa petrolera norteamericana Baker Hugues le ha otorgado como retribución por la asignación de contratos millonarios con Pemex; y el otro vástago, ayudando a sus amigos en la adquisición de contratos por montos superiores a los 100 millones de pesos, aprovechando su posición como familiar cercano al presidente de la república.

Impulsar negocios y habitar casas en Houston o en la exclusiva zona de Coyoacán en la ciudad de México, no está catalogado como un delito, sin embargo, cuando a todas luces, el enriquecimiento se ha acelerado bajo el amparo de las relaciones familiares, precisamente en este sexenio y no en otros, bajo el nepotismo y el tráfico de influencias, debe ser catalogado como un fenómeno bajo sospecha, ser objeto de análisis profundo y también ser considerado como un elemento tangible, que derriba las palabras con las que se quiere legitimar la supuesta honorabilidad del proceder de los familiares, amigos y funcionarios de la administración de la 4T.

Cuando las palabras no coinciden con los hechos, es necesario detenerse unos momentos y cuestionarse la posibilidad de ser víctimas del engaño y la manipulación; aún más, cuando frente a las acusaciones de la ciudadanía el gobierno responde sólo con palabras desde las conferencias matutinas sin realizar una investigación seria e independiente que aporte elementos que demuestren lo contrario, entonces, debemos aceptar que, quienes forman hoy la cúpula gobernante, son lo mismo que dicen no ser, sólo que con una apariencia diferente.

Por último; para clarificar aún más el uso de la mentira como pilar fundamental de este gobierno, han intentado insistentemente en que los pobres creamos que en realidad estamos viviendo una verdadera transformación social en beneficio de los pobres. Esa ilusión sólo puede caber en la imaginación de algunas personas desligadas de la realidad que no se han percatado de la disminución dramática del gasto social, de los recortes económicos a la educación, salud y seguridad social, y de la cruzada contra las organizaciones sociales para garantizar que el pueblo no se rebele en contra de estas atrocidades.

Fidel Castro, el gran revolucionario cubano prevenía a sus compatriotas para tener cuidado con ciertas personas, con los demagogos o los malintencionados que intentan confundir al pueblo haciendo pasar una “revolución de mentirijillas” como una revolución verdadera. El pueblo mexicano debe tomar en serio ese consejo y distinguir entre quienes se la han pasado engañando constantemente con su retórica demagógica, de aquellos que, como el movimiento Antorchista nacional, han venido sosteniendo que sólo el pueblo podrá realizar una verdadera revolución y para ello es necesario, organizarse, estudiar y concientizarse.

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